EVANGELICALISMO LATINOAMERICANO
Por: Gonzalo Chamorro M.
Introducción
El presente artículo es una investigación bibliográfica del evangelicalismo latinoamericano. Para cumplir dicho objetivo se realizará una descripción del movimiento y se analizará sus principales aportes, problemas y desafíos en y para América Latina.
Descripción del evangelicalismo latinoamericano
Descripción del evangelicalismo latinoamericano
Trasfondo
El término evangelicalismo se utiliza para “describir al movimiento internacional comprometido con la comprensión del evangelio por el protestantismo histórico.”[1] Los iniciadores de este protestantismo son misioneros mayormente norteamericanos o británicos. Sus influencias teológicas las reciben del pietismo y de los avivamientos de los siglos XVIII (Wesley, Whitefield y Edwards) y XIX (Finney y Moody).[2] En su contexto original norteamericano, el evangelicalismo surgió como una reacción a la creciente influencia del liberalismo europeo que estaba llegando especialmente a las escuelas norteamericanas así como a las iglesias.[3] Debido a esto, los cristianos conservadores sin distingos denominacionales y aún dentro de una variedad de tradiciones teológicas, se centraron en los fundamentos de la fe, por lo que el movimiento fue conocido inicialmente como “fundamentalista.”[4]
Una segunda característica importante que se destacó en el evangelicalismo latinoamericano, fue el premilenarismo futurista. Oscar campos dice que:
Después del fracaso del premilenarismo histórico o historicista promovido por líderes como William Miller a mediados del siglo XIX un premilenarismo futurista apareció en el movimiento de las Conferencias Bíblicas (en Norteamérica) en la segunda mitad de ese mismo siglo. Dichas conferencias eran parte del movimiento conservador (fundamentalista).[5]
Sin duda el premilenarismo tiene su propia historia en el siglo XIX pero obviamente proveyó un motivo escatológico para que el movimiento evangélico se impulsara a la conquista del mundo (en un sentido misionológico y no necesariamente ideológico).
Este evangelicalismo fundamentalista y premilenarista –en su mayoría dispensacionalista‑ llegó a América Latina a través de las “Misiones de Fe”[6] y sería amplia y popularmente diseminado en el continente.[7]
Evangelicalismo en América Latina
A partir del inicio del siglo XX, pero especialmente después de la primera Guerra Mundial, los fundamentalistas y pentecostales comenzaron a establecerse a lo largo de toda América Latina. Jean Pierre Bastian dice que:
Al finalizar la década de 1950, la composición del protestantismo latinoamericano había cambiado radicalmente. Con las transformaciones económicas, provocadas por el desarrollismo capitalista dependiente, millones de campesinos emigraban a las ciudades o hacia los polos de desarrollo. Un protestantismo mucho más espontaneo, de tradición oral y mucho más autóctono lograba penetrar en estos sectores sociales en estado de anomia. El protestantismo tradicional desposeído por las propias condiciones económicas y sociales de su proyecto liberal heredado de los misioneros, entraba en crisis mientras un protestantismo pentecostal y fundamentalista financiado por las misiones de fe, lanzaban campañas masivas de evangelización.[8]
Como se ha dicho anteriormente uno de los distintivos del evangelicalismo ha sido el evangelismo. El evangelicalismo tradicional confrontó el sincretismo católico de Latinoamérica con un celo evangelístico, definiendo la misión de la iglesia como el cumplimiento de la gran comisión deducida de Mateo 28:19-20. Este ha sido el enfoque evangelístico del premilenarismo enfatizando urgencia y evangelización rápida debido a que... como la iglesia primitiva, ellos creían que la segunda venida de Cristo sólo estaba a la vuelta de la esquina.[9] Arturo Piedra dice que:
Los misioneros y los trabajadores nacionales se encuentran en todo lugar oponiendo el servicio social, como un derroche indebido de fondos y energías que deberían ser invertidos en la predicación del evangelio. La actitud de las congregaciones nacionales refleja en particular, la actitud de los misioneros.[10]
Lo idea que está inmersa en el comentario de Piedra es que los evangélicos de este periodo han tenido a considerar la evangelización en un sentido estrecho o espiritual con un énfasis individualista sobre la interpretación de la fe cristiana. En general se consideró –y aun se sigue considerando por ciertos círculos evangélicos‑ a la evangelización como la única actividad legítima de la iglesia, y dejado de lado cualquier otra forma de compromiso con la sociedad. Pablo Deiros dice al respecto:
La misión de la iglesia ha sido entendida tradicionalmente como la de cambiar vidas individuales y construir el periodo de las instituciones eclesiásticas. A esto se agrega la convicción de que la sociedad mejorará sólo en la medida en que haya un aumento en el número de personas transformadas.[11]
De tal manera que cualquier reclamo de justicia y liberación de la opresión es transferido a un futuro escatológico remoto. Estos males desaparecerán con la segunda venida de Cristo. Otra característica importante de este evangelicalismo es que no buscó asociarse con el Consejo Mundial de Iglesias, considerado como demasiado liberal y ecuménico por los fundamentalistas. Jean Pierre Bastian dice que:
En 1964 la ruptura entre este tipo de evangelización y la conciencia nueva de la fracción de los evangélicos ligados al Consejo Mundial de Iglesias se reflejó en el debate entre K. Stranchan y varios líderes del movimiento ecuménico, en la revista International Review of Misión. Mientras Stranchan defendía el llamado al testimonio como imperativo categórico, Víctor Hayward, Marcus Barth y Emilio Castro subrayaban la necesidad de un testimonio que respondiera a las exigencias de justicia y a las demandas de las mayorías y cuestionaba la expansión como estrategia de la iglesia.[12]
Debido a estas diferencias la configuración protestante se divide en dos segmentos mayores: un movimiento ecuménico con mayor reflexión teológica, preocupación social, tendiente a la izquierda y, a la vez sin impacto general, cuyo resultado visible fue CLAI, frente a muchas iglesias evangélicas con una teología casi exclusivamente implícita y simplista, tendiente a la derecha teológica y política, pero creciente y cada vez más fuerte. Su organización visible sería CONELA.[13]
En síntesis el evangelicalismo luchó por años para penetrar el contexto latinoamericano católico, sincretista y cerrado, pero al fin, a mediados del siglo XX comenzó a crecer explosivamente hasta el día de hoy. La misión era evangelística en el sentido de proclamación verbal del evangelio, pensando en una salvación individual y espiritual (del alma) sin prestarle mucha atención a los aspectos físicos, terrenales y temporales como el contexto social y sin tomar en cuenta conceptos de integralidad del ser humano, su existencia, sus relaciones. En medio de todo este contexto América Latina comenzaba a experimentar fuertes cambios sociales. Pablo Deiros dice:
