HACIA UNA DEFINICIÓN DE MI MÉTODO TEOLÓGICO
Por: Gonzalo Chamorro M.
Introducción
Cabe destacar que epistemológicamente un “método en teología”[1] en la mayoría de casos intenta poner en orden su punto de partida para formular su discurso final. Aunque realmente el orden de los factores no altera al producto, debido a que el teólogo puede tener como punto de partida la experiencia, el texto sagrado, la comunidad, la historia, la tradición etc., todo dependerá de la realidad o la situación en que se encuentre el investigador. Pero, para efectos de este proyecto y de la definición de un método teológico, se seguirá un orden epistemológico cuya escala de valor presenta cronológicamente al papel de: las escrituras ‑como punto de partida‑, de la historia y la tradición y de la comunidad y la experiencia como parte del método teológico a seguir.[2]
El papel de las escrituras.
Como punto de partida, el autor de esta monografía reconoce que las escrituras son inspiradas aunque complejas. Esto no quiere decir que se tiene que confundir la complejidad como algo que tiene que ser contradictorio a la inspiración de las escrituras. Por el contrario esto enriquece el estudio del texto canónico.[3] Por eso el teólogo debe considerar a la escritura como un importante territorio que se ha de explorar, ya que la escritura trasmite un mensaje que ayuda diariamente a la imaginación, oración y reflexión para el método teológico. Jared Wicks dice que:
La teología, como actividad de clarificación, explicación y discusión, lleva consigo una escucha atenta a la proclamación e instrucción que procede de los teólogos. A veces, el servicio de un teólogo es reavivar el recuerdo cristiano de palabras y temas bíblicos caídos en el olvido.[4]
Por eso se hace indispensable que el teólogo busque los datos del texto sagrado, analice la historia de su recepción y de su uso, en especial ver como se ha interpretado el texto dentro del mismo texto sagrado. No se puede olvidar que el Nuevo Testamento relee al Antiguo Testamento, por eso la contextualización como una opción hermenéutica canónica que desarrolla la función de horizonte del texto mismo se hace relevante en el método teológico. De tal manera que ningún trabajo teológico puede ser bueno sino está bueno exegéticamente y bueno en su perspectiva histórica, por eso el teólogo debe evaluar también su acercamiento y sus lentes por medio del cual se acerca al texto.[5]
Por eso se hace indispensable que el teólogo busque los datos del texto sagrado, analice la historia de su recepción y de su uso, en especial ver como se ha interpretado el texto dentro del mismo texto sagrado. No se puede olvidar que el Nuevo Testamento relee al Antiguo Testamento, por eso la contextualización como una opción hermenéutica canónica que desarrolla la función de horizonte del texto mismo se hace relevante en el método teológico. De tal manera que ningún trabajo teológico puede ser bueno sino está bueno exegéticamente y bueno en su perspectiva histórica, por eso el teólogo debe evaluar también su acercamiento y sus lentes por medio del cual se acerca al texto.[5]
Por otro lado el hecho de reconocer lo canónico del texto, permite dentro del método teológico darle la supremacía a la Palabra de Dios por sobre cualquier confesión de fe –aunque esto no deja de ser relevante dentro del proceso metodológico‑ por ejemplo Barth decía que:
La Sagrada Escritura y las confesiones de fe no se encuentran en el mismo plano. No hay que respetar con igual reverencia y amor la Biblia y la Tradición ‑ni siquiera en sus manifestaciones más venerables‑. Ninguna confesión de fe de la Reforma o de nuestros días puede tener la pretensión de reclamar el respeto de la respectiva Iglesia en la medida que lo merece la Escrituras con su carácter único.[6]
Aunque las Escrituras son el eje principal y punto de partida del método teológico que se está presentando, resulta interesante leer a Anthony Lane el cual dice que la expresión, sola Scriptura no quiere decir que el teólogo tenga que verse aislado como un ermitaño, de todo otro contexto cultural y social, no es el propósito del concepto.[7] Esto va más allá, el teólogo, debe reconocer que las fuentes de la teología son variadas y todas ellas en alguna forma enriquecerá su quehacer teológico –por eso las ciencias en especial las sociales y no las fácticas, deben estar al servicio de la teología, para poder explicar conceptos que en teología quedarían ambiguo, por eso la importancia de la “crítica socio científica”[8] aplicada al texto bíblico. Alicia Winters dice que:
El método o la educación teológica tienen la responsabilidad de relacionarse con las necesidades concretas de la sociedad, como parte integral de una continua reflexión sobre la experiencia de fe y el significado de nuestras tradiciones religiosas particulares. A veces se admite que la fluidez, la diversidad y hasta el caos de los contextos en lo que nos encontramos hoy en día dan urgencia a esta relación, especialmente en la medida que buscamos formas más eficaces de servir a los necesitados y plasmar estructuras sociales caracterizadas por la justicia. Estos factores nos llaman a pedir más dialogo entre la teología y las ciencias, y a caracterizar la necesidad de este dialogo como urgente.[9]
A la luz de este análisis se deduce que el quehacer teológico tiene dimensiones que sobrepasan a las tareas bíblicas e históricas. La teología está llamada a actualizar y contextualizar la fe para su propio tempo, con toda la problemática de la época. En cuanto a la contextualización del texto mismo vale la pena mencionar lo que Juan Stam expresa como parte de su peregrinaje teológico:
La tarea fundamental de la teología no es primordialmente la de sistematizar sino de contextualizar, con miras a la misión fiel de pueblo de Dios en el mundo y en la historia. Esta llamada a utilizar una función de horizonte entre el mundo de la fe, antes descrita [exégesis, teología bíblica, teología histórica], y en el mundo actual en el que la iglesia tiene que realizar con fidelidad su misión. Si un teólogo no domina bien todas las fuentes del insumo del quehacer, no puede cumplir su tarea. Por otro lado por mucho que domine las disciplinas bíblicas e históricas, sino comprende y vive en profundidad su propio momento histórico, tampoco puede hacer un buen trabajo teológico. Por eso cualquier trabajo que no sea bueno bíblica e históricamente, no puede ser un buen trabajo de teología o ética cristiana. Pero si no comprende con acierto y profundidad los tiempos en que vive, tampoco puede cumplir bien su cometido.[10]
