EL TRATO DE LA TIERRA A LA LUZ DE LEVÍTICO 25:8-23.
Por: Gonzalo Chamorro
Introducción
El presente trabajo es un esbozo al problema de la crisis ecológica. Se pretende buscar las causas y efectos de esta problemática, y realizar un pequeño estudio de Levíticos 25 con un especial énfasis al trato de la tierra como un aporte a “Los retos ecológicos en América Latina”. Para cumplir dicho objetivo, habrá una exposición del Jubileo como parte de la Ley Mosaica y una breve exposición del capítulo 25 de Levítico en dialogo con escritos de ecoteología y cuidado de la tierra.
Crisis ecológica en el planeta tierra.
Hasta la llegada de la ciencia moderna, con los padres fundadores del paradigma actual, Descarte, Galileo Galilei y, sobre todo, Francis Bacon, la tierra se sentía y se vivía como una realidad viva e irradiadora que inspiraba temor, respeto y veneración. Leonardo Boff dice que:
A partir de la razón instrumental-analítica de los modernos empezó a considerarse mera res extensa, un objeto inerte y desprovisto de inteligencia, entregado al ser humano para que este expresase en ella su voluntad de poder y de intervención creativa y destructiva. Este punto de vista permitió que surgiera el deseo de explotar de forma ilimitada todos sus recursos y servicios hasta llegar a la situación actual, en la que asistimos a una verdadera devastación de la biodiversidad, a la ruptura del equilibrio de los ecosistemas y al calentamiento global.[1]
La llamada crisis “ecológica”[2] que constituye una situación inédita en el planeta, ha sido un proceso de modificación del ritmo de la naturaleza que durante toda su larga historia había conocido el influjo de sus propias fuerzas.[3] Esta modificación es fruto de la actividad del ser humano, que a través de su técnica ha logrado distorsionar prácticamente la totalidad de los ecosistemas de la tierra.[4]
La tierra ha sido transformada en un banco de negocios donde todo es mercantilizado. Todo –minerales, plantas, semillas, aguas, genes…‑ se vende y es objeto de lucro. No se respeta la autonomía de la tierra y su subjetividad como Gaia. Se desconocen nuestras raíces telúricas y nuestro origen común como hombres y mujeres que venimos de la tierra, del humus, de la tierra fértil. Como hijos e hijas de Adán, procedemos de la tierra fecunda.[5]
Según el consenso las cuatro puntas del iceberg ecológico son: “(I) La contaminación, (II) la superpoblación, (III) La extenuación de los recursos naturales, y (IV) La carrera armamentista.”[6] Esta realidad no sólo ha sido denunciada por reconocidos institutos de investigación preocupados por el estado global de la Tierra, sino también por la Cruz Roja Internacional y varios organismos como la ONU.[7] De tal manera que se hace imperativo reconocer que:
Durante las últimas décadas se ha construido el principio de la autodestrucción. La actividad humana, irresponsable ante la máquina de muerte que ha creado, puede causar daños irreparables a la biosfera y destruir las condiciones de vida de los seres humanos. En una palabra, vivimos bajo la grave amenaza de un desequilibrio ecológico que puede afectar la tierra como sistema integrador de sistemas. Nuestro planeta es como un corazón si sufre un daño grave, todos los demás órganos vitales serán afectados.[8]
La cuestión que plantea la crisis ecológica ‑en especial para los evangélicos de Latinoamérica‑, es si la ecología puede añadirse simplemente a los varios enfoques de la “teología contextual o al paradigma de la justicia que los anima, o si está llamada a ser algo realmente nuevo.”[9] El autor de este artículo cree que si es parte de la agenda teológica actual y que resulta indispensable involucrarse en la temática debido a que:
La crisis de la tierra se convierte también en crisis de Dios y crisis de los seres humanos cuando la naturaleza deja de ser manifestación de la divinidad. Si la crisis nos brinda la oportunidad para reflexionar y cambiar, entonces tenemos que analizar las relaciones con respecto a este problema sin precedentes que aflige a nuestro planeta.[10]
No se puede olvidar que Dios creó los cielos y la tierra y todo lo que hay en ellos. Encomendó a los seres humanos la responsabilidad de señorear y ser mayordomos de toda la creación. Durante siglos se ha utilizado el aire, las aguas y la tierra junto con todos sus recursos sin mucha consideración de la posibilidad que los recursos naturales que se brindan podrían acabarse algún día. Christopher Wright dice:
La tierra, en todas sus dimensiones (promesa, conquista, posesión compartida, uso y abuso, pérdida y recuperación) era fundamentalmente una entidad teológica. La historia de Israel es la historia de la redención y se ha visto que la estructura social de Israel era parte del propósito y el patrón de la redención. Ahora se puede decir lo mismo del papel de la tierra dentro de la historia veterotestamentaria de Israel. La tierra también formaba parte del patrón de la redención, porque la estructura social de Israel estaba relacionada con los temas económicos de la repartición, arrendamiento y utilización de la tierra.[11]
Por lo tanto como “la ética del AT es inseparable y dependiente de la teología del AT, la consecuencia es que algo tan importante para esta teología como lo era la tierra tenía que ser igualmente para su ética.”[12] Por eso la teología en dialogo con la ecología debe formular concepto éticos a partir de la función de horizonte del texto bíblico, tanto para la comunidad de fe cristiana como también un aporte a la ética universal. Esto permite poder analizar levíticos 25 con especial énfasis al tema de la tierra como un aporte a la ética eclesiástica y mundial.
El trato de la tierra a la luz de levítico 25.
Comúnmente Levíticos 25 habla de la tierra en los siguientes términos: [a] como suelo cultivable [sembrar 3, 4, 11, 20, 22; podar: 3, 4; cosechar: 3; segar: 5, 11; producir alimento para comer: 6, 12, 29]; [b] como lugar habitable [v. 9: para ti y para tus siervos, tu sierva y para tu jornalero]; y [c] las leyes del año sabático y el año de “jubileo”[13] se refieren a este tipo de tierra [Lv. 25:3, 4, 11, 20, 22]. De aquí resaltan dos temas relevantes para la ética cristiana [1] la tierra concebida como el sustento de la vida y [2] Yahvé como dueño de la tierra [Lv. 25:23]. Para analizar este tema es necesario partir de la siguiente premisa:
Recordemos que la Biblia, escrita desde el trasfondo de una cultura semidesértica, se inicia con la creación de una tierra provista de todo tipo de árboles frutales, peces, aves, ganados y bestias. Esta tierra es dada a la primera pareja humana, no sólo como espacio vital, sino con el mandato de crear allí condiciones que permitan el bienestar de todos.[14]
El Jubileo y la ley Mosaica
Un desfile de trompetas y la declaración de la libertad enmarcan el “jubileo bíblico”[15]. El festival y sus consecuencias sociales se presentan en Levítico 25. Aunque la sección mencionada anteriormente representa el foco del jubileo, hay que entender que el capítulo está ubicado en el centro de una discusión más amplia acerca de este tema. Dos corrientes de la tradición de Israel se unen en Lv. 25. La primera consiste en las leyes del año sabático [“Ex. 21:2-6;”[16] 23:10-11; Dt. 15:1-18] que regulan el pago de las deudas y establecen un año de reposo agrícola. Y la segunda corriente de la tradición que contribuye a las leyes del jubileo en Lv. 25 consiste en varios decretos reales de amnistía o liberación encontrados “en la cultura cercana de Mesopotamia,”[17] como también en relatos bíblicos [Jr. 34:822; Ne. 5:1-13]. Estos decretos acentúan aun más la conexión entre la confesión de Dios como soberano ‑dueño de la tierra‑ y la obediencia a las leyes que exigían justicia social. Sharon Ringe dice que:
Las tradiciones del jubileo bíblico se expresan en una variedad de formas literarias y en materiales que surgen de diversas circunstancias históricas. Cada una de estas tradiciones necesita ser investigadas en su propio contexto social e histórico para que surjan sus implicaciones particulares. Las imágenes en las que hayamos estas tradiciones no siempre tiene la misma connotación y tampoco hay una clara trayectoria que demuestre el desarrollo de una hacia otra.[18]
El jubileo y el código de la alianza
Las leyes bíblicas más antiguas que fundamentan el jubileo son parte del “código de la alianza”[19] [Ex. 21-23]. Esta colección de leyes que gobernaba la vida religiosa y social de Israel fue incorporada al relato del Éxodo en el momento de la teofanía del Sinaí y detalla las obligaciones de los israelitas para con el Dios que había establecido una alianza con ellos. Las dos partes del código de la alianza que más relación tiene con el jubileo son Ex. 21:2-6 y 23:10-11. En estas leyes Dios es representado como soberano y libertador mediante “la liberación de esclavos”[20] y la garantía de un descanso para la tierra.