América Latina, entre los años 1950 a 1965 se encontraba evidentemente bajo el signo de la transformación y el desarrollo. Transformación que, además de producirse con una rapidez extraordinaria, llega a tocar todos los niveles del hombre, como expectativas materialistas de mejores circunstancias económicas, el advenimiento de un estilo de vida suburbano, la adquisición de ideas seculares a través del proceso de aburguesamiento, la atracción del marxismo, la secularización y la descristianización del pueblo que parecía acelerarse cada vez con más fuerza.[14]
Todos estos elementos sociales contribuyeron a que católicos y protestantes reaccionaran a las realidades contextuales de manera crítica y examinaran desde su perspectiva particular, y/o demandaran una re-evaluación de “la misión de la iglesia en medio de las graves situaciones del contexto social, económico y político de Latinoamérica”. De esa manera, surgió la teología de la liberación por el lado mayormente católico y el evangelicalismo contextual por el lado evangélico. Alan Perdomo dice:
A través de ciertas coyunturas históricas y en respuesta a los movimientos en la escena eclesiástica de la región, se gesta un movimiento que, desde una postura evangélica, aunque sin llegar a los extremos del fundamentalismo, reflexiona acerca de las creencias cristianas y las aplica a las condiciones del continente.[15]
Debido al reto de la teología de la liberación y a la incapacidad teológica del evangelicalismo más fundamentalista o tradicional para responder a las necesidades del hombre en el contexto latinoamericano del momento, surgió lo que ahora se puede llamar como evangelicalismo contextual. El evangelicalismo contextual está representado por la FTL (Fraternidad Teológica Latinoamericana). Este evangelicalismo latinoamericano siendo evangélico en su teología, ve al hombre como ser integral y por lo tanto la salvación debe ser integral también (misión integral). Este movimiento influyó en una nueva corriente evangélica internacional conocida como el movimiento de Lausana y que se expresa en el pacto de Lausana (1974). A continuación una breve descripción del evangelicalismo contextual y la FTL.
El evangelicalismo contextual.
Según David Suazo, “Tanto el Dr. Samuel Escobar en su libro La fe Evangélica y las Teologías de la liberación, como el Dr. Núñez en su libro Crisis and Hope in Latin America y en el artículo "La conciencia social de los evangélicos" en Kairós No. 2, 1988 trazan el despertar de la conciencia social de los evangélicos latinoamericanos en las últimas décadas del siglo XX.”[16]
En las décadas de los sesenta y setenta irrumpió con fuerza la temática social dentro del evangelicalismo latinoamericano, pero no fue sino hasta la década de los 80 que se elaboró las ideas tocantes al tema. Se avanzó del paso de definir la misión de la iglesia con las ideas encontradas de evangelismo o acción social, al nivel de integrar ambas responsabilidades como partes de una y la misma misión. Núñez expresa de manera interesante al decir que “la misionología evangélica latinoamericana ha venido surgiendo en respuesta al contexto cultural y social, pero sus raíces se encuentran no en el variable del acontecer humano ni en las ideologías políticas de turno, sino en la Palabra escrita de Dios.”[17] Esta reflexión provocó un gran impacto de esperanza teológica, ya que fuera el sentir de muchos teólogos latinoamericanos, el volverse a la Palabra para hacer teología sin descuidar el contexto en el cual se estaban desarrollando. Un aspecto interesante que se definió en este periodo fue la de realizar una teología bíblica de la misión, en la cual la misionología entra en un proceso de contextualización, donde pastores y líderes eclesiásticos entendieran la misión desde su propia realidad cultural y social unida a una teología bíblica en desarrollo y a una misión integral de la iglesia.
Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL).
La FTL surgió como movimiento organizado a partir de su primera consulta teológica realizada en Cochabamba (Bolivia) en diciembre de 1970.[18] Las personas que formaron este movimiento fueron mayormente miembros de las iglesias llamadas a veces conservadoras o evangélicas en el sentido anglosajón del término. La mayor parte de ellos son y fueron pastores o profesionales interesados en la reflexión teológica, destacándose nombres como los de C. René Padilla, Samuel Escobar, Emilio A. Núñez, Pedro Arana, Tito Paredes, Sidney Rooy, Pedro Savage, entre otros.[19] Los rasgos más significativos que dieron inicio a la FTL, fueron:
Rescatar y recuperar una tradición evangélica, particularmente ligada al movimiento Anabautista de los siglos XVI y XVII y al despertar evangélico del siglo XVIII en Inglaterra y los Estados Unidos tanto en la tradición reformada como en la wesleyana, pero también en los orígenes de nuestro propio protestantismo misionero en América Latina. Además el movimiento comienza con una afirmación en la centralidad de las Escrituras, en el doble frente de la crítica al torpe liberalismo y la arbitraria interpretación del fundamentalismo y de un liberalismo que parecía reducir la Biblia a una colección de documentos del pasado o un repositorio de verdades religiosas y éticas generales y universales.[20]
Tomando en cuento esto rasgos, la FTL fue desarrollando a través de los años sus propios “objetivos”[21] de trabajo y reflexión por medio de importantes consultas teológicas, publicaciones de libros, comentarios bíblicos, ensayos y artículos divulgados (a partir de 1972) en su Boletín Teológico, cuya calidad reflejaron el esmero académico de muchos individuos comprometidos con la visión del movimiento. Según Pablo Deiros los logros más importantes de la FTL, han sido el auspicio y participación en los Congresos Latinoamericanos de Evangelización (CELAM I, II, III, IV) en el cual se ha podido ejercer una marcada influencia en el pensamiento teológico evangélico.[22]
Desde su mismo origen la FTL, quedó inscripta en el sector mayoritario del protestantismo latinoamericano para el cual la evangelización del continente sigue siendo tarea impostergable de la Iglesia. A la vez, tomó forma como un movimiento que a la “pasión evangelizadora quería unir un compromiso cristiano con la realidad histórica, sin conformarse con las formulas teológicas repetitivas que tanto han marcado la vida y misión de las iglesias del continente.”[23] En otras palabras si la evangelización, fue una de las “actividades distintivas del movimiento evangélico en el siglo XX,”[24] la Fraternidad nacía dentro de este contexto añadiéndole un fuerte acento teológico y “contextual”[25] de tal manera que la misión de la iglesia no es sinónimo sólo de evangelización y ganar almas para Cristo, sino que va más allá para hablar de “misión integral.”[26]
La fraternidad no pretende ser una institución cerrada en cuanto a ideología y teología, la única base común es la fe evangélica de sus miembros, “el carácter normativo de la Biblia como la palabra escrita de Dios”[27] y pensadores que confiesan a Jesucristo como salvador y Señor. Por lo tanto en su plataforma de dialogo, “se puede escuchar distintas opiniones, siempre dentro del espectro evangélico, convirtiéndose en una tribuna de reflexión abierta para aquellos evangélicos interesados en entender la fe cristiana a la luz del contexto,”[28] aunque no se pretenda llegar a conclusiones absolutas y dogmáticas.