Finalmente no se puede dejar de expresar que todo acercamiento al texto y desde una perspectiva evangélica debe ser netamente cristológico. Si no fuera porque Cristo le da vida a las palabras del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento sería una invención de la comunidad pos pascuala y la alta y baja crítica en especial después de Wellhausen provocaría problemas en el proceso metodológico. Por ejemplo Cristo puede trazar la historia del pueblo porque él es el pueblo. Aquí hay una dimensión de inspiración que conectan las escrituras de manera increíble. Un proceso hermenéutico donde la inspiración no es sólo historicidad sino también es belleza teológica porque sólo Dios puede hacer esta obra y conectar los libros de las escrituras. Gerardo Alfaro dice:
Finalmente no se puede dejar de expresar que todo acercamiento al texto y desde una perspectiva evangélica debe ser netamente cristológico. Si no fuera porque Cristo le da vida a las palabras del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento sería una invención de la comunidad pos pascuala y la alta y baja crítica en especial después de Wellhausen provocaría problemas en el proceso metodológico. Por ejemplo Cristo puede trazar la historia del pueblo porque él es el pueblo. Aquí hay una dimensión de inspiración que conectan las escrituras de manera increíble. Un proceso hermenéutico donde la inspiración no es sólo historicidad sino también es belleza teológica porque sólo Dios puede hacer esta obra y conectar los libros de las escrituras. Gerardo Alfaro dice:
La escritura no es una colección de recetas mágicas para el buen vivir; tampoco es un repertorio de notas espirituales desconectadas. Las escrituras poseen una unidad cristológica que habrá que respetar a fin de obtener su verdadero significado. Que la teología evangélica sea cristológica en esencia no sólo significa que como evangélicos nos afiliamos a las importantes doctrinas históricas sobre Cristo (su deidad, su humanidad, etc.). También, y quizá con mayor prioridad metodológica, significa que la llave hermenéutica para abrir el significado tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, es la persona de Jesús tal y como las median los escritos novotestamentarios.[11]
Optar por la autoridad de la Biblia es una opción teológica, no es una decisión a ciegas porque tenemos datos arqueológicos. Pero en cuanto a la lectura del texto mismo si es una opción y me someto a su mimetismo por creer que es Palabra de Dios. La fusión del horizonte no es una decisión opcional sino es lo que el texto demanda del autor de esta monografía.[12]
El papel de la historia y la tradición
El método teológico debe ser responsable, honesto y bello porque se habla de Dios. De allí que surge la idea de formular con toda claridad la ética y estética del método y del discurso teológico. Esto debe llevar a tener una sana criticidad, no se puede dejar de entender que la teología está en constante proceso por lo tanto la fe debe ser examinada (véase como dogma) de acuerdo a los avatares del tiempo. No se puede dejar de lado el proceso y progreso del dogma o la tradición, “ya que es parte de la reflexión histórica en torno a la fe.”[13]
La historia de las doctrinas, como la historia del pensamiento en general, refleja la realidad del conflicto entre la verdad y el error, entre la ortodoxia y la heterodoxia, entre el dogma y la herejía. De allí que surja la pregunta ¿Es correcto decir que se necesitan las herejías para formular la verdad? Aunque se trata de una pregunta difícil, teológicamente hablando, no lo es tanto en términos históricos. Solamente es suficiente estudiar el desarrollo histórico de la iglesia misma y de sus doctrinas para concluir que la herejía fue, casi siempre, el factor determinante detrás de la formulación doctrinal ortodoxa. Aunque suene extraño, se puede decir que la heterodoxia ha conducido a la ortodoxia; que el error antecede a la verdad; que la herejía produce el dogma. Por lo tanto el método teológico debe examinar la fe a lo largo de la historia, para conocer que fue lo que dijeron los padres en teología y como hijos reaccionar a la sociedad. Justo González dice:
El pasado es tradición. Si algo nos enseño la Reforma Protestante del siglo dieciséis fue la necesidad de regresar constantemente a las fuentes de vuestra fe. Los reformadores descubrieron en sus estudios de las Escrituras que en muchos modos la fe que habían recibido de sus antepasados se había olvidado de alguno de los elementos básicos de la fe bíblica, y había tergiversado otros. Por eso el propósito de estudiar la tradición –o tradiciones‑, no es para hacernos esclavos de ella, sino más bien para librarnos de ella. Quien no conoce su propia historia no sabe porque es, como es, y por tanto no tiene la libertad de ser de otro modo. Quien por el contrario empieza a comprender porque es de cierto modo, empieza también a descubrir la posibilidad de ser diferente.[14]
Barth nos recuerda en esta magistral cita que la verdadera fidelidad no es a la tradición en sí misma, pero si en cuanto estas refleja fielmente el testimonio de la Palabra de Dios. Sin embargo es importante entender que la Escritura nos llega a través de la mediación de la tradición y si en verdad queremos ser fieles a ella, es necesario que prestemos seria atención a aquellos que nos han antecedido en su tarea de atesorar e interpretar la enseñanza de las escrituras.
La teología no sería un servicio en y para la comunidad si dejara de tomar en serio la tradición… y si al debatirse frente a la cuestión de la verdad de hoy, no se fijara con respeto y deseos de aprender, en que forma los Padres definieron el testimonio cristiano en los tiempos de su oscurecimiento, resaltando y proclamando esto como correcto y señalando aquello como incorrecto…. La teología (por otro lado) no puede ni debe apropiarse ningún dogma, ninguna frase confesional del pasado de la iglesia sin examinarla y sin haberla mediado (desde el origen) con la sagrada Escritura, es decir, con la palabra de Dios.[15]
El papel de la comunidad y la experiencia.