La tierra es la primera en gozar del privilegio divino del descanso. El verbo dejar descansar literalmente significa aquí: El ser humano tiene el derecho de trabajar la tierra y sacar su producto, pero Dios también defiende el derecho de la tierra a su descanso. Los primeros que tiene beneficio de esta liberación, son los pobres y luego los animales, aquí Dios impone un límite, para defender los intereses de la tierra y de los pobres.[21]
El jubileo y el código Deuteronómico
Deuteronomio es el nombre con el que se conoce el quinto libro de la Biblia. Proviene del griego y quiere decir segunda ley, y se le asignó en la Septuaginta. La designación Deuteronomio habla del contenido a partir de la relación del libro con los otros escritos del Pentateuco. Se supone que existe una primera ley y que en Deuteronomio se recuenta esa ley, esta vez dentro del marco de una alianza renovada.[22]
En Dt. 15:1-18 no hay mención específica del año de reposo agrícola, pero la terminología de liberación y la referencia a un periodo de siete años vincula a este conjunto de leyes a Ex. 21:2-6 y 23:10-11. Se puede apreciar que estos textos de Deuteronomio están compuestos por tres secciones principales. 1) liberación o cancelación de deudas [Dt. 15:1-6]. 2) Prestamos a los pobres [Dt. 15:7-11]. 3) Procedimientos para la liberación de los esclavos hebreos [Dt. 15:12-18]. “La imagen detrás de estas leyes es la de una sociedad bajo la jurisdicción de una administración central con una economía relativamente compleja.”[23]
Es interesante como la tradición sabática-jubilar exige una ruptura histórica que permite a la tierra y a las personas recuperar su libertad. En la teología de esta tradición, la tierra y las personas son de Dios y nadie puede apropiárselas en forma limitada o injusta.[24] A continuación el presente estudio es una exposición de Lev. 25 en torno a las leyes para la observancia del jubileo con énfasis al trato de la tierra como un aporte a “Los retos ecológicos en América Latina”.
Exposición de Levítico 25:1-23
Este capítulo sigue el tema del cap. 23 [las fiestas solemnes]. Es la continuación de los festivales con significados religiosos. El tema principal de este capítulo es la explicación del año del jubileo, con una introducción sobre el año sabático. “Es como si el año del jubileo fuera una extensión del año sabático.”[25]
Levítico 25:8-13
A cada séptimo año sabático, “cada cuadragésimo noveno año”[26], debía seguir el “año de jubileo.”[27] Este año también aparece como el año 50 después del séptimo año sabático, aunque algunos eruditos opinan que realmente era el año 49. También se ha sugerido que éste era “un año corto de 49 días, inserto dentro del séptimo mes del año 49, a fin de alinear el calendario lunar de Israel con el año solar.”[28] Así comienza el año de jubileo. El nombre jubileo es la traducción de la palabra, lbeîAy “que viene del sonido del instrumento musical del cuerno de carnero.”[29] El lema de ese año, debía ser #r,a'ÞB' rAr°D ~t,îar'q.W Proclamar liberta en la tierra.[30] El propósito de la proclamación era recuperar la propiedad familiar y reunir a la familia.[31] (v.10).
Las normas relativas a la inalienabilidad de la tierra familiar, y los procesos corroborativos de la redención y el jubileo, en Levítico 25, apuntaban a evitar que la tierra pudiera ser un objeto de lujo en el mercado. En Israel era técnicamente imposible especular con el terreno, o amasar grandes haciendas privadas mediante adquisiciones permanentes de terrenos. La tierra no podía venderse de forma permanente [Lv. 25:23].[32]
Es así como en el v. 11 se insta al pueblo a no cosechar ni segar, porque es el tiempo del jubileo, y es el año en que los esclavos quedan en libertad.[33]
Levítico 25:14-17
Los vv. 14–16 y 20–22 tratan de leyes sobre venta y compra de terreno. La misma idea sigue en el v. 23. El terreno vendido vuelve a su dueño original en el año jubileo, pero el precio será según el número de años que el nuevo dueño lo tiene. El precio será proporcionado según
los años de cosecha.[34]
Levítico 25:18-22
Este estímulo a observar las regulaciones sabáticas prometía bendiciones especiales en el año que lo precedía, como respuesta a una pregunta muy natural [v. 20]. El principio teológico era que la obediencia a la legislación económica de Israel requería fe en que Dios podía proveerles lo necesario por medio de su control sobre la naturaleza, así como de la historia.
Como Israel era un pueblo agrícola, su vida dependía de la tierra. Se dejaba reposar ésta para que produjera los recursos para la vida. Sin duda la razón práctica de la política del descanso de la tierra fue ecológica. Dejarla descansar es una práctica antiquísima para controlar las plagas y reponer la fertilidad del suelo. En el pensamiento teológico, esta práctica implica respeto básico a la tierra misma y, por extensión, al Dios que daba los recursos de la vida, pues la tierra era la fuente de la vida.[35]
Levítico 25:23
La tierra como propiedad divina es la afirmación más clara que se aprecia en Lv. 25:23. En el contexto de una serie de leyes sobre el rescate de tierras perdidas por deudas, este texto plantea una idea que permite ver el problema de la posesión de tierra desde una nueva perspectiva. Ahora la tierra no es vista aquí como propiedad exclusiva de ninguna comunidad humana sino, como posesión última de Yahvé. Frente a este hecho quedan relativizadas las pretensiones particulares. Delante de Yahvé y en las tierras de su propiedad son los israelitas tan forasteros como los otros.[36] Los siguientes capítulos de Levítico 25, hablan acerca del rescate de casas en ciudades [29-34]; La prohibición de la esclavitud Israelita [39-43]; y rescate del siervo [47-54].
En síntesis, la tierra debía quedar libre de la mano del hombre, que exhausta su poder con propósitos terrenales, como su propiedad, y disfrutar el santo reposo con el que Dios había bendecido la tierra y todos sus productos después de la creación.