La teología de la FTL, depende de los individuos que impulsan las ideas y aunque se reconoce que se carece de una teología bíblica, sistemática y contextualizada que pueda llamarse evangélica y latinoamericana no se puede negar la gran contribución de la FTL a tomar decisiones abiertas que le permitan al individuo reflexionar su fe a lo largo del peregrinaje teológico en pro de la vida y misión de la iglesia. Los temas más destacados en este movimiento, han sido Reino de Dios, Hermenéutica y contextualización, dependencia económica de América Latina, y misión integral, que han llevado a elaborar líneas teológicas que ya son parte del ser y el quehacer de muchas iglesias latinoamericanas. Con mucha razón Miguez Bonino afirma categóricamente que la “renovación teológica representada por la FTL se ha constituido en un sujeto referencial para el protestantismo latinoamericano.”[29]
Actualmente la FTL actúa Promoviendo encuentros nacionales y regionales sobre teología bíblica, ética, historia y estructura de la Iglesia, fe y cultura, educación cristiana y teológica, ministerio pastoral, evangelización y misión. Provee de manuscritos originales a editoriales, promueve la difusión de literatura cristiana y publica diversos materiales.[30]
Al presente la FTL la integran profesores de instituciones teológicas y/o pastores que están en pleno acuerdo con el espíritu y los objetivos de la Fraternidad; son latinoamericanos (o, en caso de no serlo, están comprometidos con la Iglesia en el mundo latinoamericano); son miembros activos y en plena comunión con su respectiva comunidad eclesiástica; han sido invitados por miembros activos, aceptados por el grupo nacional y ratificados por el Comité Directivo de la Fraternidad; han presentado al grupo nacional o regional una ponencia escrita de ingreso que refleja originalidad, uso adecuado de las fuentes e instrumentos de investigación teológica, y pertinencia a la situación latinoamericana.
En cuanto a las últimas actividades de gran escala a desarrollar de parte de la FTL son auspiciar una consulta nacional los días 27 y 28 de marzo de 2008, con el tema Migración, misión y comunidad. El núcleo FTL de Los Ángeles-Pasadena va a ser el anfitrión para el evento que se realizará en las instalaciones del Seminario Teológico Fuller en California. Los tema que se tratarán son Latinos como inmigrantes, misión en movimiento. Habrá ponencias sobre y Latinos como estadounidenses – Reflexiones teológicas policéntricas. Se cree que esta consulta puede ser de gran significado para los/as latinos/as en los Estados Unidos como también para la vida de la Fraternidad Teológica Latinoamericana.[31]
Finalmente se ha convocando a un doble proceso el que conduce hacia CLADE V y el que aportará a la consolidación institucional de la FTL mediante su Asamblea General. El tema del CLADE V será Seguir al Señor tras su Reino de Vida. ¡Guíanos Santo Espíritu! Julio 2010.[32]
En síntesis por un lado tenemos el crecimiento evangélico que continúa hasta cierto punto por inercia y sin mucha profundidad y sin mucho impacto en la transformación de la sociedad, y por otro lado, la iglesia o los creyentes que preocupados re-evalúan su compromiso con el Señor y con su “misión” en este mundo.
Problemas en el evangelicalismo
En el caso del evangelicalismo más fundamentalista o tradicional no se puede dejar de reconocer “el amplio aporte que tal corriente ha hecho en el campo de las misiones, la evangelización y la formación de iglesias,”[33] pero las críticas más duras contra este evangelicalismo tienen que ver con su teología y misión. La salvación ofrecida por este tipo de protestantismo se reduce a un estrecho plan de salvación individual y subjetiva. El aprecio por la Biblia degeneró en bibliolatría –sacralizar versiones o traducciones de la Biblia y la escatología se redujo a los eventos futuros; de manera que en el presente la iglesia se constituye en una sala de espera del mileno. De tal manera que el énfasis en la Segunda Venida de Cristo, la interpretación del Reino de Dios como algo futuro y otros temas relacionados, provocó con el pasar del tiempo una seria despreocupación por los asuntos sociales del presente. Esta concepción fue transferida a los campos de misión por los misioneros que llevaban esta inclinación produciendo así iglesias sin interés en la problemática social de los países de América Latina.
Desafíos para el mundo evangélico de hoy
Los desafíos que el autor de este artículo planteará, están estrechamente relacionado con la eclesiología y la misión de la Iglesia. Por eso hay que partir de la premisa que:
El protestantismo latinoamericano es una realidad muy compleja que no se agota en la historia de sus denominaciones. Antes que una institución eclesial, es un conjunto de comunidades y de perspectivas sobre Dios, el ser humano, la vida y la muerte, la sociedad y la historia.[34]
Estos temas son fundamentales para entender el desarrollo de la misión de la iglesia y ubicarnos en un determinado espacio y tiempo en la historia de la humanidad a la luz de los diferentes procesos que ha vivido el protestantismo.
Teología, cosmovisión y sociedad
La percepción de los movimientos sociales, marcan una determinada “cosmovisión”[35] en un estado o nación. Esto sin duda afecta al desarrollo humano y al de las instituciones sociales. La iglesia no ha estado exenta de esta disyuntiva y ha tenido que elaborar a través de los años una eclesiología que tenga como punto de partida definir su misión de acuerdo a la cosmovisión o contexto en el cual se está desarrollando. Por lo tanto eclesiología y misión están íntimamente relacionadas, dependiendo una de la otra y marcadas por una situación concreta en la historia.
