CRISTOLOGÍA EN MARCOS 1:1
Gonzalo Chamorro M.
Lamento que no salgan las fuentes griegas ni hebreas, si quieres el documento original favor de escribirme.
Introducción
El presente artículo es un estudio exegético, histórico y teológico de Marcos 1:1 como aporte a la cristología marcana. Para cumplir tal objetivo el autor de este proyecto realizará una breve investigación del pasaje en cuestión.
Jesús el Cristo según Marcos 1:1
Marcos inicia su evangelio con una frase particular:[1] Principio [gr. arje.[2]] del Evangelio de Jesucristo, hijo de Dios. Este versículo sirve de “título para toda la obra Marcana”[3], la frase sintetiza admirablemente la esencia del Evangelio. Este encabezamiento es la denominación plena de su contenido, donde la narración de Juan el Bautista forma parte intrínseca del mismo. Orígenes decía que:
El comienzo del Evangelio se encuentra íntimamente unido a las promesas proféticas de las escrituras hebreas. El Evangelio en primer lugar se refiere a aquél que es cabeza de todo el cuerpo de los salvados, es decir de Cristo Jesús, como dice Marcos: Comienzo del Evangelio de Jesucristo. Así el comienzo del Evangelio (en cuanto que tiene unas dimensiones, principios, continuación, medio y fin) se refiere a todo el Antiguo Testamento en conexión con el Nuevo Testamento.[4]
Introducción
El presente artículo es un estudio exegético, histórico y teológico de Marcos 1:1 como aporte a la cristología marcana. Para cumplir tal objetivo el autor de este proyecto realizará una breve investigación del pasaje en cuestión.
Jesús el Cristo según Marcos 1:1
Marcos inicia su evangelio con una frase particular:[1] Principio [gr. arje.[2]] del Evangelio de Jesucristo, hijo de Dios. Este versículo sirve de “título para toda la obra Marcana”[3], la frase sintetiza admirablemente la esencia del Evangelio. Este encabezamiento es la denominación plena de su contenido, donde la narración de Juan el Bautista forma parte intrínseca del mismo. Orígenes decía que:
El comienzo del Evangelio se encuentra íntimamente unido a las promesas proféticas de las escrituras hebreas. El Evangelio en primer lugar se refiere a aquél que es cabeza de todo el cuerpo de los salvados, es decir de Cristo Jesús, como dice Marcos: Comienzo del Evangelio de Jesucristo. Así el comienzo del Evangelio (en cuanto que tiene unas dimensiones, principios, continuación, medio y fin) se refiere a todo el Antiguo Testamento en conexión con el Nuevo Testamento.[4]
La buena noticia[5] aquí mencionada se refiere a Jesús, Mesías, hijo de Dios.[6] La presencia del artículo en [gr. Tou euanggeliou Iesus Cristou”[7]] hace pensar que esta buena noticia ya era conocida por los lectores de Marcos (uso del artículo de familiaridad), por tanto, es posible pensar que dichos destinatarios son creyentes en Cristo que deben saber cómo fue el inicio de estas buenas noticias que ellos ya han recibido, de esta manera conocerán más de cerca al Jesucristo que ellos mismos están siguiendo. Estas buenas noticias tienen a Jesús como el objeto, es decir: “el Evangelio acerca de Jesucristo” (genitivo objetivo); pero también como sujeto principal de su relato: “Jesucristo es la buena noticia” (genitivo sujeto). Marcos quiere informar a sus lectores acerca de Jesucristo, pero en este relato Jesucristo será el sujeto del Evangelio, ya que este le representa a él (cp. 8:35; 10:29). En cuanto al nombre propio Jesucristo, Viena dice que:
Jesucristo es usualmente traducido en las versiones modernas como una sola palabra, pero en el griego son dos: Iesus Cristou, que significa Jesús Mesías. La Traducción en Lenguaje Actual traduce: Jesús, que es el Hijo de Dios y el Mesías. Cristou (Cristo) corresponde a la palabra hebrea , y aunque aquí se la utiliza como un nombre propio –Jesucristo‑, en el Antiguo Testamento se refiere a una persona –generalmente un rey o un profeta‑ que ha sido ungido por Dios para una tarea especial. De modo que aquí en Marcos la palabra se utiliza como un título, no como un nombre propio.[8]
Es interesante que sólo en siete pasajes se emplea este título [gr. Cristou] (1:1; 8:29; 9:41; 12:35; 13:21; 14:61; 15:32). En ninguno de ellos Jesús se lo aplica a sí mismo. El escaso uso que el evangelista hace de este título está en relación con el problema de la mesianidad de Jesús. Según Wrede, con su teoría del secreto mesiánico. “Marcos presenta a un Jesús que, mientras está en la tierra, guarda en secreto su mesianidad. Sólo a partir de su resurrección comienza la verdadera comprensión de lo que él es.”[9]
Si bien esta concepción del secreto mesiánico parece estar de acuerdo con un acercamiento primario a la cristología de Marcos (1:25, 34; 3:11; 5:43; 7:36; 8:26, 30, entre otros), no obstante ¿qué se hace con la declaración de Pedro reconociendo el mesiazgo de Jesús? (8:29); o ¿la declaración abierta de Jesús ante el Sanedrín? (15:61-62); o ¿cómo se explica la condena de Jesús por su pretensión de ser el Mesías? No cabe duda acerca de la existencia de una tensión mesiánica durante el ministerio terrestre de Jesús. Justamente eso es lo que reflejará Marcos a lo largo de su relato. Walter Kasper dice:
Hay que entender que la profesión Jesús es el Cristo representa el resumen de la fe cristiana, no siendo la cristología otra cosa que la concienzuda exposición de esta profesión. Con esta profesión se quiere decir: este Jesús de Nazaret, único, insustituible, es simultáneamente el Cristo enviado por Dios, o sea, el mesías ungido por el Espíritu, la salvación del mundo, la plenitud escatológica de la historia. La profesión centrada en Jesucristo es, por tanto, concreta de una manera escandalosa, por una parte, y universal de modo insuperable, por otra. La profesión centrada en Jesucristo sirve de base tanto a la concreción, insustituibilidad y diferenciación de lo cristiano, como a su apertura universal y responsabilidad sin restricciones. [10]
A manera de SITZ IM LEBEN, se puede concluir que el título [gr. Cristou] no se impone, sino que, debe ser descubierto y reconocido por sus seguidores. Según Sergio Briglia:
Al darle el título mesiánico a Jesús, Marcos afirma que él es el esperado de Israel, el hijo de David. Pero este rey mesías no va a responder a la expectativa de los hombres, que deseaban a un rey guerrero y poderoso, sino al proyecto de Dios que quiere un Mesías pobre y humilde, perseguido y crucificado. El debía redimir al pueblo y a todos los hombres no por el poder de su brazo sino por su sangre derramada en la cruz. Jesús llega a ser rey mesiánico y ungido por medio de su resurrección.[11]
Jesús, el Hijo de Dios según Marcos 1:1
Después de haber dicho que Jesús era el Cristo, Marcos culmina el vs. 1 con la afirmación de que Jesús también es el Hijo de Dios [gr. ui`ou/ qeou/] (1:1). La supresión de [gr. ui`ou/ qeou/] en algunos testimonios textuales puede deberse a omisión por homeoteleuton, pero a su vez la presencia en testimonios textuales importantes (evidencia externa) y el uso común a lo largo del evangelio –1:24; 3:11; 5:7; 8:38; 9:7; 12:6; 13:32; 14:36, 61; 15:39– (evidencia interna), son razones válidas para aceptarlo como original.