Israel como nación de Dios, debía aprender por un lado, que aunque la tierra fue creada para el hombre, no fue meramente creada para que él le extrajera sus poderes para su uso propio, sino para ser santa al Señor y participar en su sagrado descanso.[37]
Se puede deducir de esta exposición, que la tierra es un pacto, un compromiso para vivir de acuerdo a la voluntad de Yahvé. Si la tierra es concebida como el sustento de la vida entonces debe ser bien administrada para aprovechar a su justa medida los recursos que entrega. Y por otro lado si Yahvé se presenta como dueño de la tierra, entonces quienes habitan en ella no tiene ninguna autoridad para deshacerse de un bien que se a prestado para el beneficio del ser humano. Levítico hace un llamado a recordar que hay recursos que no son renovables y por lo tanto debe ser bien gobernado. A continuación y a la luz de lo expuesto se entrega una breve pastoral de la tierra como un aporte a la comunidad cristiana y latinoamericana.
Pastoral de la tierra: preliminares filosóficos-teológicos.
Hay que tomar, considerando que la ecología forma parte de nuestra fe, la mentalidad dualista propia de la filosofía platónica ‑que está profundamente arraigada en la teología fundamentalista, donde el cosmos y la tierra, elementos que no se han considerado parte de la fe cristiana y como algo meramente material y no espiritual‑ como un elemento negativo para la metodología que se utilizará para desarrollar la temática de la ecología.
La palabra de Dios tiene una dimensión ecológica. Su concepción positiva del cosmos y del hombre debe ponerse de relieve como fundamento de la benevolencia divina sobre el ecosistema planetario, sin el cual toda la obra buena de Dios se desmoronaría.[38] “Es necesario que los cristianos paguen el precio de la redención de la tierra en los términos de un cambio total de los valores, los estilos de vidas, los objetivos políticos y económicos e incluso el tipo de ciencia y tecnología que se practican.”[39] Roy May dice que:
La función de la ética ambiental se centra en la toma de conciencia de nuevas relaciones entre las cosas y su propia realidad humana y en orientación de las mediaciones y las relaciones. Se trata de la asignación de valor intrínseco/valor instrumental como legitimación y deslegitimación de ciertas mediaciones y relaciones. La ambigüedad de los dos valores tiene importancia teórica en vista de que el valor intrínseco excluye el valor instrumental, prácticamente se prohíbe el uso de la naturaleza; deslegitima la presencia humana. Me parece que tal ética absolutista y exclusivista, no tiene cabida en la ética en pro de la vida sostenible. La ética ambiental requiere un concepto de valor que legitime tanto el valor intrínseco como instrumental, no en forma de exclusión mutua, sino en su ambigüedad.[40]
Como aspecto metodológico se debe reconocer que la ética ambiental es una “ética contextual,”[41] por cuanto responde a la realidad histórica ambiental. Si se apega a un marco deontológico, con base en principios y normas abstractas, absolutas y universales, pierde su capacidad orientadora en situaciones o contextos históricos concretos, como es la crisis del medio ambiente.
Preliminares de una pastoral de la tierra.
Para desarrollar una pastoral de la tierra, se debe: [a] recalcar el propósito social del uso de la tierra. Cuando la pastoral se preocupa por el uso mismo de la tierra, se relaciona directamente con las políticas agrarias. También se relaciona con el bienestar ecológico de la tierra, pues destruir ésta es destruir la fuente misma de la vida misma, no sólo para una persona, sino para toda la colectividad, ahora y en el futuro,[42] [b] Leer la Biblia y hacer teología a partir de la lucha por la tierra. La relectura y la recuperación de la tradición bíblica de la tierra para la teología y la pastoral de hoy resulta un reto eclesiológico y pastoral ineludible en el continente. La tarea pastoral debe incorporar en su agenda la elaboración de una ética que quite la legitimidad moral a los que dominan la tierra hoy en día.
La pastoral de la tierra puede revelar lo que cree: que la fe cristiana es revolucionaria, destinada por Dios a transformar permanentemente la humanidad. La revelación cristiana pone la tierra a disposición de todos como un don divino, digno de todo respeto y cariño, sacramento de Dios, fuente de vida y lugar de trabajo que hará realidad la libertad humana.[43]
Como ya se ha apreciado a lo largo de toda este artículo, los problemas ambientales de hoy, están reclamando respuestas éticas, acompañadas estas de un grado de sensibilización y de comprensión, falta en todo esto liderazgo. Luis Benítez dice:
Ante el impacto de las actividades humanas en el entorno insisten, como en otras ocasiones, en la importancia de la educación y la formación medioambientales. Se debe enseñar a preferir la estética de lo natural frente a lo artificial. Toda apuesta a la concientización por los problemas medioambientales, saber que la vida en todas sus manifestaciones forma, conjuntamente con el hombre, un solo y gigante organismo, para ellos es necesario un nuevo paradigma científico en la educación medioambiental.[44]
La importancia de formar y educar a las comunidades de fe resulta un imperativo categórico en torno al cuidado de la tierra. América latina debe experimentar un avivamiento ecológico en pro
de una vida sostenible. Para llevar a cabo esto y como dice Leonardo Boff:
Necesitamos sacar a la luz ciertas tendencias que están también presente en nuestras mentes y corazones: la solidaridad, la compasión, el cuidado solícito, la comunión y la armonización. Tales valores y fuerzas interiores podrán instaurar un nuevo paradigma de civilización: la civilización de la humanidad reunificada en la casa común que es el planeta tierra.[45]
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[1] Leonardo Boff, “La tierra como Gaia: Un desafío ético espiritual”, Concilum 331 (junio 2009):355
[2] La ecología es una división de la biología que estudia la relación entre los organismos y su medio ambiente. Los científicos han descubierto que hay un balance entre las plantas, el aire, y el agua, y hay una dependencia mutua. James Giles, Bases bíblicas de la ética (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 2004): 315.
[3] Lucio Florio, El Mensaje bíblico sobre la naturaleza. Nueva visión de la ecología, en Comentario bíblico latinoamericano, Nuevo Testamento, (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2007): 97.
[4] Roy May dice que: El problema ambiental que sufre América Latina y el Caribe, como muchas otras partes del mundo, desnuda una crisis de convivencia que pone en duda la sobrevivencia de millones de personas y de especies enteras. La calidad de vida, especialmente en términos económicos pero también existenciales, no es defendible para grandes sectores de latinoamericanos y caribeños. La crisis no es casual. Obedece a políticas de desarrollo estructuradas por elites, tanto nacionales como transnacionales, que sólo han tomado en cuenta “la sociedad de hombres (sic) y de criaturas… todo indivisible… realidad fundada y conocida en Dios. Roy May, Ética y medio ambiente, hacia una vida sostenible (San José: DEI, 2004): 19.
[5] Leonardo Boff, La opción-Tierra, la solución para la tierra no cae del cielo, trad. Jesús García (Santander: Editorial Sal Terrae, 2008): 34.
[6] Juan L. Ruiz de la Peña, Teología de la creación (Santander: Editorial Sal Terrae, 1987): 182. En Relación a esto Roy May dice que: “La crisis ecológica se simboliza en (a) los tugurios de miseria que atraviesan las enromes ciudades. (b) La deforestación masiva. (c) la contaminación tóxica de las aguas y el aire. (4) la agricultura monocultivista que depende de insumos químicos. (d) la degradación de las franjas litorales y los humedales de los manglares. Cada una de estas realidades afecta directamente la vida sostenible. Roy May, Ética y medio ambiente, hacia una vida sostenible: 20. Cp. David Atkinson, David Field, “Medio ambiente”, en Diccionario de ética cristiana y pastoral (Barcelona: Editorial Clie, 2004): 797.