El método en teología debe entenderse como el esfuerzo metodológico para articular coherentemente la verdad contenida en la fe cristiana, la fe de la iglesia […] y que depende de un conocimiento derivado de la apropiación personal de una fe viva en una comunidad concreta.[16] Karl Barth dijo:
Cuando la teología se confronta con la palabra de Dios y con sus testigos descubre que su lugar más propio es la comunidad, y no un determinado lugar en el espacio abstracto. La palabra llama reclamando fe, exige ser aceptada con reconocimiento, confianza y obediencia. Y puesto que la fe no es un fin en sí misma, este clamor de la palabra significa que ella exige ser proclamada al mundo, hacia el cual la palabra está dirigida desde el principio.[17]
La teología debe reconocer en la vida constante de la comunidad, un contexto y punto de referencia esencial para sus investigaciones e interpretaciones. Por eso la teología se empobrece cuando se convierte en unilateralmente crítica de la forma en que convicciones sostenidas por los creyentes se manifiestan popularmente. Podría parece que la preparación y cultura del teólogo lo ponen a parte de los creyentes ordinario, pero su relación se desvirtuaría si la teología expresara una arrogante desde por el común de los miembros de la comunidad.[18]
Clodovis Boff en relación a la experiencia del teólogo plantea que “la primera actitud del teólogo es estar de rodillas. Sólo una teología arrodillada alcanza del Espíritu el don de una mente iluminada: indigencia, sabiduría, ciencia y consejo, que iluminará todo su trabajo teológico.”[19] Tomando en cuenta la experiencia del teólogo me llama mucho la atención cuando en 1911 Barth es nombrado pastor de Safenwil burgo de Argovia, pequeña población al norte de Suiza. Esta parroquia estaba compuesta mayormente de campesinos y obreros, y su nuevo pastor se interesó sobremanera en los esfuerzos por mejorar sus condiciones de trabajo.[20] En cuanto a este periodo pastoral de Barth, Casalis dice:
Estos años de Barth, son categóricos para la madurez, la meditación y la decisión. En contacto con los problemas sociales planteados por la existencia de una importante industria: tres fábricas ofrecían a la mayoría de sus miembros trabajo para ganarse la vida. Aquí Barth organiza la acción sindical, reclamando en nombre de los obreros aumentos de salarios.[21]
La vida de este teólogo impacta a cualquier parvulito de teología en especial a la hora de desarrollar un método teológico. Un hombre que supo mesclar la teología como ciencia académica y la experiencia de su peregrinaje como parte de su discurso practico a la comunidad de fe
Conclusión
En conclusión y pese a los diferentes acercamientos metodológicos, ya sea si es primero la escritura o la tradición [entiéndase como dogma], o el contexto como puntos de partida para nuestro discurso y método teológico, no podemos olvidarnos de un principio fundamental –en especial para aquellos que creen en la verdadera existencia de los sobrenatural, Dios‑ es la soli Deo Gloria, el método teológico debe ser reflexión sobre la gloria y la gracia de Dios, independientemente de nuestros puntos de partida y de nuestra limitante como seres humanos. Por lo tanto no es nuestra gloria y fama, ni mucho menos nuestra ganancia económica, sino la sola gloria de Dios. El método en teología debe seguir el ejemplo que Wicks menciona en su libro
a. La pasión del teólogo es el significado, en especial el de la Palabra de Dios y como este afectó, afecta y afectará a la comunidad de creyentes.
b. Los teólogos están al servicio de los creyentes como investigadores del auto desvelamiento de Dios.
c. La teología es una actividad intelectual que se sitúa dentro de las coordenadas de la fe.
d. La teología estudia el pasado para entender el desarrollo genético de la fe cristiana hasta el día de hoy.
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[1] Antes de desarrollar cualquier método teológico, no se puede olvidar que “Dios es el verdadero objeto de la teología, no el hombre ni la fe, ni la religión, a condición de pensar en ese Dios como el Dios del Evangelio, que es el Dios de los hombres, el que sale a su busca en el Hijo; un Dios que no es rígido ni exclusivo, sino que hace salir el sol sobre buenos y malos. Pedro Rodriguez Panizo, Humildad y grandeza de la teología, en Karl Barth, Introducción a la teología evangélica, trad. Constantino Ruiz (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2006): 14.
[2] Jared Wicks dice que: “Un método teológico adecuado debe tener en cuenta numerosas fuentes, normas y desafíos procedentes de la situación personal de cada cual.” Jared Wicks, Introducción al método teológico (Navarra: Editorial Verbo Divino, 1998): 45.
[3] Un punto interesante en cuanto a la metodología en teología, es que no existe una única metodología para hacer teología, sino que hay que elaborarla. Y esto es una etapa que abarca un proceso con los intentos históricos, el estudio del texto, la importancia de entender mejor el trasfondo cultural histórico, el aporte de otras ciencias que puedan ampliar la lectura de un texto en cuanto a sus dimensiones y su función de horizonte. Por lo tanto entrar en esta dinámica de estudio requiere responsabilidad, oración y fidelidad a la Palabra del objeto de la Teología “Dios”. Se comienza con las escrituras porque esta es la autoridad final en asuntos de fe y de aquí se deriva los otros temas, estudiamos a Dios, porque de allí se derivan los temas.
Por otro lado hay que reconocer que antes de elaborar cualquier método se debe partir de la premisa que la verdad absoluta no está al alcance de ningún ser humano. Somos seres finitos, criaturas incapaces de alcanzar lo absoluto en ningún sentido. Nuestra humanidad finita no sólo limita nuestra comprensión, sino también la distorsiona. Es inevitable que nuestra particularidad humana, nuestro trasfondo personal, nuestros intereses y nuestros prejuicios ideológicos y sociales condicionan nuestras ideas e inclusive nuestros métodos para hacer teología. Por otro lado debemos tomar en cuenta que no podemos olvidarnos que somos todavía pecadores y ese aspecto afectará el pensamiento y por lo tanto el método teológico. Como diría Karl Barth nuestra teología humana nunca puede ser theología gloriae, es siempre teología de pecadores. Por lo tanto la verdad final sólo la posee Dios [aunque este sea un acercamiento de fe] con su propio sistema teológico y esto se da porque sólo él es absoluto [teórica y ontológicamente].
[4] Jared Wicks, Introducción al método teológico: 48. Gerardo Alfaro dice que el teólogo debe buscar en su quehacer teológico una presentación perceptible y ordenada de lo que Dios ha revelado en sus palabras y hechos, con el propósito de entenderlo, obedecerlo y amarlo desde una localización histórica especifica. Gerardo Alfaro, “¿A alguien le importa la teología?”, Kairós No 34 (enero-junio 2004): 45-46.
Juan Stam dice que: La tendencia a pretender tener una teología inamovible produce una teología sistemática abstracta, teórica, espiritual, neutralizando el énfasis histórico de la Biblia, lo que repercute en no entender las dimensiones históricas de la Biblia y peor aún las dimensiones históricas propias. Juan Stam, “La Biblia, el lector y su contexto histórico”. Boletín teológico (abril-septiembre, 1983): 40.
[5] En relación a esto Gerardo Alfaro dice: “La teología es el ethos dentro del cual el exégeta realiza su tarea, y por el cual se interconecta con la realidad eclesial e histórica. Ningún exégeta se acerca al texto bíblico sin antes tener convicciones sobre lo que busca en él convicciones estas que son el producto del pensar vivencial de su fe. En este sentido, se puede decir que la exégesis es una de las partes del “círculo hermenéutico” o “círculo teológico” que idealmente refuerza o corrige las convicciones teológicas del individuo. Por eso “la teología capacita a la exégesis para darse cuenta de su pre comprensiones y prejuicios, y la ayuda a tratar con ellos”. ‑cita de Millard Erickson, Where is Theology Going?: Issues and Perspectives on the Future of Theology (Grand Rapids: Baker Book House, 1994): 60-66.‑ Nuestra exégesis no se hace en un vacío entre el estudioso y el texto. No hay manera de acercarse al texto bíblico sin antes tener convicciones o prejuicios teológicos condicionantes de nuestros análisis. Los principios hermenéuticos que consciente o inconscientemente rigen nuestra exégesis son principios teológicos que deben reconocerse y ponerse también bajo el juicio de la Escritura. Gerardo Alfaro, “¿A alguien le importa la teología?”: 58-59.