Los editores del texto griego expresan que: “la ausencia de ui`ou/ qeou/ en a* Q 28c al tal vez se deba a un descuido en el proceso de copiado, producto en la semejanza en la forma final de la nomina sacra. Sin embargo, siempre estuvo presente la tentación de expandir los títulos y cuasi títulos de los libros (tentación al que frecuentemente sucumbieron los copistas). Puesto que es bastante contundente la combinación de B D W al en apoyo de ui`ou/ qeou/, se consideró que no era aconsejable omitir del todo las palabras; con todo se decidió retener estas palabras entre corchetes debido a la antigüedad de la lectura más breve y a la posibilidad de expansión por parte de los amanuenses.[12]
De tal manera que aunque este título como se ha mencionado anteriormente no aparece en unos pocos manuscritos, se trata de una frase que está bien atestiguada a partir del siglo II en adelante. Mediante ella, se prepara el importante tema marcano de “Jesús como Hijo de Dios que alcanza su clímax en la confesión del centurión.”[13] Según Vicent Taylor:
Este título representa sin lugar a dudas el elemento más fundamental de la cristología de Marcos. El título aparece cinco veces: al comienzo del evangelio (1:1), en la declaración de los endemoniados (3:11; 5:7), en el interrogatorio del sumo sacerdote (14:61: El hijo del bendito) y, al final, en la exclamación del centurión (15:39). Pero a estos pasajes hemos de añadir las palabras de la voz divina en el bautismo (1:11 Tu eres mi hijo) y en la transfiguración (9:7: Este es mi hijo, a quien yo quiero, escuchadle) y la expresión ni el Hijo de la sentencia sobre el día final (13:32).[14]
Este título de Hijo desde la concepción semítica no denota simplemente el hecho de haber sido engendrado por un padre, sino ante todo, la semejanza con él en el ser y en el obrar: el hijo tiene por modelo a su padre y se comporta como él.[15] Oscar Cullmann dice que:
Este título cristológico (Hijo de Dios) suele estudiarse en la dogmática posterior casi exclusivamente desde el punto de vista de las dos naturalezas: Hijo de Dios indicaría la naturaleza divina de Jesucristo; Hijo de hombre, la humana. El título Hijo de Dios implica también, como elemento esencial, la obediencia del Cristo a su Padre: su humildad. Sin duda alguna, el título Hijo de Dios caracteriza de manera muy especial, la relación entre el Padre y el Hijo. Por eso los teólogos de la Iglesia antigua han utilizado con razón este título en sus discusiones teológicas. Pero no debemos atribuir a los propios cristianos ni tampoco al propio Jesús, la intención de afirmar por medio de este título la identidad de sustancia entre el Padre y el Hijo. Ciertamente, la generación de Cristo por el Padre y su divinidad están aquí implicadas; pero no en el sentido posterior de las polémicas sobre la sustancia y las naturalezas. De tal manera que se debe estudiar el título de Hijo de Dios dentro de la concepción judía y helénica del Nuevo Testamento para tener un significado más amplio de la expresión.[16]
A manera de SITZ IM LEBEN el título Hijo de Dios destaca la relación singular que tenía Jesús con Dios. Él es un hombre (Jesús), el agente especial de Dios (Mesías), pero también es completamente divino. Como hijo depende de, y obedece a Dios el Padre. Ricardo Foulkes dice al respecto que:
Aunque Marcos no enseña directamente la divinidad de Jesús. Sólo menciona una ocasión cuando Jesús se autodefine como Hijo de Dios, y en un contexto apocalíptico (13:32; cp. 12:6 en una parábola). Más bien, Marcos invita a sus lectores a descubrir quién es Jesús a lo largo de un proceso de seguimiento.[17]
De tal manera que en su narración, Marcos sitúa a Jesús como la figura central anunciando en la primera línea que Jesús es el Hijo de Dios. Sin embargo, en el inicio del relato no se dan suficientes detalles acerca de Jesús como hijo de Dios (por ejemplo: no se menciona el nacimiento especial de Jesús, sólo se menciona que llega a ser hijo de Dios por el bautismo cuando Dios lo unge con el Espíritu Santo). Por lo que el lector deberá esperar hasta el final, una vez que ha podido compilar todas sus enseñanzas y hechos, para ver completamente a Jesús como el hijo de Dios.
El problema Cristológico a lo largo de la historia de la iglesia
Se puede afirmar que la doctrina de la persona de Cristo ha ocupado un lugar preponderante dentro de la Iglesia a lo largo de los siglos. Explicar el lovgoj savrx y el ui`ou/ qeou ha sido una constante dificultad entre los teólogos de todas las épocas. Ya desde los inicios de la controversia arriana se veía que, tarde o temprano, la Iglesia debería formular teológicamente la doctrina de la persona de Cristo. Muchas explicaciones heréticas han surgido en la historia, así como muchas explicaciones ortodoxas.[18] Por ejemplo Apolinario sostenía que: “que Jesús tuvo cuerpo y alma humanos y los sustituyó por el espíritu divino. En otras palabras, Cristo no fue hombre, sino sólo Dios.”[19] Eutico enseñaba que:
Cristo tuvo una sola naturaleza. Decía también que en el momento de la encarnación las dos naturalezas de Cristo, la divina y la humana se unieron formando una sola. Esta unión consistió en que la naturaleza divina absorbió totalmente la humana, de tal manera que se negaba la naturaleza humana de Cristo.[20]
La historia de la cristología empieza en la Iglesia Primitiva, la cual logra plasmar en el Concilio de Calcedonia en 451 DC el credo cristológico más importante de la época. El credo rezaba lo siguiente:
Así, pues, siguiendo a los santos padres, todos nosotros confesamos a una sola voz un solo y mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en divinidad, el mismo perfecto en humanidad, el mismo Dios verdaderamente y hombre verdaderamente, hecho de un alma racional y de un cuerpo, consustancial con el Padre según la divinidad, consustancial con nosotros según la humanidad, semejante a nosotros en todo, pero sin pecado... al que reconocemos que es en dos naturalezas, sin confusión ni cambio, sin división ni separación...[21]
La Iglesia Medieval poco añade a lo dicho por Calcedonia; lo mismo diríamos de la Reforma, aunque aquí el énfasis estuvo en la obra de Cristo no tanto en su persona.