[7] Sin duda la ecología amenaza con convertirse en uno de los temas dominantes de la ecología de la política contemporánea. Ello en alguna medida, se expresa en la gravitación electoral que han adquirido los llamados partidos verdes, sobre todo en países europeos. Fernando Mires, El discurso de la naturaleza, ecología y política en América Latina (San José: DEI, 1996): 15.
[8] Leonardo Boff, Ética Planetaria, para un consenso mínimo entre los humanos, trad. Paula Abramo (México: Ediciones Dabar, 2004): 11.
[9] Elaine Wainwright, “¿Cómo leer el libro de la Genealogía?”, Concilum 331 (junio 2009): 346.
[10] Felix Wilfred, “Hacía una ecoteología interreligiosa”, trad. José Pérez, Concilum 331 (junio 2009): 380. En relación a esto Leonardo Boff expresa que: La misma lógica que explota a las clases y subyuga naciones depreda también los ecosistemas y extenúa el planeta tierra. La tierra al igual que sus hijos e hijas, necesita liberación. Todos vivimos oprimidos por un paradigma de civilización que nos ha exiliado de la comunidad de vida, que se relaciona violentamente con la naturaleza y que nos hace perder la veneración por la sacralidad y la majestad del universo. De esta clase de percepciones ha nacido una teología ecológica de la liberación según la cual la injusticia social se transforma en injusticia ecológica, porque afecta a la persona humana y a la sociedad, que son parte integrante de la naturaleza. Leonardo Boff, Del Iceberg al Arca de Noé, el nacimiento de una ética planetaria (Santander: Editorial Sal Terrae, 2003): 92.
[11] Christopher Wright, Viviendo como pueblo de Dios, la relevancia de la ética del Antiguo Testamento, trad. Daniel Menezo (Barcelona: Publicaciones Andamio, 1996): 56. En relación a esto Juan Ruiz dice: “La teología debe interesarse por el debate de la ecología y afrontarlo como un dialogo, necesario y urgente, entre las ciencias de la fe y las ciencias de la naturaleza. No puede ser de otro modo, porque lo que en él se cuestiona es la realidad del mundo y el futuro del hombre, cosas ambas que importan a la razón teológica tanto al menos como puedan importarle a la biología, la sociología, la economía o a la ecología.” Juan L. Ruiz de la Peña, Teología de la creación: 176.
[12] Ibid.
[13] La apertura de la dimensión del descanso, la recreación y la recuperación de la creación toda, asume el jubileo como una clave interpretativa de toda la historia de la salvación. De aquí que el año del jubileo como institución del rescate de la tierra [posibilidad de recuperación de la tierra por parte de los desposeídos], suspensión y prohibición de la venta e institución de las leyes de reforma agraria [Lev. 25], a partir del criterio de pertenencia de la tierra a Dios. De tal manera que la recuperación de la tierra como eje conceptual central en el jubileo bíblico: es un don de Yahvé que implica responsabilidad humana frente a ella, y así mismo, una amenaza y tentación de adquirir seguridad económica y prosperidad, para consecuentemente, olvidar la alianza con Yahvé. Loida Sardiñas, “El jubileo bíblico y la lucha por la vida”, Vida y pensamiento 18 (julio-diciembre, 1998): 135.
[14] José Ramírez, “La tierra como posesión última de Yahvé”, en Tierra prometida: Abraham, Josué y tierra sin exclusión (Ecuador: Editorial Abya Yala, 2002): 67. Por otro lado hay que recordar que la historia bíblica de la redención comienza con la promesa de Dios a Abraham. Un constituyente fundamental de esa promesa, tal como se revela y repite en la narrativa patriarcal, es que Dios daría a Abraham y a sus descendientes una tierra. Christopher Wright, Viviendo como pueblo de Dios, la relevancia de la ética del Antiguo Testamento: 51.
[15] Después de la observancia del año sabático, llegaba el año del jubileo. Se anunciaba por el clamor de las trompetas en el décimo día de Tishri, el mes séptimo. De acuerdo con las instituciones dadas en Lv. 25:8-55, este marcaba un año de libertad en el cual la herencia de la familia era restaurada a aquellos que habían tenido la desgracia de perderla, los esclavos hebreos eran puestos en libertad y la tierra era dejada sin cultivar. Samuel Schultz, Habla el Antiguo Testamento, trad. Francisco Cazarola (Grand Rapids: Outreach Publications, 1982): 69.
[16] Estos texto tratan de los esclavos que habían perdido su libertad por no pago de sus deudas. “El esclavo queda libre al séptimo año, cuando cumplía seis años de esclavitud, aunque no fuera todavía el año sabático oficial. El esclavo no podía esperar. El tiempo de liberación (que es el tiempo de Yahvé) no sigue el calendario oficial. No hay en Israel un mercado de esclavos. La liberación de esclavos era una exigencia, sin pago de la deuda que aun podría quedar por pagar. La vida humana se afirma por encima de toda la ley de contratos y deudas. Cualquiera fuera el monto de la deuda, nadie podía ser esclavizado más de 6 años. Era un límite no negociable a la explotación. Pablo Richard, “Ya es tiempo de proclamar un jubileo”, Vida y pensamiento18 (julio-diciembre, 1998): 11.
[17] Esa preocupación por la propiedad perpetua de la tierra también era evidente en los documentos ugaríticos sobre cuestiones inmobiliarias. Entre los Heteos y Mesopotamia se hacía periódicamente declaraciones de devolución de tierras a sus dueños primitivos y de liberación de esclavos a menudo en el primer año de un nuevo reinado y están atestiguadas por proclamaciones de antiguos reyes como Uruinimgina y Ammisaduqa.
Jhon Walton, Victor Matthews, Mark Chavalas, “Levítico”, en Comentario del contexto cultural de la Biblia, Antiguo Testamento, eds. Juan Carlos Cevallos, Humberto Casanova, trad. Nelda Bedford (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2008): 142.
[18] Sharon H. Ringe, La liberación y el jubileo bíblico (San José, Costa Rica: Editorial Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1997): 40.
[19] Recientemente ha podido esclarecerse el trasfondo cultural específico del pacto del Sinaí. El pacto tiene un paralelo cercano a la estructura literaria de un tratado internacional del antiguo cercano Oriente que se celebraba entre el Señor y su súbdito (vasallos). Aunque la fórmula era conocida y tuvo amplia difusión durante el segundo milenio, la mayor cantidad de ejemplos –y los más completos‑ del tratado señor-vasallo se encuentran en los textos hititas de Boghazköy de los siglos XIV y XIII. La mayoría de los elementos de esta fórmula constan en los textos referidos al pacto mosaico. The Biblical archaeology Reader 3, E. Campbell, Freedman, eds. Gran Rapids: 1981, pp. 3-53, citados en William Sanford, David Allan, Frederic William, Panorama del Antiguo Testamento, Mensaje, forma y trasfondo del Antiguo Testamento, trad. (Grand Rapids: Libros Desafíos, 1999): 144.