Como el ser humano es un ser finito y no posee la verdad absoluta en cómo interpretar la realidad de los movimientos sociales y estadios de desarrollo, se ha producido una diversidad en el pensamiento llegando al punto de obtener diferentes opciones en cuanto al significado de la vida, y en lo que corresponde definir la misión de la iglesia. Carlos Sosa en su material Perfil del protestantismo en América Latina dice que: “Uno de los elementos clave de la diversidad eclesiástica y teológica es la manera en que cada corriente ha enfocado la misión de la iglesia. Es decir, cada corriente eclesiástica se relaciona con el mundo (su contexto) de manera diferente para llevar a cabo la misión.”[36]
Esta diversidad en la misión de la iglesia, se puede apreciar claramente en el libro citado con anterioridad Rostros del protestantismo, en el cual se presenta un análisis del desarrollo eclesiástico en América Latina y como los trasfondos, perspectivas y situaciones sociales definieron la misión de la iglesia en las diferentes épocas a partir de la llegada del protestantismo. Sin duda el leer este libro pone a muchos estudiantes de teología a pensar y a releer la historia, preguntándose por ejemplo:
¿Cuál es nuestra verdadera identidad religiosa como creyentes latinoamericanos? ¿Existe una identidad marcada que nos pueda definir ante el mundo como cristianos? ¿Los diferentes rostros del protestantismo han servido para definir nuestra identidad religiosa? ¿Existe una metodología autóctona que ayude como latinoamericanos a definir la misión de la iglesia? ¿Realmente la variedad de protestantismo en nuestro continente han servido para la genuina expansión del reino de Dios o sólo han sido un medio para el auge del proyecto neoliberal?
Estas y otras preguntas llevan a pensar en la actualidad en cómo desarrollar la misión y crear una eclesiología autóctona y “latinoamericana” pero no se puede dejar de plantearse inquietudes como ¿Es posible desarrollar una eclesiología autóctona sin depender de las otras corrientes eclesiológicas desarrolladas en otros sectores del planeta tierra? La respuesta desde la perspectiva del autor de esta monografía es un no, ya que no puede dejar de lado el quehacer teológico que influyó en la conciencias de los teólogos latinoamericanos y no se puede dejar de reconocer que la globalización y las economías mundo hacen dependientes de un sistema de nunca acabar que en cierto sentido borra la manera de conducirse frente a la realidad cristiana del continente.
Tomando en cuenta esta reflexión se puede señalar que la cosmovisión afecta la teología y por lo tanto la manera de conducirse en la sociedad a la luz de una definición de misión. Lo que queda por plantearse es; si existe algún método que procure un encuentro (o como lo expresaría uno de los padres de la economía Adam Smith un punto de equilibrio) en la definición de misión.
Metodología de la misión para el mundo evangélico de hoy
Lo primero que hay que decir es que el testimonio debe encontrar siempre las formas adecuadas de expresión; no puede ignorar el lenguaje, las corrientes de pensamiento, los problemas, las inquietudes y demás circunstancias de cada época. Este sería un buen punto de partida a la hora de definir la eclesiología a la luz de la misión, considerando la gran diversidad en el protestantismo. Lo que se está tratando de decir es que el creyente no puede hacer teología en aislamiento social. Es imperativo comprometernos con la realidad del continente y los agentes que puedan ayudar a redefinir hoy la eclesiología.
Un segundo punto que ayudaría a reformular una manera de definir la misión de la iglesia, es tomar en cuenta que la misión no es producto de la invención humana; tiene su origen en la mente y en el corazón de Dios, pertenece a la esfera de su propósito soberano infalible e inmutable. Dios toma la iniciativa para la salvación del ser humano desde antes de la fundación del mundo.[37]
Un tercer aspecto que ayudaría a las diferentes corrientes eclesiásticas, a la hora de definir la misión de la iglesia, es tomar en cuenta el aspecto teológico de la misión. Hace falta profundizar las bases bíblicas y el fundamento filosófico del compromiso social evangélico. Muchas de las acciones sociales emprendidas por las iglesias carecen de solidez teológica. Les sobra entusiasmo, pero les falta marco conceptual. Esa base es la que determina el curso que toman las acciones, orienta el impacto que se desea producir, alienta la espiritualidad de los participantes y da sentido a la misión. Sin teología, la misión de la iglesia queda expuesta a rumbos inciertos. Por lo tanto y como primer punto de partida la iglesia tiene que hacerse presente en el mundo, en imitación de su Señor y maestro quien vivió entre los hombres en el centro del torbellino social, la presencia de la iglesia en Latinoamérica y en el mundo es esencial para el cumplimiento de su misión.[38]
Finalmente un punto de encuentro en definir un método para desarrollar la misión, es el aspecto ecuménico, en su más amplio sentido. Ante la alarmante desintegración de las iglesias y el desnivel de las grandes denominaciones que servían como núcleos de la vida eclesial organizada, se hace necesario construir nuevos paradigmas de unidad orientados a servicio social. De otra manera, las iglesias corren el riesgo de multiplicar pequeños proyectos sin obtener profundos impactos, por el solo placer de sentirse protagonistas aislados del cambio social. “No sobra agregar que el sentido de lo ecuménico incluye también la disposición para el diálogo interreligioso y la colaboración con la sociedad civil y con otros actores del acontecer social, religioso y político.”[39]
Estas ideas mencionadas aquí podrían ser de utilidad para encontrar el punto de equilibrio en la misión de la iglesia a la luz de la diversidad eclesiástica evangélica. No pretendo haber expuesto lo último en el quehacer teológico latinoamericano, porque no tengo ni la experiencia ni la preparación de los grandes teólogos latinoamericanos, que han aportado al tema de la misión, lo que sí puedo acreditarme es que desde mi realidad estos puntos los considero básicos como para fomentar el punto de encuentro del desarrollo teológico latinoamericano como los desafíos prioritarios del evangelicalismo.
Conclusión
El presente proyecto fue una descripción del evangelicalismo, el cual fue dividido en dos etapas, el fundamentalista y el contextual. Al final a la luz del análisis del evangelicalismo, se pretendió desafiar a este movimiento a tomar en cuenta el tema de misión y eclesiología para el progreso de la iglesia.