[6] Karl Barth, Esbozo de Dogmática, trad. José Tosaus (Santander: Editorial Sal Terrae, 2000): 20. Cp. Paul Wells, Dios ha hablado, trad. Jorge Ruíz (Barcelona: Publicaciones Andamio, 1999): 13.
Gerardo Alfaro dice que: “Dentro de los preliminares de la teología evangélica cobra primordial significación la prioridad del texto bíblico. La teología es la reflexión de la iglesia sobre la revelación divina con el propósito de la obediencia integral a Dios en la historia. Desde el punto de vista evangélico la revelación divina se consigna principalmente en las Escrituras judeocristianas. Es cierto, Dios habla en la historia, en la experiencia individual de los creyentes y principalmente en la aparición de su Hijo nuestro Señor Jesús. Sin embargo, tanto nuestro entendimiento de la historia, de la experiencia humana y del mismo Señor Jesús, debe ser guiado y supeditado al testimonio de la Biblia. La escritura es la norma normans (norma que norma) de toda actividad teológica. Gerardo Alfaro, ¿Cómo hacer teología evangélica?, preliminares de un método teológico evangélico, en “Teología evangélica para el contexto latinoamericano”, ed. Oscar Campos (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2004): 75-76.
[7] Anthony Lane, Sola Scriptura, Making sense a post reformations slogan, en Philip Satterthwaite, David Wright, A patnwag into the Holy Scripture (Gran Rapids: Eerdmans, 1994): 297-300.
[8] Un ejemplo de esto es el caso del acercamiento antropológico a la Biblia. Los antropólogos tratan el texto bíblico como un sistema cultural. Los eruditos que escudriñan un texto bíblico antiguo se encuentran interpretando un sistema cultural que está muy lejos de su propia cultura. Aquí el estudioso bíblico no puede estudiar en forma directa la sociedad que ha producido el texto bíblico. Debe trabajar sólo con textos, pues que la sociedad antigua los produjo y que no existe como entidad viva. Se espera que los estudiosos de un texto bíblico se ocupen de significados incrustados en una serie de formas simbólicas, que analicen modelos, metáforas y motivos literarios, y finalmente que extraigan los valores básicos subyacentes en el mensaje del texto. Krijn Van Der Jagt, Interpretación de la Biblia: Acercamiento desde la antropología, José María Blanch (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2005): 10.
Otro ejemplo del acercamiento de las ciencias es el de Paul Ricoeur, quien introduce una nueva variación metodológica que será esencial en la constitución de su filosofía: la hermenéutica. La necesidad de comprender más y de otra manera al ser humano, le lleva a introducirse en el universo simbólico y mítico y a aplicar sobre este universo, reglas de interpretación. El concepto que propone Ricoeur para realizar la mediación en este conflicto de interpretaciones es el símbolo. Éste posee una capacidad de sobre determinación, que consiste en la posibilidad de articular en sí mismo una interpretación desde la perspectiva de la hermenéutica como recolectora de sentido o desde una hermenéutica de la sospecha.
La tensión dialéctica entre una hermenéutica como ejercicio de sospecha y una hermenéutica donadora de sentido, dirigidas a la comprensión del ser del hombre, remiten a un segundo par de conceptos que Ricoeur denomina dimensión arqueológica y dimensión teleológica de la subjetividad. La arqueología y la teleología juegan un papel importante en la elaboración de su antropología filosófica. Si en la dialéctica de lo voluntario y lo involuntario se busca acceder a la experiencia integral del Cogito y en la tensión entre lo finito y lo infinito se revela la desproporción ontológica; en este tercer momento dialéctico lo que se busca es la superación de un Cogito falso e ilusorio y la mejor instancia para lograrlo es el psicoanálisis entendido como una hermenéutica de la sospecha. Ángel Adaya, “Antropología y libertad en la fenomenología hermenéutica de Paul Ricoeur”, Thémata, revista de filosofía 39 (2007): 359. Esta temática metodológica fue y es aplicada por muchos teólogos de la liberación al texto bíblico como parte de su metodología.
Milliard Erickson presenta una serie de argumentos de porque el teólogo debe estudiar y dialogar con la filosofía. Se nos invita a reconocer que la filosofía nos puede ayudar a definir el significado de nuestras afirmaciones teológicas. Y pensando en esto y en un mundo tan pluralista en el cual vivimos la filosofía nos ayuda a lidiar con el problema de la verdad objetiva. Milliard Erickson, “Theology needs help and more”,saidatsouthern.com/dr-millard-erickson-luncheon-special-can-theology-learn-from-philosophy-and-qa/.
N. Geisler In analytical philosophy, the main question is what do you really mean?nos invita a tomar en cuenta el tema de la lógica como un argumento de fuente para el desarrollo de la metodología teológica. Norman Geisler, Systematic theology (Minesota: Bethany House): 87-89.
Alfaro expresa que Si las ciencias se han concebido como instrumentos por los cuales se conoce el universo, su realidad fenomenológica, ellas deberían verse también como parte de los dones divinos con los que la humanidad ha sido dotada para señorear sobre la creación. Las ciencias matemáticas, naturales y sociales nos ayudan a entender mejor el mundo y la humanidad. Ciencias como la lingüística, la antropología, la sociología y la historia son ayudas indispensables para el mejor entendimiento del texto bíblico. Con todo, debe recordarse que las ciencias humanas no son sistemas de conocimiento acabado ni unificado. Gerardo Alfaro, ¿Cómo hacer teología evangélica?, preliminares de un método teológico evangélico: 49-50
[9] Alicia Winters, Exigencias de un dialogo urgente entre la reflexión teológica y el dialogo vertiginoso de las ciencias en el marco de la globalización, en Los retos del conocimiento, Ed. Carlos Mondragon (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2004): 110-11.
[10] Juan Stam, “Exégesis bíblica e historia antigua”, Boletín teológico 50 (junio, 1993): 71-73. Clodovis Boff dice: La revelación está constituida no sólo por palabras, sino también y, sobre todo, por hechos. Por eso la teología, que tiene en la Revelación su principio determinante, encuentra la fuente de su conocimiento no sólo en las palabras de la fe sino también, y en cuanto iluminada por ella, en la práctica de la fe, que actualiza y encarna la palabra en el hoy. Clodovis Boff, Teoría del método teológico. (México: Ediciones Dabar): 30.9
Dyrness toma en cuenta la historia del ser humano [su propia experiencia y peregrinaje] y expresa que la escritura cobra sentido cuando se relaciona con esta realidad del ser humano dentro del espacio y del tiempo cósmico. William Dyrness, How Does the Bible function in Christian life, en the use of the Bible in the theology (Material provisto para la clase de Metodología Teológica): 160-174.