[20] El código de la alianza se destaca sobre los demás conocidos por los reglamentos más humanitarios en el trato de los esclavos (Deut. 15:12–18; Lev. 25:39–55). La esclavitud era muy dura entre los demás pueblos; sin embargo, no lo era tanto entre los hebreos por razón del espíritu humanitario de la ley mosaica. Aun el esclavo tenía derechos que su amo no podía ignorar (ver 21:26–27). Había varias maneras por las cuales un hebreo podía caer en la esclavitud: (1) por venta de los padres, (2) por robar y no poder pagar la restitución o multa correspondiente (22:1–3), (3) por deudas no pagadas o por insolvencia (Amós 2:6; 2 Rey. 4:1), (4) por voluntad propia por causa de la pobreza (Lev. 25:39), o (5) por nacer esclavo. Evidentemente la mayoría de ellos eran deudores insolventes, y probablemente servían como esclavos domésticos. Eran considerados como enseres, es decir, propiedad del dueño; sin embargo, como seres humanos, tenían sus derechos inalienables. La esclavitud israelita no era permanente como la de los cautivos de la guerra y la de los extranjeros (Lev. 25:44–55). Andrés Glaze, “Éxodo”, en Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 2, eds. Daniel Carroll, José Poe, Rubén Zorsoli (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003): 191.
[21] Pablo Richard, “Ya es tiempo de proclamar un jubileo”: 11. La tierra gime por el dolor de la opresión social y política, por la violencia sin piedad, la injerencia extranjera, la degeneración económica, y por una marcada destrucción ecológica. El anhelo profundo de los habitantes de Centroamérica como de otras partes del mundo, implica una paz que signifique un verdadero descanso. Los pueblos desean espacio para respirar tranquilamente, sin miedo y con seguridad. Quieren una naturaleza protegida y restaurada, fértil y productiva. Quieren tiempo para hacer poesía, cantar y bailar. Verdaderamente buscan un reposo sabático. Roy May, Tierra: ¿Herencia o mercancía?, justicia, paz e integridad de la creación (San José: DEI, 1993): 75.
[22] Edesio Sánchez, “Deuteronomio”, en Comentario bíblico iberoamericano, eds. C. René Padilla, Luciano Jaramillo (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2002): 17.
[23] Sharon H. Ringe, La liberación y el jubileo bíblico: 44. La ley deuteronómica limitando la esclavitud por motivos económicos es una revisión de la ley del esclavo hebreo en Éxodo 21:1–6. En Éxodo el esclavo comenzaba su período de esclavitud sin nada y salía sin nada. Después de servir seis años de esclavitud, el esclavo salía de la casa de su señor con las manos vacías, tan pobre como el día en que había empezado. La ley deuteronómica cambia la ley del esclavo hebreo en el libro de Éxodo para ayudar al esclavo a empezar una nueva vida. Este cambio enseña la preocupación del deuteronomista por los esclavos y hace un esfuerzo de mejorar su situación. La razón por esta preocupación por los esclavos y oprimidos se basa en la misma historia de Israel. El señor del esclavo debe acordarse de que los israelitas habían sido esclavos en Egipto y Jehovah los había rescatado, y cuando fueron librados, el pueblo no salió con las manos vacías porque el Señor les dio de las riquezas de Egipto (Ex. 3:21, 22; 11:2; 12:35, 36). Claude Mariottini, “Deuteronomio” en Comentario Bíblico Mundo Hispano (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003): 3:433. En cuanto a la reforma deuteronómica puede consultar a: Rainer Albertz, Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento (Madrid: Editorial Trotta, 1999): 451.
[24] Lo que hace que el tema de la tierra permee la ética del Antiguo Testamento es la creencia de que Dios posee la tierra y exige de sus arrendatarios una responsabilidad por el uso que hagan de ella. Nada de lo que uno pueda hacer escapa a la esfera de la inspección moral divina. Christopher Wright, Viviendo como pueblo de Dios: 66.
[25] James Crawford, “Levítico”, en Comentario Bíblico Mundo Hispano, (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003) 3:123.
[26] F. Duane Lindsey, “Levítico”, en El conocimiento bíblico, un comentario expositivo, trad. Bernardino Vázquez (Puebla, México: Ediciones las Américas, 2003) 1:244.
[27] No hay evidencia de que el jubileo se haya puesto en práctica efectivamente. Roland de Vaux, Ancient Israel: Its life and Institutions (Londres: Longman & Todd, 1976): 175-77. En relación a esto René Padilla dice; No hay manera de comprobar que en Israel no se haya puesto en práctica de leyes del jubileo en ningún momento de su historia. Es muy probable que el silencio al respecto en el A. T. se deba a que los israelitas practicaban el jubileo regularmente de modo tan natural que los autores del A. T. simplemente no considera necesario mencionar ese hecho. C. René Padilla, Economía humana y economía del reino de Dios (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2002): 24.
[28] Gordon Wenham, The Book of Leviticus, International commentary on the Old Testament (Grand Rapids: B. Eerdmans Publishing Company, 1979): 319.
[29] Roland Faley, “Levítico”, en Nuevo comentario bíblico San Jerónimo Antiguo Testamento, eds. Raymond Brown, Joseph Fitzmyer, Roland Murphy (Navarra, España: Editorial verbo Divino, 2005): 120.
[30] En hebreo, #r,a, transmite, por lo menos, cuatro niveles de sentido: cosmológicamente designa la tierra (en oposición al cielo) o a la tierra firme (en oposición al agua); físicamente, el suelo; geográficamente, regiones; y políticamente, determinados países. H. H. Schmidt, “Tierra, país”, Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento, eds. E. Jenni, C. Westermann (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1978) 1:343.
[31] Quienes habían incurrido en deudas eran libres de lo que aún quedaba sin pagar (el AT presupone que debe hacerse cualquier esfuerzo por pagar las deudas) y de cualquier responsabilidad que su deuda hubiera demandado. De esta manera, ellos podían “regresar” a tomar posesión de cualquier terreno que la familia hubiera sido forzada a entregar a un acreedor como garantía sobre cualquier préstamo. Por lo tanto, la ley tenía el efecto de reunir a la familia en la tierra de sus antecesores, no más allá de una generación después de que habían incurrido en las deudas originales. Christopher J. H. Wright, “Levítico”, en Nuevo Comentario Bíblico: Siglo Veintiuno, eds. Carson, D.A.; France, R.T.; Motyer, J.A.; Wenham, G.J (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 2000): edición electrónica.
[32] Christopher Wright, Viviendo como pueblo de Dios: 95. Cp. Roy May, Tierra: ¿Herencia o mercancía?, justicia, paz e integridad de la creación: 80.
[33] Las herencias, por cualquier causa, y cuán frecuentemente hubieran sido enajenadas, volvían a las manos de sus dueños antiguos. Esta ley de mayorazgo, por la cual el heredero legítimo nunca podría ser despojado, era una disposición de gran sabiduría para conservar en su orden a las familias y tribus, y fielmente registradas sus genealogías, a fin de que todos pudiesen tener pruebas para establecer sus derechos a las propiedades ancestrales. Roberto Jamieson, A. R. Fausset.; David Brown, “Levítico” en Comentario exegético y explicativo de la Biblia, Antiguo Testamento, (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 2003) 1:117.