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[1] Donald Tinder, “Evangelicalismo”, en Diccionario de historia de la iglesia, ed. Wilton Nelson (Miami: Editorial Caribe, 1989): 422.
[2] Pablo Deiros dice al respecto: El movimiento surgió dentro de la Iglesia de Inglaterra, siendo su primera fase el Club Santo iniciado por Carlos Wesley en Oxford y presidido por su hermano Juan. Ponían un fuerte énfasis en la justificación por la fe sola, y una experiencia profunda y personal con el poder salvador de Dios. A esto se agregó el énfasis calvinista sobre el nuevo nacimiento y el poder en la predicación. Hoy tiene que ver con aquellas expresiones religiosas dentro del protestantismo que enfatizan la necesidad de la obra expiatoria de Cristo en la cruz para el perdón de los pecados, y del nuevo nacimiento del individuo por el arrepentimiento y la fe en Cristo como Señor y Salvador. El evangelicalismo proclama una ética rigurosa y estimula el voluntarismo, el espíritu misionero y una fe y práctica centradas en la autoridad de la Biblia. Pablo Alberto Deiros, “Evangelicalismo,” en Diccionario hispano-americano de la misión. (Argentina: COMIBAM Internacional, 1997):
José Miguez Bonino dice que: “pese a su diversidad confesional –metodistas, presbiterianos y bautistas en su mayor parte‑ y de origen estadounidense y británico, todos comparten un mismo horizonte teológico el que se puede caracterizar con el término evangélico. Estos estaban convencidos de que la sincera aceptación del mensaje del evangelio era la clave para la virtud durante la vida presente y para la vida eterna en el cielo y que su rechazo significaba seguir el camino ancho que concluye en las torturas del infierno. José Miguez Bonino, Rostros del protestantismo latinoamericano (Buenos Aires, Argentina: Nueva Creación, 1995): 35. Para ver más detalles en cuanto al trasfondo y características principales del génesis del evangelicalismo consulte a este autor en sus págs. 36-38.
[3] Miguez Bonino dice que: “El protestantismo evangélico confrontaba, hacia el último tercio del siglo, los desafíos de una cultura urbana reclamada por el secularismo, de una ciencia que ponía en tela de juicio verdades cristianas consideradas fundamentales y del liberalismo teológico –llamado genéricamente modernismo‑ que parecía hacer peligrar la confiabilidad de las Escrituras y elementos centrales de la cristología y soteriología evangélica.” José Miguez Bonino, Rostros del protestantismo latinoamericano: 38. Un buen y resumido análisis de la influencia del liberalismo en este periodo se puede encontrar en el artículo de: Samuel Escobar, “¿Somos fundamentalistas?”, Pensamiento Cristiano 50 (Septiembre, 1966): 90-91.
[4] Juan Stam dice que: El origen del término remonta a finales del siglo XIX. Los protestantes ortodoxos conservadores (que hasta entonces se habían llamado evangélicos) se sentían muy amenazados por la teología liberal introducida por Friedrich Schleirmacher, la polémica del evolucionismo y los cambios rápidos de la sociedad cada vez más urbana e industrializada en los Estados Unidos. Este grupo de ortodoxos conservadores desarrollaron gran fuerza en los Institutos bíblicos, escuelas dominicales en iglesias conservadoras, grandes conferencias bíblicas (como las del Niagra Falls en 1895) y algunas revistas denominacionales. En 1910 dos petroleros de California financiaron una revista con el título de The Fundamentals (adjetivo sustantivado para decir las doctrinas fundamentales). Entre 1910 y 1915 publicaron 12 tomos que fueron distribuidos entre pastores, seminaristas y otros líderes. De sus 64 autores, los 37 primeros se podrían considerarse teólogos de peso. De esos 37, ya para 1925 habían muerto casi todos. De tal manera que la calidad teológica fue deteriorándose progresivamente. La ética, como la teología de este movimiento fue muy reduccionista, consistía en cinco prohibiciones: no tomar licor, no fumar, no bailar, no ir al cine y no jugar naipes. Este movimiento con el pasar de los años tuvo disidentes y subgrupos que promovieron su propia interpretación de la fe fundamentalista. Con los años este término acabó siendo sinónimo de fanatismo e ignorancia. Juan Stam, “El fundamentalismo protestante,” en Haciendo teología en América Latina, ed. Arturo Piedra (San José, Costa Rica: Visión Mundial, 2004) 1:271-74.
[5] Oscar A. Campos, “La Misión de la Iglesia y el Reino de Dios en el Evangelicalismo Tradicional,” Kairós 21 (Julio-Diciembre 1997): 53. Este mismo autor dice que: Dentro del premilenarismo de las Conferencias Bíblicas, conceptos tales como rapto y dispensaciones fueron introducidos. De este modo, el premilenarismo dispensacionalista surgió de las enseñanzas de John Nelson Darby y del movimiento de las Conferencias Bíblicas del Niágara. Esas enseñanzas fueron coleccionadas por C. I. Scofield en su Biblia de Referencia de Scofield, la cual popularizó lo que ahora se conoce como dispensacionalismo. Craig A. Blasing, “Dispensationalism: The Search for Definition,” Dispensationalism, Israel and the Church: The Search for Definition, ed. Craig A. Blaising y Darrell L. Bock, Academic and Professional Books (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1992), 19-21, en Oscar A. Campos, “La Misión de la Iglesia y el Reino de Dios en el Evangelicalismo Tradicional,”: 54.
[6] A diferencia de las viejas iglesias protestantes, las misiones de fe siguieron los modelos establecido por Hudson Taylor fundador de la misión al interior de China. El énfasis de Taylor era permitir a los misioneros salir de sus países para evangelizar en el extranjero por fe, sin tener la necesidad de un sueldo pagado por los directores de la misión de su denominación. Estos misioneros esperaban que individuos y congregaciones aportarían los fondos necesarios para realizar su trabajo. Se puede apreciar la manera en la que cambió el panorama del protestantismo en América Latina al notar que para el año 1958, las misiones de fe y los pentecostales contaban con un 82 % de los misioneros operando en países latinoamericanos. Rodolfo Blank, Teología y misión en América Latina (St. Louis: Concordia Publishing House, 1996): 177.