En los siglos XVII y XVIII se inició lo que ha sido llamado "el segundo período cristológico" con el liberalismo teológico.[22] De hecho en este periodo y por los estudios en torno a la Mesianidad de Jesús plateado por Wrede surge el método de estudio del N. T. llamado crítica de las formas (Formgeschichte).[23] Es en el siglo XX, con la Teología de la Liberación y otros teólogos de vanguardia, cuando se puede decir que está en algo así como un "tercer período cristológico".
La cristología contemporánea es, entonces un constante diálogo con los conceptos calcedonianos y los racionalistas. En especial esto se da con Karl Rahner quien fuera el iniciador del "tercer período cristológico" al publicar el famoso artículo Calcedonia ¿final o comienzo? en el 1500 aniversario del Concilio de Calcedonia en 1951.[24]
Hay que entender que la profesión Jesús es el Cristo representa el resumen de la fe cristiana, no siendo la cristología otra cosa que la concienzuda exposición de esta profesión. Con esta profesión se quiere decir: este Jesús de Nazaret, único, insustituible, es simultáneamente el Cristo enviado por Dios, o sea, el mesías ungido por el Espíritu, la salvación del mundo, la plenitud escatológica de la historia. La profesión centrada en Jesucristo es, por tanto, concreta de una manera escandalosa, por una parte, y universal de modo insuperable, por otra. La profesión centrada en Jesucristo sirve de base tanto a la concreción, insustituibilidad y diferenciación de lo cristiano, como a su apertura universal y responsabilidad sin restricciones. [10]
A manera de SITZ IM LEBEN, se puede concluir que el título [gr. Cristou] no se impone, sino que, debe ser descubierto y reconocido por sus seguidores. Según Sergio Briglia:
Al darle el título mesiánico a Jesús, Marcos afirma que él es el esperado de Israel, el hijo de David. Pero este rey mesías no va a responder a la expectativa de los hombres, que deseaban a un rey guerrero y poderoso, sino al proyecto de Dios que quiere un Mesías pobre y humilde, perseguido y crucificado. El debía redimir al pueblo y a todos los hombres no por el poder de su brazo sino por su sangre derramada en la cruz. Jesús llega a ser rey mesiánico y ungido por medio de su resurrección.[11]
Jesús, el Hijo de Dios según Marcos 1:1
Después de haber dicho que Jesús era el Cristo, Marcos culmina el vs. 1 con la afirmación de que Jesús también es el Hijo de Dios [gr. ui`ou/ qeou/] (1:1). La supresión de [gr. ui`ou/ qeou/] en algunos testimonios textuales puede deberse a omisión por homeoteleuton, pero a su vez la presencia en testimonios textuales importantes (evidencia externa) y el uso común a lo largo del evangelio –1:24; 3:11; 5:7; 8:38; 9:7; 12:6; 13:32; 14:36, 61; 15:39– (evidencia interna), son razones válidas para aceptarlo como original.