[34] Aunque vender no era lo ideal, a veces era necesario. Así que se tenía que hacer con justicia. El precio debía calcularse con base en el número de los años después del jubileo, tomando en cuenta el número de los años que la tierra produciría sus frutos hasta el siguiente jubileo, en el que la tierra retornaría a su dueño original. En otras palabras lo que uno realmente vendía era el número de cosechas, el usufructo limitado de la tierra era pagado en su totalidad por adelantado. F. Duane Lindsey, “Levítico”: 245.
[35] Roy May, Tierra: ¿Herencia o mercancía?, justicia, paz e integridad de la creación: 80.
[36] José Ramírez, “La tierra como posesión última de Yahvé”: 79.
[37] Keil Delitzch, “Levítico”, en Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento, trad. Ivo Tamm (Barcelona: Editorial Clie, 2008): 363.
El jubileo invita ante todo a reconocer la dimensión social de la fe bíblica y a adoptar el punto de vista del legislador divino. De ahí la necesidad de investigar realísticamente de que modo podían implementarse en la sociedad contemporánea los grandes objetivos del programa de Levítico, especialmente los que tratan de promover la equitativa distribución de las riquezas y la utilización racional de los recursos naturales (el descanso sabático de la tierra). Armando Levoratti, “Levítico”, en Comentario bíblico latinoamericano, Antiguo Testamento (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2005): 516.
[38] Lucio Florio, El Mensaje bíblico sobre la naturaleza. Nueva visión de la ecología: 100.
[39] Armando Levoratti, “Ante la crisis de la ecología”, en Comentario bíblico latinoamericano, Nuevo Testamento (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2007): 105.
[40] Roy May, Ética y medio ambiente, hacia una vida sostenible: 121.
[41] Estos conceptos de ética contextual comienza en pensadores como Dietrich Bonhoeffer, Ética, trad. Lluis Duch (Madrid: Editorial Trotta, 2000): 315 págs. El teólogo brasileño Marcelo de Barros Souza, recuerda con referencia a la pastoral y la teología de la tierra, que: No se trata de una reflexión sobre el suelo ni sobre el planeta tierra. Es más bien una reflexión teológica hecha partiendo del problema de la tierra para el pueblo que vive en el campo y para los que trabajan con os agricultores. Marcelo de Barros Souza, “La tierra, palabra de Dios. Apuntes para una teología de la tierra”, Misiones Extranjeras 117 (Mayo-Junio 1990): 234.
[42] Roy May, Tierra: ¿Herencia o mercancía?, justicia, paz e integridad de la creación: 33.
[43] Marcelo de Barros Souza, “La tierra, palabra de Dios. Apuntes para una teología de la tierra”: 243.
[44] Luis Benítez, “Ecología y pensamiento Franciscano”, Franciscanum 145 (enero-abril 2007): 136-37.
[45] Leonardo Boff, Del iceberg al arca de Noé, El nacimiento de una ética planetaria: 93.
[1] Leonardo Boff, “La tierra como Gaia: Un desafío ético espiritual”, Concilum 331 (junio 2009):355
[2] La ecología es una división de la biología que estudia la relación entre los organismos y su medio ambiente. Los científicos han descubierto que hay un balance entre las plantas, el aire, y el agua, y hay una dependencia mutua. James Giles, Bases bíblicas de la ética (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 2004): 315.
[3] Lucio Florio, El Mensaje bíblico sobre la naturaleza. Nueva visión de la ecología, en Comentario bíblico latinoamericano, Nuevo Testamento, (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2007): 97.
[4] Roy May dice que: El problema ambiental que sufre América Latina y el Caribe, como muchas otras partes del mundo, desnuda una crisis de convivencia que pone en duda la sobrevivencia de millones de personas y de especies enteras. La calidad de vida, especialmente en términos económicos pero también existenciales, no es defendible para grandes sectores de latinoamericanos y caribeños. La crisis no es casual. Obedece a políticas de desarrollo estructuradas por elites, tanto nacionales como transnacionales, que sólo han tomado en cuenta “la sociedad de hombres (sic) y de criaturas… todo indivisible… realidad fundada y conocida en Dios. Roy May, Ética y medio ambiente, hacia una vida sostenible (San José: DEI, 2004): 19.
[5] Leonardo Boff, La opción-Tierra, la solución para la tierra no cae del cielo, trad. Jesús García (Santander: Editorial Sal Terrae, 2008): 34.
[6] Juan L. Ruiz de la Peña, Teología de la creación (Santander: Editorial Sal Terrae, 1987): 182. En Relación a esto Roy May dice que: “La crisis ecológica se simboliza en (a) los tugurios de miseria que atraviesan las enromes ciudades. (b) La deforestación masiva. (c) la contaminación tóxica de las aguas y el aire. (4) la agricultura monocultivista que depende de insumos químicos. (d) la degradación de las franjas litorales y los humedales de los manglares. Cada una de estas realidades afecta directamente la vida sostenible. Roy May, Ética y medio ambiente, hacia una vida sostenible: 20. Cp. David Atkinson, David Field, “Medio ambiente”, en Diccionario de ética cristiana y pastoral (Barcelona: Editorial Clie, 2004): 797.
[7] Sin duda la ecología amenaza con convertirse en uno de los temas dominantes de la ecología de la política contemporánea. Ello en alguna medida, se expresa en la gravitación electoral que han adquirido los llamados partidos verdes, sobre todo en países europeos. Fernando Mires, El discurso de la naturaleza, ecología y política en América Latina (San José: DEI, 1996): 15.
[8] Leonardo Boff, Ética Planetaria, para un consenso mínimo entre los humanos, trad. Paula Abramo (México: Ediciones Dabar, 2004): 11.
[9] Elaine Wainwright, “¿Cómo leer el libro de la Genealogía?”, Concilum 331 (junio 2009): 346.
[10] Felix Wilfred, “Hacía una ecoteología interreligiosa”, trad. José Pérez, Concilum 331 (junio 2009): 380. En relación a esto Leonardo Boff expresa que: La misma lógica que explota a las clases y subyuga naciones depreda también los ecosistemas y extenúa el planeta tierra. La tierra al igual que sus hijos e hijas, necesita liberación. Todos vivimos oprimidos por un paradigma de civilización que nos ha exiliado de la comunidad de vida, que se relaciona violentamente con la naturaleza y que nos hace perder la veneración por la sacralidad y la majestad del universo. De esta clase de percepciones ha nacido una teología ecológica de la liberación según la cual la injusticia social se transforma en injusticia ecológica, porque afecta a la persona humana y a la sociedad, que son parte integrante de la naturaleza. Leonardo Boff, Del Iceberg al Arca de Noé, el nacimiento de una ética planetaria (Santander: Editorial Sal Terrae, 2003): 92.
[11] Christopher Wright, Viviendo como pueblo de Dios, la relevancia de la ética del Antiguo Testamento, trad. Daniel Menezo (Barcelona: Publicaciones Andamio, 1996): 56. En relación a esto Juan Ruiz dice: “La teología debe interesarse por el debate de la ecología y afrontarlo como un dialogo, necesario y urgente, entre las ciencias de la fe y las ciencias de la naturaleza. No puede ser de otro modo, porque lo que en él se cuestiona es la realidad del mundo y el futuro del hombre, cosas ambas que importan a la razón teológica tanto al menos como puedan importarle a la biología, la sociología, la economía o a la ecología.” Juan L. Ruiz de la Peña, Teología de la creación: 176.
[12] Ibid.