Pablo Deiros dice: que el número de misioneros aumentó de 3.821 a 6.451 entre 1949 y 1961. Pablo Deiros, Historia del cristianismo en América Latina (Buenos Aires, Argentina: Fraternidad Teológica Latinoamericana, 1992): 739. Para ver más detalles y porcentajes de crecimiento consulte las págs. 737-41. Cp. William Read; Víctor Monterroso; Harmon Johnson, Avance evangélico en la América Latina, trad. Manuel Gaxiola (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1970): 26-28.
[7] A este tipo de evangelicalismo, Oscar Campos le llama evangelicalismo tradicional, ya que está relacionado directamente con el fundamentalismo y el premilenarismo. Pero según este autor: Se debe recordar que el término se está usando de manera muy general y que por lo tanto deja fuera grandes grupos, movimientos y denominaciones establecidas en Latinoamérica que también podrían ser consideradas como evangelicalismo tradicional. En su artículo el calificativo se limita especialmente al evangelicalismo que viene del fundamentalismo premilenarista y dispensacionalista. Se debe aclarar también que el fundamentalismo no se limitaba al premilenarismo (habían fundamentalistas que eran amilenaristas y postmilenaristas también, lo cual sólo indica que eran conservadores); y que el premilenarismo no está limitado al dispensacionalismo (hay diferentes posiciones premilenarista que no son dispensacionalista). Oscar A. Campos, “La Misión de la Iglesia y el Reino de Dios en el Evangelicalismo Tradicional,”: 67.
[8] Jean Pierre Bastian, Historia del protestantismo en América Latina (México: Ediciones CUPSA, 1986): 218. Bonino dice que “todo el protestantismo evangélico absorbe en amplia medida las características de esta nueva ola evangélica de misioneros: un dualismo y espiritualismo más marcado, una ética de separación del mundo acompañada por rigidez legalista. José Miguez Bonino, Rostros del protestantismo latinoamericano: 47. Para ver más detalles en cuanto a la situación social que se vivía en ese tiempo consulte a Carlos Mondragon, Leudar la masa, pensamiento social de los protestantes en América Latina (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2005): 129-181. Cp. Arturo Piedra, Evangelización protestante en América Latina, análisis de las razones que justificaron y promovieron la expansión protestante, Tomo 2 (Quito, Ecuador: CLAI, 2000).
Rodolfo Blank citando a David Martin dice que hay tres olas de protestantismo que llegaron a Latinoamérica, la ola identificada con el evangelicalismo tradicional corresponde a la segunda, Blank dice que esta ola es traída por misioneros que han formado parte del proletariado y realizado sus estudios en Institutos bíblicos. Estos misioneros llegaron en gran cantidad a América Latina, debido al cierre de China a la influencia norteamericana y a la expulsión de los misioneros evangélicos de ese país. Rodolfo Blank, Teología y misión en América Latina: 185.
[9] Campos, “La Misión de la Iglesia y el Reino de Dios en el Evangelicalismo Tradicional,”: 58. Este mismo autor cita a Henry W. Frost, quien era un antiguo director de una agencia de misiones de fe, escribiendo en The Fundamentals (“Los Fundamentos”) a principios del siglo XX, explicó que habían tres motivos para las misiones: (1) El mandato del Señor, (2) la compasión, y (3) la venida de Cristo “con el propósito de establecer el reino… primero la venida y después el reino.” Henry W. Frost, “What Missionary Motives Should Prevail?” The Fundamentals: A Testimony to the Truth, vol. 12 (Chicago: Testimony Publishing Company, 1910), 85-96. Los Iglesias fundamentalistas lanzaron una serie de grandes campañas para salvar a América latina del romanismo y el comunismo. Las campañas de los fundamentalistas como Juan Isaías, Israel García y Luis Palau, enfatizaron la conversión mientras que las campañas de los pentecostales (Tommy Hicks, Osburn y Yiyi Avila) dieron gran importancia a la sanidad divina. Críticas a las campañas de fe han señalado que durante la época de los setenta y ochenta, varios dictadores militares (como Pinochet en Chile) dieron su apoyo a dichas campañas para así debilitar a la iglesia Católica y a la teología de la liberación. Jean Pierre Bastian, Historia del protestantismo en América Latina: 225-26.
[10] Arturo Piedra, Evangelización protestante en América Latina, análisis de las razones que justificaron y promovieron la expansión protestante (Quito, Ecuador: CLAI, 2000) 2:213. Los misioneros de esta época dedicaron el grueso de sus recursos a la evangelización valiéndose de los medios de comunicación masiva. Proclamaron el evangelio desde poderosas radios ubicada en Quito (HCJB- la Voz de los Andes) y en la isla de Bonaire (Radio Transmundial). Más tarde, las iglesias fundamentalistas y pentecostales comenzaron a aprovechar la televisión como un medio para alcanzar las almas. Programas como el club 700 y el club PTL llegaron a trasmitir a casi toda América Latina. Blank, Teología y misión en América Latina: 176.
[11] Pablo A. Deiros, Protestantismo en América Latina, Ayer, hoy y mañana (Nashville: Editorial Caribe, 1997): 76. Este mismo autor agrega que: en razón de que los evangélicos hemos colocado el fin de la historia fuera de la historia, nuestra conciencia social está postergada o sometida.
El reino de Dios es el programa que determina y describe la responsabilidad de la iglesia en el tiempo presente. “El reino es la meta de las misiones.” “La evangelización se lleva a cabo de tal modo que el reino pueda venir, es para apresurar el reino.” El reino depende de la predicación del evangelio, de esta manera la evangelización como misión de la iglesia es muy importante. Este es entonces el motivo final y consumador el cual Dios pone delante de los cristianos, es decir, ir a todas partes, predicando las buenas nuevas a toda criatura, para que la Iglesia pueda ser hecha completa y para que el Rey y el Reino puedan venir. Campos, “La Misión de la Iglesia y el Reino de Dios en el Evangelicalismo Tradicional,”: 59.
[12] Jean Pierre Bastian, Historia del protestantismo en América Latina: 223. En este contexto de separación de opiniones y polarización de posturas cada vez mayor, se celebran las tres Conferencias Evangélicas Latinoamericanas (CELA), en Buenos Aires (1949), Lima (1961), y Buenos Aires (1969) una cuarta sería la que daría lugar a la formación del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) México (1978). Estas reuniones marcaron el rumbo del movimiento ecuménico tradicional en el continente. Edgar Alan Perdomo, “Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana”, Kairós 33 (julio-diciembre, 2003): 88.