Interesantemente para Parker Para Parker la escritura se debe entender como un todo como una narrativa desde la perspectiva de la mente del autor en la cual se extraigan principios universales y de esta menar formar un método teológico que sirva para la experiencia personal del individuo. James Parker, In quest of canonical interpretation en the use of the Bible in the theology (Material provisto para la clase de Metodología Teológica): 36-49.
[11] Gerardo Alfaro, ¿Cómo hacer teología evangélica?, preliminares de un método teológico evangélico: 79.
[12] Ha que reconocer que la contextualización y aplicación no es lineal, la relación entre el texto y el autor es dinámica, no es solo el método clásico. Lo que es pertinente en el texto es más amplio a la luz del intérprete. El sistema tradicional no capta esta realidad, no capta lo social sólo lo individual y familiar. El teólogo no se puede olvidar que El contexto informa al texto y el contexto actual le da vida al texto.
Otro aspecto importante es reconocer que el texto es multidireccional y multifacético. Por eso se habla de la función de horizontes. Por ejemplo el evangélico aprecia el mimetismo espiritual del texto. Pero el texto también abarca un mimetismo político, social y económico. La representación de la realidad del texto es la verdad y se tiene que apropiar esto, el problema es que la visión evangélica es demasiado corta o limitada en cuanto a su mimetismo. El entendimiento del texto es el entendimiento de la realidad. El resultado de esto es relativo pero el texto no.
Pensando en los criterios de probabilidad y en el aporte de la hermenéutica tradicional la cual subraya el estudio del texto ‑y eso se basa en una convicción del texto mismo porque se cree que es palabra de Dios. Como teólogos hay que reconocer que hay otras lecturas y que pueden ser evaluadas. Por eso es probabilidad que se puede creer que lo que leo es correcto pero se necesita tener humildad para reconocer que hay otras probabilidades. Si uno lee por y para la gente es una hermenéutica multidireccional.
Hay que tomar en cuenta que la doctrina de la Biblia la que sostiene el resto del edificio teológico, interesantemente todas nuestras creencias se sostienen o caen según el concepto que se tenga de las Escrituras.
[13] Joseph Fitzmyer, Scripture, the soul of theology (New York: Pulist Press, 1994): 54-59. Wolfhart Pannenberg decía que: La historia es el más amplio horizonte de la teología cristiana. «la historia es siempre historia de tradición, e incluso […] los sucesos de la historia hablan su propio lenguaje, el lenguaje de los hechos, pero este lenguaje sólo es audible en el contexto de la tradición y de la expectación dentro del cual acontece los hechos. Wolfhart Pannenberg, “Acontecer salvífico e historia”, en Cuestiones fundamentales de teologías sistemática. (Salamanca: Sígueme, 1976): 211.
[14] Justo Gonzalez, Retorno a la historia del pensamiento cristiano (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2004): 21.
Este mismo autor agrega que el propósito es dirigirnos hacia las Escrituras a través del estudio histórico. No porque creamos que la tradición deba determinar nuestra interpretación, sino porque sabemos que si no hacemos este trabajo la tradición de hecho determinara nuestra interpretación.
David Suazo plantea: ¿Dónde se origina la doctrina? ¿Cuál es la fuente o las fuentes de la misma? ¿Dónde descansa la autoridad? Tanto las Escrituras como la Tradición han sido proclamadas como las fuentes de la doctrina. Claro está que el grado de aceptación de autoridad que tenga la tradición varía según la iglesia de que se trate. Así por ejemplo la Iglesia Católica Romana reconoce mayor autoridad en la Tradición que la Iglesia Ortodoxa y que los protestantes.
No cabe duda que la discusión sobre la autoridad es crucial en los estudios teológicos en general y en los estudios del desarrollo de las doctrina en particular. Los diferentes acercamientos de las iglesias así lo indican. Los herederos de la Reforma Protestante del siglo XVI nos llamamos a nosotros mismos "protestantes" en el sentido clásico, debido precisamente a la forma en que hemos definido este asunto. La fuente de doctrina es la Biblia y la autoridad final es la Biblia misma. Esto no quiere decir que no consideremos a la tradición como una fuente con cierta autoridad, pero no más que eso. David Suazo, “Escritura y tradición” (apuntes de la clase Historia de las doctrina, Guatemala, 2008): 7.
[15] Karl Barth. Introducción a la teología evangélica: 68.
[16] Avery Dulles, El oficio de la teología. Del símbolo al sistema (Barcelona: Editorial Herder, 2003): 22.
[17] Karl Barth. Introducción a la teología evangélica: 57. Este mismo autor expresa que a la fe de la comunidad se le pide que trate de entender. La fe que trata de entender, Fides quaerens intellectum, es lo que la teología ha de encarnar y representar. Lo que a la fe le distingue del asentimiento ciego es precisamente su carácter especial como fe que trata de entender. Ciertamente el presupuesto que respalda todo esto será que la comunidad misma se halle siguiendo la senda correcta en el pasado reciente o en el pasado remoto, o que, en todo caso, no discurra precisamente por una senda equivocada.
[18] Jared Wicks, Introducción al método teológico: 153. Este mismo autor agrega que: Un teólogo que sirve a la comunidad de fe tendrá que tener en cuenta, sin dejar fuera ningún dato, las dimisiones locales, regionales y universales de esa comunidad.
Gerardo Alfaro dice que: La teología evangélica debe aprender a hablarle a la persona que no tiene la formación técnica del teólogo profesional. Debe esforzarse por ser sencilla. No se trata de rebajar el contenido de la revelación, sino de hacerlo accesible a todo ser humano. De esto tenemos ejemplo tanto en el teólogo por excelencia, Jesús mismo, como en sus discípulos. Todos ellos le hablaron a gente sencilla, que no contaban con diccionarios ni enciclopedias bíblicas. Gerardo Alfaro, ¿Cómo hacer teología evangélica?, preliminares de un método teológico evangélico: 62.
[19] Clodovis Boff, Teoría del Método Teológico: 35.
[20] Gesteira Garza, Karl Barth, Un profeta del siglo XX en Karl Barth, Carta a los romanos (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1998): 4.
[21] George Casalis, Retrato de Karl Barth (Buenos Aires: Methopress, 1966): 24. Según Justo González: “En este periodo de su vida, Karl Barth solamente leía teología en cuanto le era necesario para su predicación y la enseñanza, y que pasó la mayor parte de su tiempo estudiando legislación industrial, como organizar sindicatos laborales, y otros temas parecidos. Estaba convencido de que Dios estaba trayendo su Reino no tanto a través de la iglesia sumida en profundo letargo, como a través de la democracia social. En 1915 se hizo oficialmente miembro del partido Demócrata Social. Justo González, Historia del pensamiento cristiano desde los principios hasta nuestros días (Nashville: Editorial Caribe, 2002): 445. En otras palabras Gesteira Garza, expresa que Barth cede a la tentación de identificar el Reino de Dios con la realización terrenal de una sociedad antiburguesa, capaz de superar las lacras sociales de la época. Gesteira Garza, Karl Barth, Un profeta del siglo XX: 4.