Los editores del texto griego expresan que: “la ausencia de ui`ou/ qeou/ en a* Q 28c al tal vez se deba a un descuido en el proceso de copiado, producto en la semejanza en la forma final de la nomina sacra. Sin embargo, siempre estuvo presente la tentación de expandir los títulos y cuasi títulos de los libros (tentación al que frecuentemente sucumbieron los copistas). Puesto que es bastante contundente la combinación de B D W al en apoyo de ui`ou/ qeou/, se consideró que no era aconsejable omitir del todo las palabras; con todo se decidió retener estas palabras entre corchetes debido a la antigüedad de la lectura más breve y a la posibilidad de expansión por parte de los amanuenses.[12]
De tal manera que aunque este título como se ha mencionado anteriormente no aparece en unos pocos manuscritos, se trata de una frase que está bien atestiguada a partir del siglo II en adelante. Mediante ella, se prepara el importante tema marcano de “Jesús como Hijo de Dios que alcanza su clímax en la confesión del centurión.”[13] Según Vicent Taylor:
Este título representa sin lugar a dudas el elemento más fundamental de la cristología de Marcos. El título aparece cinco veces: al comienzo del evangelio (1:1), en la declaración de los endemoniados (3:11; 5:7), en el interrogatorio del sumo sacerdote (14:61: El hijo del bendito) y, al final, en la exclamación del centurión (15:39). Pero a estos pasajes hemos de añadir las palabras de la voz divina en el bautismo (1:11 Tu eres mi hijo) y en la transfiguración (9:7: Este es mi hijo, a quien yo quiero, escuchadle) y la expresión ni el Hijo de la sentencia sobre el día final (13:32).[14]
Este título de Hijo desde la concepción semítica no denota simplemente el hecho de haber sido engendrado por un padre, sino ante todo, la semejanza con él en el ser y en el obrar: el hijo tiene por modelo a su padre y se comporta como él.[15] Oscar Cullmann dice que:
Este título cristológico (Hijo de Dios) suele estudiarse en la dogmática posterior casi exclusivamente desde el punto de vista de las dos naturalezas: Hijo de Dios indicaría la naturaleza divina de Jesucristo; Hijo de hombre, la humana. El título Hijo de Dios implica también, como elemento esencial, la obediencia del Cristo a su Padre: su humildad. Sin duda alguna, el título Hijo de Dios caracteriza de manera muy especial, la relación entre el Padre y el Hijo. Por eso los teólogos de la Iglesia antigua han utilizado con razón este título en sus discusiones teológicas. Pero no debemos atribuir a los propios cristianos ni tampoco al propio Jesús, la intención de afirmar por medio de este título la identidad de sustancia entre el Padre y el Hijo. Ciertamente, la generación de Cristo por el Padre y su divinidad están aquí implicadas; pero no en el sentido posterior de las polémicas sobre la sustancia y las naturalezas. De tal manera que se debe estudiar el título de Hijo de Dios dentro de la concepción judía y helénica del Nuevo Testamento para tener un significado más amplio de la expresión.[16]
A manera de SITZ IM LEBEN el título Hijo de Dios destaca la relación singular que tenía Jesús con Dios. Él es un hombre (Jesús), el agente especial de Dios (Mesías), pero también es completamente divino. Como hijo depende de, y obedece a Dios el Padre. Ricardo Foulkes dice al respecto que:
Aunque Marcos no enseña directamente la divinidad de Jesús. Sólo menciona una ocasión cuando Jesús se autodefine como Hijo de Dios, y en un contexto apocalíptico (13:32; cp. 12:6 en una parábola). Más bien, Marcos invita a sus lectores a descubrir quién es Jesús a lo largo de un proceso de seguimiento.[17]
De tal manera que en su narración, Marcos sitúa a Jesús como la figura central anunciando en la primera línea que Jesús es el Hijo de Dios. Sin embargo, en el inicio del relato no se dan suficientes detalles acerca de Jesús como hijo de Dios (por ejemplo: no se menciona el nacimiento especial de Jesús, sólo se menciona que llega a ser hijo de Dios por el bautismo cuando Dios lo unge con el Espíritu Santo). Por lo que el lector deberá esperar hasta el final, una vez que ha podido compilar todas sus enseñanzas y hechos, para ver completamente a Jesús como el hijo de Dios.