[13] Pablo Deiros, Protestantismo en América Latina: 98.
[14] Pablo Deiros, Historia del cristianismo en América Latina: 792. En relación a esto Fernando Bullón dice: Una serie de indicadores a nivel mundial entre la segunda parte de los años 40 y la década de los 70s determina el surgimiento de ciertos enfoques teológicos sobre la realidad y el cambio social. En este contexto el debate sobre el desarrollo se convierte en un debate sobre el hombre y su destino. El dialogo sobre el desarrollo se convierte en un asunto moral y por lo tanto un asunto teológico. Así los teólogos tienen que comenzar a hacer su contribución cristiana a la discusión sobre el hombre, la sociedad y el uso de los recursos del planeta. H. Fernando Bullón, Enfoques teológicos y técnicos entorno al desarrollo en América Latina (San José: Visión Mundial, 1995): 47-48.
[15] Alan Perdomo, “Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana”: 93-94.
[16] David Suazo, Historia de la discusión sobre misión (Apuntes de Proyección social de la Iglesia, Seminario Teológico Centroamericano, 2005): 8
[17] Emilio A. Núñez, El reto de una misionología evangélica latinoamericana, Kairós 26 (enero-junio 2000): 26. Bullón lo expresa de la siguiente manera esta idea que plantea Núñez: “Como toda teología es por naturaleza una reflexión de la Palabra en torno a su contexto y la época en que se vive, el concepto de teología del desarrollo gana aquí terreno, en la medida en que la discusión sobre el desarrollo se muestra más inclusiva y aceptada en diversas arenas. Bullón, Enfoques teológicos y técnicos entorno al desarrollo en América Latina: 49.
[18] Pablo Deiros, Historia del cristianismo en América Latina (Buenos Aires: FTL, 1992): 814. En relación a esto Mariel Voth expresa que la FLT surge como una opción para pensadores y teólogos que desde la década de los 60 (antes de que la Asociación Billy Graham los haya nucleado en 1969), ya habían estado pensando en su entrega a la vida y misión con los hijos de Dios en América Latina. Mariel Voth, Reseña histórica de la FTL, www.fratela.org.
Rodolfo Blank dice que la Fraternidad Teológica Latinoamericana surge durante la reunión del Congreso Latinoamericano de evangelización (CLADE I) en 1969, con un grupo de pastores y líderes de la corriente conservadora-evangélica del protestantismo latinoamericano. Rodolfo Blank, Teología y misión en América Latina: 199.
Como se puede apreciar hay divergencia en cuanto a la fecha de inicio de la FTL, para algunos escritores esta comienza cuando la idea surge como tal, para otros cuando el movimiento se organiza políticamente. Para efectos del artículo se considerará la fecha de inicio de la FTL, el año 1970, ya que la mayoría de sus miembros colocan como punto de partida esta fecha. Emilio A. Núñez (Entrevista personal).
[19] José Miguez Bonino, FTL, Diccionario de historia de la iglesia, en Wilton Nelson, ed. (Miami: Editorial Caribe, 1989): 460.
[20]José Miguez Bonino, Rostros del protestantismo latinoamericano: 55. En cuanto a la influencia del liberalismo teológico, Emilio A. Núñez dice que: hubo miembros de la FTL que no guardaron silencio ante la irrupción del liberalismo teológico. En la asamblea fundadora de la FTL, Pedro Arana y Andrés Kirk hicieron una evaluación concisa del movimiento isalino (movimiento ecuménico conocido como Iglesia y sociedad en América Latina) del cual se puede decirse que en cierto modo fue como un anticipo a la Teología de la Liberación. Emilio A. Núñez, El reto de una misionología evangélica latinoamericana, Kairós 26 (enero-junio 2000): 25.
[21] Promover la reflexión en torno al Evangelio y a su significación para el ser humano y la sociedad en América Latina. Con este fin estimula el desarrollo de un pensamiento evangélico atento a las interrogantes que le plantea la vida en el mundo latinoamericano. Para tal reflexión, se acepta el carácter normativo de la Biblia como la palabra escrita de Dios, escuchando bajo la dirección del Espíritu Santo el mensaje bíblico en relación a las relatividades de la situación concreta. 2. Constituir una plataforma de diálogo entre personas que confiesen a Jesucristo como Salvador y Señor y estén dispuestos a reflexionar a la luz de la Biblia a fin de comunicar el Evangelio en medio de las culturas latinoamericanas. 3. Contribuir a la vida y misión de las iglesias evangélicas en América Latina, sin pretender hablar en nombre de ellas ni asumir la posición de su vocero en el continente latinoamericano. “Objetivos de la FTL”, http://www.fratela.org.
[22] Pablo Deiros, Historia del cristianismo en América Latina: 815. Alan Perdomo expone que: “En cierto sentido la Fraternidad Teológica Latinoamericana es la puerta que se ha abierto para entrar en nuevas dimensiones en el pensamiento teológico evangélico de la región. A través de su trabajo, se han expandido los horizontes de la reflexión y el entendimiento del papel que los evangélicos tienen en el continente.” Alan Perdomo, Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana: 98-99.
[23] C. René Padilla, Hacia una teología evangélica latinoamericana (San José: Editorial Caribe, 1984): 4.
[24] La misionología evangélica latinoamericana es en parte como un serio intento de respuesta a los cambios algunos de ellos dramáticos y profundos que se han venido efectuando en el siglo XX después de las dos guerras mundiales. Emilio Antonio Núñez, El reto de una misionología evangélica latinoamericana: 26.
[25] Quizá la FTL es el primer esfuerzo orgánico consciente para relacionar la fe evangélica con el contexto latinoamericano. En este proceso sus miembros se apartan de la actitud clásica de muchas de las iglesias conservadoras que siguen negando el hecho de que la acción social sea parte de su misión como iglesia y también de las teologías ecuménicas de izquierda, como ISAL. Alan Perdomo, Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana: 103.