Aunque Barth sin duda estuvo en este periodo de su vida inquieto por la situación política, social y económica de sus feligreses, según Casalis “su mayor preocupación durante los diez años que pasará en Safenwil es la predicación; como decir lo que tiene que decirse, pero sobre todo cuál es el contenido del mensaje que, domingo tras domingo, debe de dar el que tiene la grave responsabilidad de subir los peldaños del púlpito cristiano. Entonces es cuando se entrega a un intenso estudio de la Biblia, tanto más cuando sobreviene la primera Guerra mundial.” George Casalis, Retrato de Karl Barth: 24
[1] Antes de desarrollar cualquier método teológico, no se puede olvidar que “Dios es el verdadero objeto de la teología, no el hombre ni la fe, ni la religión, a condición de pensar en ese Dios como el Dios del Evangelio, que es el Dios de los hombres, el que sale a su busca en el Hijo; un Dios que no es rígido ni exclusivo, sino que hace salir el sol sobre buenos y malos. Pedro Rodriguez Panizo, Humildad y grandeza de la teología, en Karl Barth, Introducción a la teología evangélica, trad. Constantino Ruiz (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2006): 14.
[2] Jared Wicks dice que: “Un método teológico adecuado debe tener en cuenta numerosas fuentes, normas y desafíos procedentes de la situación personal de cada cual.” Jared Wicks, Introducción al método teológico (Navarra: Editorial Verbo Divino, 1998): 45.
[3] Un punto interesante en cuanto a la metodología en teología, es que no existe una única metodología para hacer teología, sino que hay que elaborarla. Y esto es una etapa que abarca un proceso con los intentos históricos, el estudio del texto, la importancia de entender mejor el trasfondo cultural histórico, el aporte de otras ciencias que puedan ampliar la lectura de un texto en cuanto a sus dimensiones y su función de horizonte. Por lo tanto entrar en esta dinámica de estudio requiere responsabilidad, oración y fidelidad a la Palabra del objeto de la Teología “Dios”. Se comienza con las escrituras porque esta es la autoridad final en asuntos de fe y de aquí se deriva los otros temas, estudiamos a Dios, porque de allí se derivan los temas.
Por otro lado hay que reconocer que antes de elaborar cualquier método se debe partir de la premisa que la verdad absoluta no está al alcance de ningún ser humano. Somos seres finitos, criaturas incapaces de alcanzar lo absoluto en ningún sentido. Nuestra humanidad finita no sólo limita nuestra comprensión, sino también la distorsiona. Es inevitable que nuestra particularidad humana, nuestro trasfondo personal, nuestros intereses y nuestros prejuicios ideológicos y sociales condicionan nuestras ideas e inclusive nuestros métodos para hacer teología. Por otro lado debemos tomar en cuenta que no podemos olvidarnos que somos todavía pecadores y ese aspecto afectará el pensamiento y por lo tanto el método teológico. Como diría Karl Barth nuestra teología humana nunca puede ser theología gloriae, es siempre teología de pecadores. Por lo tanto la verdad final sólo la posee Dios [aunque este sea un acercamiento de fe] con su propio sistema teológico y esto se da porque sólo él es absoluto [teórica y ontológicamente].
[4] Jared Wicks, Introducción al método teológico: 48. Gerardo Alfaro dice que el teólogo debe buscar en su quehacer teológico una presentación perceptible y ordenada de lo que Dios ha revelado en sus palabras y hechos, con el propósito de entenderlo, obedecerlo y amarlo desde una localización histórica especifica. Gerardo Alfaro, “¿A alguien le importa la teología?”, Kairós No 34 (enero-junio 2004): 45-46.
Juan Stam dice que: La tendencia a pretender tener una teología inamovible produce una teología sistemática abstracta, teórica, espiritual, neutralizando el énfasis histórico de la Biblia, lo que repercute en no entender las dimensiones históricas de la Biblia y peor aún las dimensiones históricas propias. Juan Stam, “La Biblia, el lector y su contexto histórico”. Boletín teológico (abril-septiembre, 1983): 40.
[5] En relación a esto Gerardo Alfaro dice: “La teología es el ethos dentro del cual el exégeta realiza su tarea, y por el cual se interconecta con la realidad eclesial e histórica. Ningún exégeta se acerca al texto bíblico sin antes tener convicciones sobre lo que busca en él convicciones estas que son el producto del pensar vivencial de su fe. En este sentido, se puede decir que la exégesis es una de las partes del “círculo hermenéutico” o “círculo teológico” que idealmente refuerza o corrige las convicciones teológicas del individuo. Por eso “la teología capacita a la exégesis para darse cuenta de su pre comprensiones y prejuicios, y la ayuda a tratar con ellos”. ‑cita de Millard Erickson, Where is Theology Going?: Issues and Perspectives on the Future of Theology (Grand Rapids: Baker Book House, 1994): 60-66.‑ Nuestra exégesis no se hace en un vacío entre el estudioso y el texto. No hay manera de acercarse al texto bíblico sin antes tener convicciones o prejuicios teológicos condicionantes de nuestros análisis. Los principios hermenéuticos que consciente o inconscientemente rigen nuestra exégesis son principios teológicos que deben reconocerse y ponerse también bajo el juicio de la Escritura. Gerardo Alfaro, “¿A alguien le importa la teología?”: 58-59.
[6] Karl Barth, Esbozo de Dogmática, trad. José Tosaus (Santander: Editorial Sal Terrae, 2000): 20. Cp. Paul Wells, Dios ha hablado, trad. Jorge Ruíz (Barcelona: Publicaciones Andamio, 1999): 13.
Gerardo Alfaro dice que: “Dentro de los preliminares de la teología evangélica cobra primordial significación la prioridad del texto bíblico. La teología es la reflexión de la iglesia sobre la revelación divina con el propósito de la obediencia integral a Dios en la historia. Desde el punto de vista evangélico la revelación divina se consigna principalmente en las Escrituras judeocristianas. Es cierto, Dios habla en la historia, en la experiencia individual de los creyentes y principalmente en la aparición de su Hijo nuestro Señor Jesús. Sin embargo, tanto nuestro entendimiento de la historia, de la experiencia humana y del mismo Señor Jesús, debe ser guiado y supeditado al testimonio de la Biblia. La escritura es la norma normans (norma que norma) de toda actividad teológica. Gerardo Alfaro, ¿Cómo hacer teología evangélica?, preliminares de un método teológico evangélico, en “Teología evangélica para el contexto latinoamericano”, ed. Oscar Campos (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2004): 75-76.