[13] La apertura de la dimensión del descanso, la recreación y la recuperación de la creación toda, asume el jubileo como una clave interpretativa de toda la historia de la salvación. De aquí que el año del jubileo como institución del rescate de la tierra [posibilidad de recuperación de la tierra por parte de los desposeídos], suspensión y prohibición de la venta e institución de las leyes de reforma agraria [Lev. 25], a partir del criterio de pertenencia de la tierra a Dios. De tal manera que la recuperación de la tierra como eje conceptual central en el jubileo bíblico: es un don de Yahvé que implica responsabilidad humana frente a ella, y así mismo, una amenaza y tentación de adquirir seguridad económica y prosperidad, para consecuentemente, olvidar la alianza con Yahvé. Loida Sardiñas, “El jubileo bíblico y la lucha por la vida”, Vida y pensamiento 18 (julio-diciembre, 1998): 135.
[14] José Ramírez, “La tierra como posesión última de Yahvé”, en Tierra prometida: Abraham, Josué y tierra sin exclusión (Ecuador: Editorial Abya Yala, 2002): 67. Por otro lado hay que recordar que la historia bíblica de la redención comienza con la promesa de Dios a Abraham. Un constituyente fundamental de esa promesa, tal como se revela y repite en la narrativa patriarcal, es que Dios daría a Abraham y a sus descendientes una tierra. Christopher Wright, Viviendo como pueblo de Dios, la relevancia de la ética del Antiguo Testamento: 51.
[15] Después de la observancia del año sabático, llegaba el año del jubileo. Se anunciaba por el clamor de las trompetas en el décimo día de Tishri, el mes séptimo. De acuerdo con las instituciones dadas en Lv. 25:8-55, este marcaba un año de libertad en el cual la herencia de la familia era restaurada a aquellos que habían tenido la desgracia de perderla, los esclavos hebreos eran puestos en libertad y la tierra era dejada sin cultivar. Samuel Schultz, Habla el Antiguo Testamento, trad. Francisco Cazarola (Grand Rapids: Outreach Publications, 1982): 69.
[16] Estos texto tratan de los esclavos que habían perdido su libertad por no pago de sus deudas. “El esclavo queda libre al séptimo año, cuando cumplía seis años de esclavitud, aunque no fuera todavía el año sabático oficial. El esclavo no podía esperar. El tiempo de liberación (que es el tiempo de Yahvé) no sigue el calendario oficial. No hay en Israel un mercado de esclavos. La liberación de esclavos era una exigencia, sin pago de la deuda que aun podría quedar por pagar. La vida humana se afirma por encima de toda la ley de contratos y deudas. Cualquiera fuera el monto de la deuda, nadie podía ser esclavizado más de 6 años. Era un límite no negociable a la explotación. Pablo Richard, “Ya es tiempo de proclamar un jubileo”, Vida y pensamiento18 (julio-diciembre, 1998): 11.
[17] Esa preocupación por la propiedad perpetua de la tierra también era evidente en los documentos ugaríticos sobre cuestiones inmobiliarias. Entre los Heteos y Mesopotamia se hacía periódicamente declaraciones de devolución de tierras a sus dueños primitivos y de liberación de esclavos a menudo en el primer año de un nuevo reinado y están atestiguadas por proclamaciones de antiguos reyes como Uruinimgina y Ammisaduqa.
Jhon Walton, Victor Matthews, Mark Chavalas, “Levítico”, en Comentario del contexto cultural de la Biblia, Antiguo Testamento, eds. Juan Carlos Cevallos, Humberto Casanova, trad. Nelda Bedford (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2008): 142.
[18] Sharon H. Ringe, La liberación y el jubileo bíblico (San José, Costa Rica: Editorial Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1997): 40.
[19] Recientemente ha podido esclarecerse el trasfondo cultural específico del pacto del Sinaí. El pacto tiene un paralelo cercano a la estructura literaria de un tratado internacional del antiguo cercano Oriente que se celebraba entre el Señor y su súbdito (vasallos). Aunque la fórmula era conocida y tuvo amplia difusión durante el segundo milenio, la mayor cantidad de ejemplos –y los más completos‑ del tratado señor-vasallo se encuentran en los textos hititas de Boghazköy de los siglos XIV y XIII. La mayoría de los elementos de esta fórmula constan en los textos referidos al pacto mosaico. The Biblical archaeology Reader 3, E. Campbell, Freedman, eds. Gran Rapids: 1981, pp. 3-53, citados en William Sanford, David Allan, Frederic William, Panorama del Antiguo Testamento, Mensaje, forma y trasfondo del Antiguo Testamento, trad. (Grand Rapids: Libros Desafíos, 1999): 144.
[20] El código de la alianza se destaca sobre los demás conocidos por los reglamentos más humanitarios en el trato de los esclavos (Deut. 15:12–18; Lev. 25:39–55). La esclavitud era muy dura entre los demás pueblos; sin embargo, no lo era tanto entre los hebreos por razón del espíritu humanitario de la ley mosaica. Aun el esclavo tenía derechos que su amo no podía ignorar (ver 21:26–27). Había varias maneras por las cuales un hebreo podía caer en la esclavitud: (1) por venta de los padres, (2) por robar y no poder pagar la restitución o multa correspondiente (22:1–3), (3) por deudas no pagadas o por insolvencia (Amós 2:6; 2 Rey. 4:1), (4) por voluntad propia por causa de la pobreza (Lev. 25:39), o (5) por nacer esclavo. Evidentemente la mayoría de ellos eran deudores insolventes, y probablemente servían como esclavos domésticos. Eran considerados como enseres, es decir, propiedad del dueño; sin embargo, como seres humanos, tenían sus derechos inalienables. La esclavitud israelita no era permanente como la de los cautivos de la guerra y la de los extranjeros (Lev. 25:44–55). Andrés Glaze, “Éxodo”, en Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 2, eds. Daniel Carroll, José Poe, Rubén Zorsoli (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003): 191.
[21] Pablo Richard, “Ya es tiempo de proclamar un jubileo”: 11. La tierra gime por el dolor de la opresión social y política, por la violencia sin piedad, la injerencia extranjera, la degeneración económica, y por una marcada destrucción ecológica. El anhelo profundo de los habitantes de Centroamérica como de otras partes del mundo, implica una paz que signifique un verdadero descanso. Los pueblos desean espacio para respirar tranquilamente, sin miedo y con seguridad. Quieren una naturaleza protegida y restaurada, fértil y productiva. Quieren tiempo para hacer poesía, cantar y bailar. Verdaderamente buscan un reposo sabático. Roy May, Tierra: ¿Herencia o mercancía?, justicia, paz e integridad de la creación (San José: DEI, 1993): 75.
[22] Edesio Sánchez, “Deuteronomio”, en Comentario bíblico iberoamericano, eds. C. René Padilla, Luciano Jaramillo (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2002): 17.