René Padilla expresa que: Para estos sobresalientes líderes evangélicos latinoamericanos, la misionología no fue un asunto de eclecticismo académico o de síntesis interdisciplinaria artificial, ya que comenzaron con una hermenéutica totalizadora y una perspectiva integral, en primer lugar. Haciendo esto evitaron la trampa del reduccionismo teológico como la del monismo universalista. Así, la Gestalt totalizadora y realista de su misionología fue de por sí indicativa de la manera en que la teología es liberada y liberadora, y se hace en efecto. Si uno toma esto en serio, reconocerá como consecuencia la validez y la urgencia de la tesis resultante. La misionología debe ser completamente teológica y la teología debe ser completamente misionológica si es que las iglesias de la iglesia una han de crecer en estatura como las representantes de Cristo que "hacen justicia" en medio de la gimiente creación de Dios. René Padilla, Hacia una teología evangélica latinoamericana: 7.
[26] La reflexión sobre la misión de la iglesia en términos de misión integral, surge con fuerza en América Latina, en un ambiente en el que hablar de misión era hablar de misión transcultural y hablar de misioneros era hablar de misioneros enviados a países no cristianos. Además se entendía la misión como una tarea orientada primordialmente a salvar almas y plantar iglesias. La FTL tuvo como consecuencia una reflexión y revisión de conceptos y de prácticas que en la década de los años ochenta comenzó a identificarse como “misión Integral”. Desde entonces las cosas han cambiado. Muchos pastores y líderes eclesiásticos están comprendiendo que toda la iglesia es misionera por naturaleza y que la misión tiene que ver con la transformación de la vida humana en todos sus aspectos. Cada iglesia local está llamada a participar en la misión de Dios. Y la misión de Dios no se reduce a lo espiritual, lo individual, y a lo sagrado, sino que también se extiende a lo material, lo social y lo secular. Como agentes de la misión de Dios, por lo tanto, la iglesia está convocada a cruzar fronteras no sólo geográficas sino también culturales, raciales, económicas, sociales, políticas, etc., para colaborar con dios en su propósito de transformar la vida humana en todas sus dimensiones, de modo que todos, hombres y mujeres, disfruten de la vida plena que Dios ha hecho posible por medio de Jesucristo en el poder del Espíritu. Esta definición de misión de la iglesia surge de la relectura de la totalidad de la Biblia relectura en a la cual han contribuido autores comprometidos con la misión y la FTL. René Padilla, Harold Segura, Ser, hacer y decir, bases bíblicas de la misión integral (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2006): 8.
[27] Los miembros fundadores de la FTL declararon en Cochabamba Bolivia en 1970 que: La Biblia es un libro escrito por hombres y como tal lleva las marcas indelebles de lo humano, pero es a la vez un libro divino, escrito bajo el control del Espíritu Santo. La negación del hecho de la inspiración es al fin de cuentas equivalente a la negación de la revelación especial de Dios. La biblia es inseparable de la historia de la salvación en la cual tuvo su origen por la acción del E. S. la biblia es así mismo inseparable de Jesucristo y del testimonio interno del E. S. Dios ejerce su autoridad por medio de la Palabra escrita y del Espíritu. Y esta autoridad es normativa en todo cuanto concierne a la fe y a la práctica cristiana. FTL, declaración evangélica de Cochabamba, diciembre 1970, en Emilio A. Núñez, El reto de una misionología evangélica latinoamericana: 26.
Este tema se ha venido trabajando a través de los años a la luz de esta declaración, hoy en día se remarca la necesidad del trabajo exegético y hermenéutico serio en América Latina, este es un principio de trabajo enunciado por la FTL en la declaración de Huampaní, en 1993: Asegurar que la reflexión teológica interdisciplinaria pase por la exégesis y la exposición bíblica. Edesio Sánchez Cetina, ¿Qué es la Biblia? (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2003): contraportada del libro.
[28] Alan Perdomo, Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana: 100.
[29] José Miguez Bonino, La teología evangélica y los evangélicos, Boletín Teológico 65 (enero-marzo, 1997): 14 citado en Alan Perdomo, Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana: 107. Dentro de los objetivos de la FTL se expresa que “Nuestros encuentros de fraternidad y de diálogo comunitario con la Palabra están marcados por la diversidad del pueblo evangélico y por el compromiso con el Reino de Dios y su expresión en la vida y misión de la iglesia latinoamericana.”
[30] ¿Qué es la Fraternidad Teológica Latinoamericana?, http://www.fratela.org, para su mayor información puede consultar esta página y ver con más detalles el área de trabajo de la Fraternidad.
[31] Noticias FTL, http://www.fratela.org, para su mayor información puede consultar esta página y ver con más detalles el área nuevos proyectos de la Fraternidad.
[32] En cuanto al llamado de la asamblea general para octubre del 2008, se expresa lo siguiente: Es cierto, hay mucha tela por cortar respecto a la identidad y la pertinencia de la FTL en este tiempo. Y justamente por eso, y en primer lugar, animamos a los núcleos locales (y a los miembros 'des-nucleados') a intencionar una revisión de su vida como tales, a celebrar lo que Dios les ha permitido lograr, a enfrentar con humildad los espacios que han dejado vacíos, y a proyectarse con oración, verdadera fraternidad y compromiso comunitario a la luz de la visión de la FTL. Asamblea general de la FTL, www.fratela.org, para su mayor información puede consultar esta página y ver con más detalles la situación de la Fraternidad. www.lupaprotestante.es. Pero al parecer ha sido suspendida por la cantidad de actividades que habrá en ese año en el mundo evangélico Latinoamericano.
[33] Alberto Roldan, “Los caminos de la teología protestante en América Latina” Kairós 14-15 (enero diciembre 1994): 146-47.
[34] Carlos Mondragon, Leudar la masa, El pensamiento social de los protestantes en América Latina: 1920-1950 (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2005): 7.
[35] Entiéndase por cosmovisión al conjunto de creencias y convicciones que nos permiten ver, interpretar y expresar la realidad. Lo que somos, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que decimos, lo que hacemos, todo se basa en ese conjunto de creencias y convicciones, que muchas veces no identificamos conscientemente, pero que todos tenemos, lo sepamos o no.
[36] Carlos Sosa, Perfil del protestantismo en América Latina (Guatemala: Apuntes de Herencia protestante y misión en América Latina, 2008): 3.
[37] Emilio A. Núñez, Teología y misión: perspectivas desde América Latina (San José: Visión Mundial, 1996): 235.
[38] Ibíd.
[39] Harold Segura, La misión integral treinta y cinco años después (Conferencia dictada en el Consejo Latinoamericano de Iglesia y Visión Mundial Internacional: México D.F. del 8 al 11 de marzo de 2005.
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