[7] Anthony Lane, Sola Scriptura, Making sense a post reformations slogan, en Philip Satterthwaite, David Wright, A patnwag into the Holy Scripture (Gran Rapids: Eerdmans, 1994): 297-300.
[8] Un ejemplo de esto es el caso del acercamiento antropológico a la Biblia. Los antropólogos tratan el texto bíblico como un sistema cultural. Los eruditos que escudriñan un texto bíblico antiguo se encuentran interpretando un sistema cultural que está muy lejos de su propia cultura. Aquí el estudioso bíblico no puede estudiar en forma directa la sociedad que ha producido el texto bíblico. Debe trabajar sólo con textos, pues que la sociedad antigua los produjo y que no existe como entidad viva. Se espera que los estudiosos de un texto bíblico se ocupen de significados incrustados en una serie de formas simbólicas, que analicen modelos, metáforas y motivos literarios, y finalmente que extraigan los valores básicos subyacentes en el mensaje del texto. Krijn Van Der Jagt, Interpretación de la Biblia: Acercamiento desde la antropología, José María Blanch (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2005): 10.
Otro ejemplo del acercamiento de las ciencias es el de Paul Ricoeur, quien introduce una nueva variación metodológica que será esencial en la constitución de su filosofía: la hermenéutica. La necesidad de comprender más y de otra manera al ser humano, le lleva a introducirse en el universo simbólico y mítico y a aplicar sobre este universo, reglas de interpretación. El concepto que propone Ricoeur para realizar la mediación en este conflicto de interpretaciones es el símbolo. Éste posee una capacidad de sobre determinación, que consiste en la posibilidad de articular en sí mismo una interpretación desde la perspectiva de la hermenéutica como recolectora de sentido o desde una hermenéutica de la sospecha.
La tensión dialéctica entre una hermenéutica como ejercicio de sospecha y una hermenéutica donadora de sentido, dirigidas a la comprensión del ser del hombre, remiten a un segundo par de conceptos que Ricoeur denomina dimensión arqueológica y dimensión teleológica de la subjetividad. La arqueología y la teleología juegan un papel importante en la elaboración de su antropología filosófica. Si en la dialéctica de lo voluntario y lo involuntario se busca acceder a la experiencia integral del Cogito y en la tensión entre lo finito y lo infinito se revela la desproporción ontológica; en este tercer momento dialéctico lo que se busca es la superación de un Cogito falso e ilusorio y la mejor instancia para lograrlo es el psicoanálisis entendido como una hermenéutica de la sospecha. Ángel Adaya, “Antropología y libertad en la fenomenología hermenéutica de Paul Ricoeur”, Thémata, revista de filosofía 39 (2007): 359. Esta temática metodológica fue y es aplicada por muchos teólogos de la liberación al texto bíblico como parte de su metodología.
Milliard Erickson presenta una serie de argumentos de porque el teólogo debe estudiar y dialogar con la filosofía. Se nos invita a reconocer que la filosofía nos puede ayudar a definir el significado de nuestras afirmaciones teológicas. Y pensando en esto y en un mundo tan pluralista en el cual vivimos la filosofía nos ayuda a lidiar con el problema de la verdad objetiva. Milliard Erickson, “Theology needs help and more”,saidatsouthern.com/dr-millard-erickson-luncheon-special-can-theology-learn-from-philosophy-and-qa/.
N. Geisler In analytical philosophy, the main question is what do you really mean?nos invita a tomar en cuenta el tema de la lógica como un argumento de fuente para el desarrollo de la metodología teológica. Norman Geisler, Systematic theology (Minesota: Bethany House): 87-89.
Alfaro expresa que Si las ciencias se han concebido como instrumentos por los cuales se conoce el universo, su realidad fenomenológica, ellas deberían verse también como parte de los dones divinos con los que la humanidad ha sido dotada para señorear sobre la creación. Las ciencias matemáticas, naturales y sociales nos ayudan a entender mejor el mundo y la humanidad. Ciencias como la lingüística, la antropología, la sociología y la historia son ayudas indispensables para el mejor entendimiento del texto bíblico. Con todo, debe recordarse que las ciencias humanas no son sistemas de conocimiento acabado ni unificado. Gerardo Alfaro, ¿Cómo hacer teología evangélica?, preliminares de un método teológico evangélico: 49-50
[9] Alicia Winters, Exigencias de un dialogo urgente entre la reflexión teológica y el dialogo vertiginoso de las ciencias en el marco de la globalización, en Los retos del conocimiento, Ed. Carlos Mondragon (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2004): 110-11.
[10] Juan Stam, “Exégesis bíblica e historia antigua”, Boletín teológico 50 (junio, 1993): 71-73. Clodovis Boff dice: La revelación está constituida no sólo por palabras, sino también y, sobre todo, por hechos. Por eso la teología, que tiene en la Revelación su principio determinante, encuentra la fuente de su conocimiento no sólo en las palabras de la fe sino también, y en cuanto iluminada por ella, en la práctica de la fe, que actualiza y encarna la palabra en el hoy. Clodovis Boff, Teoría del método teológico. (México: Ediciones Dabar): 30.9
Dyrness toma en cuenta la historia del ser humano [su propia experiencia y peregrinaje] y expresa que la escritura cobra sentido cuando se relaciona con esta realidad del ser humano dentro del espacio y del tiempo cósmico. William Dyrness, How Does the Bible function in Christian life, en the use of the Bible in the theology (Material provisto para la clase de Metodología Teológica): 160-174.
Interesantemente para Parker Para Parker la escritura se debe entender como un todo como una narrativa desde la perspectiva de la mente del autor en la cual se extraigan principios universales y de esta menar formar un método teológico que sirva para la experiencia personal del individuo. James Parker, In quest of canonical interpretation en the use of the Bible in the theology (Material provisto para la clase de Metodología Teológica): 36-49.
[11] Gerardo Alfaro, ¿Cómo hacer teología evangélica?, preliminares de un método teológico evangélico: 79.
[12] Ha que reconocer que la contextualización y aplicación no es lineal, la relación entre el texto y el autor es dinámica, no es solo el método clásico. Lo que es pertinente en el texto es más amplio a la luz del intérprete. El sistema tradicional no capta esta realidad, no capta lo social sólo lo individual y familiar. El teólogo no se puede olvidar que El contexto informa al texto y el contexto actual le da vida al texto.