[23] Sharon H. Ringe, La liberación y el jubileo bíblico: 44. La ley deuteronómica limitando la esclavitud por motivos económicos es una revisión de la ley del esclavo hebreo en Éxodo 21:1–6. En Éxodo el esclavo comenzaba su período de esclavitud sin nada y salía sin nada. Después de servir seis años de esclavitud, el esclavo salía de la casa de su señor con las manos vacías, tan pobre como el día en que había empezado. La ley deuteronómica cambia la ley del esclavo hebreo en el libro de Éxodo para ayudar al esclavo a empezar una nueva vida. Este cambio enseña la preocupación del deuteronomista por los esclavos y hace un esfuerzo de mejorar su situación. La razón por esta preocupación por los esclavos y oprimidos se basa en la misma historia de Israel. El señor del esclavo debe acordarse de que los israelitas habían sido esclavos en Egipto y Jehovah los había rescatado, y cuando fueron librados, el pueblo no salió con las manos vacías porque el Señor les dio de las riquezas de Egipto (Ex. 3:21, 22; 11:2; 12:35, 36). Claude Mariottini, “Deuteronomio” en Comentario Bíblico Mundo Hispano (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003): 3:433. En cuanto a la reforma deuteronómica puede consultar a: Rainer Albertz, Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento (Madrid: Editorial Trotta, 1999): 451.
[24] Lo que hace que el tema de la tierra permee la ética del Antiguo Testamento es la creencia de que Dios posee la tierra y exige de sus arrendatarios una responsabilidad por el uso que hagan de ella. Nada de lo que uno pueda hacer escapa a la esfera de la inspección moral divina. Christopher Wright, Viviendo como pueblo de Dios: 66.
[25] James Crawford, “Levítico”, en Comentario Bíblico Mundo Hispano, (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003) 3:123.
[26] F. Duane Lindsey, “Levítico”, en El conocimiento bíblico, un comentario expositivo, trad. Bernardino Vázquez (Puebla, México: Ediciones las Américas, 2003) 1:244.
[27] No hay evidencia de que el jubileo se haya puesto en práctica efectivamente. Roland de Vaux, Ancient Israel: Its life and Institutions (Londres: Longman & Todd, 1976): 175-77. En relación a esto René Padilla dice; No hay manera de comprobar que en Israel no se haya puesto en práctica de leyes del jubileo en ningún momento de su historia. Es muy probable que el silencio al respecto en el A. T. se deba a que los israelitas practicaban el jubileo regularmente de modo tan natural que los autores del A. T. simplemente no considera necesario mencionar ese hecho. C. René Padilla, Economía humana y economía del reino de Dios (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2002): 24.
[28] Gordon Wenham, The Book of Leviticus, International commentary on the Old Testament (Grand Rapids: B. Eerdmans Publishing Company, 1979): 319.
[29] Roland Faley, “Levítico”, en Nuevo comentario bíblico San Jerónimo Antiguo Testamento, eds. Raymond Brown, Joseph Fitzmyer, Roland Murphy (Navarra, España: Editorial verbo Divino, 2005): 120.
[30] En hebreo, #r,a, transmite, por lo menos, cuatro niveles de sentido: cosmológicamente designa la tierra (en oposición al cielo) o a la tierra firme (en oposición al agua); físicamente, el suelo; geográficamente, regiones; y políticamente, determinados países. H. H. Schmidt, “Tierra, país”, Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento, eds. E. Jenni, C. Westermann (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1978) 1:343.
[31] Quienes habían incurrido en deudas eran libres de lo que aún quedaba sin pagar (el AT presupone que debe hacerse cualquier esfuerzo por pagar las deudas) y de cualquier responsabilidad que su deuda hubiera demandado. De esta manera, ellos podían “regresar” a tomar posesión de cualquier terreno que la familia hubiera sido forzada a entregar a un acreedor como garantía sobre cualquier préstamo. Por lo tanto, la ley tenía el efecto de reunir a la familia en la tierra de sus antecesores, no más allá de una generación después de que habían incurrido en las deudas originales. Christopher J. H. Wright, “Levítico”, en Nuevo Comentario Bíblico: Siglo Veintiuno, eds. Carson, D.A.; France, R.T.; Motyer, J.A.; Wenham, G.J (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 2000): edición electrónica.
[32] Christopher Wright, Viviendo como pueblo de Dios: 95. Cp. Roy May, Tierra: ¿Herencia o mercancía?, justicia, paz e integridad de la creación: 80.
[33] Las herencias, por cualquier causa, y cuán frecuentemente hubieran sido enajenadas, volvían a las manos de sus dueños antiguos. Esta ley de mayorazgo, por la cual el heredero legítimo nunca podría ser despojado, era una disposición de gran sabiduría para conservar en su orden a las familias y tribus, y fielmente registradas sus genealogías, a fin de que todos pudiesen tener pruebas para establecer sus derechos a las propiedades ancestrales. Roberto Jamieson, A. R. Fausset.; David Brown, “Levítico” en Comentario exegético y explicativo de la Biblia, Antiguo Testamento, (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 2003) 1:117.
[34] Aunque vender no era lo ideal, a veces era necesario. Así que se tenía que hacer con justicia. El precio debía calcularse con base en el número de los años después del jubileo, tomando en cuenta el número de los años que la tierra produciría sus frutos hasta el siguiente jubileo, en el que la tierra retornaría a su dueño original. En otras palabras lo que uno realmente vendía era el número de cosechas, el usufructo limitado de la tierra era pagado en su totalidad por adelantado. F. Duane Lindsey, “Levítico”: 245.
[35] Roy May, Tierra: ¿Herencia o mercancía?, justicia, paz e integridad de la creación: 80.
[36] José Ramírez, “La tierra como posesión última de Yahvé”: 79.
[37] Keil Delitzch, “Levítico”, en Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento, trad. Ivo Tamm (Barcelona: Editorial Clie, 2008): 363.
El jubileo invita ante todo a reconocer la dimensión social de la fe bíblica y a adoptar el punto de vista del legislador divino. De ahí la necesidad de investigar realísticamente de que modo podían implementarse en la sociedad contemporánea los grandes objetivos del programa de Levítico, especialmente los que tratan de promover la equitativa distribución de las riquezas y la utilización racional de los recursos naturales (el descanso sabático de la tierra). Armando Levoratti, “Levítico”, en Comentario bíblico latinoamericano, Antiguo Testamento (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2005): 516.
[38] Lucio Florio, El Mensaje bíblico sobre la naturaleza. Nueva visión de la ecología: 100.
[39] Armando Levoratti, “Ante la crisis de la ecología”, en Comentario bíblico latinoamericano, Nuevo Testamento (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2007): 105.
[40] Roy May, Ética y medio ambiente, hacia una vida sostenible: 121.
[41] Estos conceptos de ética contextual comienza en pensadores como Dietrich Bonhoeffer, Ética, trad. Lluis Duch (Madrid: Editorial Trotta, 2000): 315 págs. El teólogo brasileño Marcelo de Barros Souza, recuerda con referencia a la pastoral y la teología de la tierra, que: No se trata de una reflexión sobre el suelo ni sobre el planeta tierra. Es más bien una reflexión teológica hecha partiendo del problema de la tierra para el pueblo que vive en el campo y para los que trabajan con os agricultores. Marcelo de Barros Souza, “La tierra, palabra de Dios. Apuntes para una teología de la tierra”, Misiones Extranjeras 117 (Mayo-Junio 1990): 234.
[42] Roy May, Tierra: ¿Herencia o mercancía?, justicia, paz e integridad de la creación: 33.
[43] Marcelo de Barros Souza, “La tierra, palabra de Dios. Apuntes para una teología de la tierra”: 243.
[44] Luis Benítez, “Ecología y pensamiento Franciscano”, Franciscanum 145 (enero-abril 2007): 136-37.
[45] Leonardo Boff, Del iceberg al arca de Noé, El nacimiento de una ética planetaria: 93.
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