Otro aspecto importante es reconocer que el texto es multidireccional y multifacético. Por eso se habla de la función de horizontes. Por ejemplo el evangélico aprecia el mimetismo espiritual del texto. Pero el texto también abarca un mimetismo político, social y económico. La representación de la realidad del texto es la verdad y se tiene que apropiar esto, el problema es que la visión evangélica es demasiado corta o limitada en cuanto a su mimetismo. El entendimiento del texto es el entendimiento de la realidad. El resultado de esto es relativo pero el texto no.
Pensando en los criterios de probabilidad y en el aporte de la hermenéutica tradicional la cual subraya el estudio del texto ‑y eso se basa en una convicción del texto mismo porque se cree que es palabra de Dios. Como teólogos hay que reconocer que hay otras lecturas y que pueden ser evaluadas. Por eso es probabilidad que se puede creer que lo que leo es correcto pero se necesita tener humildad para reconocer que hay otras probabilidades. Si uno lee por y para la gente es una hermenéutica multidireccional.
Hay que tomar en cuenta que la doctrina de la Biblia la que sostiene el resto del edificio teológico, interesantemente todas nuestras creencias se sostienen o caen según el concepto que se tenga de las Escrituras.
[13] Joseph Fitzmyer, Scripture, the soul of theology (New York: Pulist Press, 1994): 54-59. Wolfhart Pannenberg decía que: La historia es el más amplio horizonte de la teología cristiana. «la historia es siempre historia de tradición, e incluso […] los sucesos de la historia hablan su propio lenguaje, el lenguaje de los hechos, pero este lenguaje sólo es audible en el contexto de la tradición y de la expectación dentro del cual acontece los hechos. Wolfhart Pannenberg, “Acontecer salvífico e historia”, en Cuestiones fundamentales de teologías sistemática. (Salamanca: Sígueme, 1976): 211.
[14] Justo Gonzalez, Retorno a la historia del pensamiento cristiano (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2004): 21.
Este mismo autor agrega que el propósito es dirigirnos hacia las Escrituras a través del estudio histórico. No porque creamos que la tradición deba determinar nuestra interpretación, sino porque sabemos que si no hacemos este trabajo la tradición de hecho determinara nuestra interpretación.
David Suazo plantea: ¿Dónde se origina la doctrina? ¿Cuál es la fuente o las fuentes de la misma? ¿Dónde descansa la autoridad? Tanto las Escrituras como la Tradición han sido proclamadas como las fuentes de la doctrina. Claro está que el grado de aceptación de autoridad que tenga la tradición varía según la iglesia de que se trate. Así por ejemplo la Iglesia Católica Romana reconoce mayor autoridad en la Tradición que la Iglesia Ortodoxa y que los protestantes.
No cabe duda que la discusión sobre la autoridad es crucial en los estudios teológicos en general y en los estudios del desarrollo de las doctrina en particular. Los diferentes acercamientos de las iglesias así lo indican. Los herederos de la Reforma Protestante del siglo XVI nos llamamos a nosotros mismos "protestantes" en el sentido clásico, debido precisamente a la forma en que hemos definido este asunto. La fuente de doctrina es la Biblia y la autoridad final es la Biblia misma. Esto no quiere decir que no consideremos a la tradición como una fuente con cierta autoridad, pero no más que eso. David Suazo, “Escritura y tradición” (apuntes de la clase Historia de las doctrina, Guatemala, 2008): 7.
[15] Karl Barth. Introducción a la teología evangélica: 68.
[16] Avery Dulles, El oficio de la teología. Del símbolo al sistema (Barcelona: Editorial Herder, 2003): 22.
[17] Karl Barth. Introducción a la teología evangélica: 57. Este mismo autor expresa que a la fe de la comunidad se le pide que trate de entender. La fe que trata de entender, Fides quaerens intellectum, es lo que la teología ha de encarnar y representar. Lo que a la fe le distingue del asentimiento ciego es precisamente su carácter especial como fe que trata de entender. Ciertamente el presupuesto que respalda todo esto será que la comunidad misma se halle siguiendo la senda correcta en el pasado reciente o en el pasado remoto, o que, en todo caso, no discurra precisamente por una senda equivocada.
[18] Jared Wicks, Introducción al método teológico: 153. Este mismo autor agrega que: Un teólogo que sirve a la comunidad de fe tendrá que tener en cuenta, sin dejar fuera ningún dato, las dimisiones locales, regionales y universales de esa comunidad.
Gerardo Alfaro dice que: La teología evangélica debe aprender a hablarle a la persona que no tiene la formación técnica del teólogo profesional. Debe esforzarse por ser sencilla. No se trata de rebajar el contenido de la revelación, sino de hacerlo accesible a todo ser humano. De esto tenemos ejemplo tanto en el teólogo por excelencia, Jesús mismo, como en sus discípulos. Todos ellos le hablaron a gente sencilla, que no contaban con diccionarios ni enciclopedias bíblicas. Gerardo Alfaro, ¿Cómo hacer teología evangélica?, preliminares de un método teológico evangélico: 62.
[19] Clodovis Boff, Teoría del Método Teológico: 35.
[20] Gesteira Garza, Karl Barth, Un profeta del siglo XX en Karl Barth, Carta a los romanos (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1998): 4.
[21] George Casalis, Retrato de Karl Barth (Buenos Aires: Methopress, 1966): 24. Según Justo González: “En este periodo de su vida, Karl Barth solamente leía teología en cuanto le era necesario para su predicación y la enseñanza, y que pasó la mayor parte de su tiempo estudiando legislación industrial, como organizar sindicatos laborales, y otros temas parecidos. Estaba convencido de que Dios estaba trayendo su Reino no tanto a través de la iglesia sumida en profundo letargo, como a través de la democracia social. En 1915 se hizo oficialmente miembro del partido Demócrata Social. Justo González, Historia del pensamiento cristiano desde los principios hasta nuestros días (Nashville: Editorial Caribe, 2002): 445. En otras palabras Gesteira Garza, expresa que Barth cede a la tentación de identificar el Reino de Dios con la realización terrenal de una sociedad antiburguesa, capaz de superar las lacras sociales de la época. Gesteira Garza, Karl Barth, Un profeta del siglo XX: 4.
Aunque Barth sin duda estuvo en este periodo de su vida inquieto por la situación política, social y económica de sus feligreses, según Casalis “su mayor preocupación durante los diez años que pasará en Safenwil es la predicación; como decir lo que tiene que decirse, pero sobre todo cuál es el contenido del mensaje que, domingo tras domingo, debe de dar el que tiene la grave responsabilidad de subir los peldaños del púlpito cristiano. Entonces es cuando se entrega a un intenso estudio de la Biblia, tanto más cuando sobreviene la primera Guerra mundial.” George Casalis, Retrato de Karl Barth: 24
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