El problema Cristológico a lo largo de la historia de la iglesia
Se puede afirmar que la doctrina de la persona de Cristo ha ocupado un lugar preponderante dentro de la Iglesia a lo largo de los siglos. Explicar el lovgoj savrx y el ui`ou/ qeou ha sido una constante dificultad entre los teólogos de todas las épocas. Ya desde los inicios de la controversia arriana se veía que, tarde o temprano, la Iglesia debería formular teológicamente la doctrina de la persona de Cristo. Muchas explicaciones heréticas han surgido en la historia, así como muchas explicaciones ortodoxas.[18] Por ejemplo Apolinario sostenía que: “que Jesús tuvo cuerpo y alma humanos y los sustituyó por el espíritu divino. En otras palabras, Cristo no fue hombre, sino sólo Dios.”[19] Eutico enseñaba que:
Cristo tuvo una sola naturaleza. Decía también que en el momento de la encarnación las dos naturalezas de Cristo, la divina y la humana se unieron formando una sola. Esta unión consistió en que la naturaleza divina absorbió totalmente la humana, de tal manera que se negaba la naturaleza humana de Cristo.[20]
La historia de la cristología empieza en la Iglesia Primitiva, la cual logra plasmar en el Concilio de Calcedonia en 451 DC el credo cristológico más importante de la época. El credo rezaba lo siguiente:
Así, pues, siguiendo a los santos padres, todos nosotros confesamos a una sola voz un solo y mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en divinidad, el mismo perfecto en humanidad, el mismo Dios verdaderamente y hombre verdaderamente, hecho de un alma racional y de un cuerpo, consustancial con el Padre según la divinidad, consustancial con nosotros según la humanidad, semejante a nosotros en todo, pero sin pecado... al que reconocemos que es en dos naturalezas, sin confusión ni cambio, sin división ni separación...[21]
La Iglesia Medieval poco añade a lo dicho por Calcedonia; lo mismo diríamos de la Reforma, aunque aquí el énfasis estuvo en la obra de Cristo no tanto en su persona.
En los siglos XVII y XVIII se inició lo que ha sido llamado "el segundo período cristológico" con el liberalismo teológico.[22] De hecho en este periodo y por los estudios en torno a la Mesianidad de Jesús plateado por Wrede surge el método de estudio del N. T. llamado crítica de las formas (Formgeschichte).[23] Es en el siglo XX, con la Teología de la Liberación y otros teólogos de vanguardia, cuando se puede decir que está en algo así como un "tercer período cristológico".
La cristología contemporánea es, entonces un constante diálogo con los conceptos calcedonianos y los racionalistas. En especial esto se da con Karl Rahner quien fuera el iniciador del "tercer período cristológico" al publicar el famoso artículo Calcedonia ¿final o comienzo? en el 1500 aniversario del Concilio de Calcedonia en 1951.[24]
A manera de SITZ IM LEBEN final, se puede decir que aunque se llegó a la conclusión de la mesianidad y divinidad de Jesús en el texto analizado de Marcos, se debe apreciar que; con Rahner, se abre una nueva etapa en la reflexión cristológica con la inclusión del concepto "desde abajo", que es particularmente importante en América Latina y el Mundo de los Dos Tercios. Los evangélicos que sostienen las doctrinas descritas en Calcedonia, deben estudiar los otros conceptos y experimentar, especialmente en América Latina, los retos de los nuevos acercamientos. Se ha dicho que la cristología evangélica también es algo doceta porque exalta al Cristo divino y minimiza al Cristo humano. Una especie de cristología “desde abajo” desde las convicciones evangélicas se hace necesaria ahora en América Latina.
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[1] Marcos comienza el evangelio a su manera. Los restantes evangelistas escogieron forman distintas para comenzar, ya que iniciaron con un relato de la infancia de Jesús (Mt. y Lc.) o con un prólogo extenso (Lc. y Jn.).
[2] Nótese la forma del encabezado en Marcos: VArch. tou/ euvaggeli,ou VIhsou/ Cristou/ Îui`ou/ qeou/Ð (VArch. sin artículo) y compárese con Prov. 1:1 (paroimi,ai Salwmw/ntoj ui`ou/ Dauid) y Ecl. 1:1 (r`h,mata VEkklhsiastou/ ui`ou/ Dauid), en los LXX.
“Aunque VArch. no tiene artículo, es definido porque se usa como parte del título del libro.” Robertson A. T., A Grammar of New Testament Greek (Nashville: Broadman Press, 1934): 781.
Este término puede significar dependiendo de cuál sea su contexto: “Comienzo, principio, origen, fuente, fundamento, cimiento, punto de partida, primera causa, cumbre, autoridad, mando, poder, dominación, soberanía, imperio. Aparece también en 10:6 y 13. 8, 19. En todos estos casos parece tener un sentido temporal, lo cual es muy apropiado para comenzar una narración como la de este Evangelio. Vena Osvaldo, Evangelio de Marcos, Comentario para exégesis y traducción, eds. Edesio Sánchez, Esteban Voth (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2008): 14. Cp. Delling G., “Arch”, Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, eds. Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich, trad. Carlos Vargas (Grand Rapids: Libros Desafío, 2003): 86-88.
[3] Los lectores judíos con frecuencia formaban los títulos de los libros con sus primeras palabras, algunos estudiosos sugieren que el “Evangelio de Jesucristo” es el título del “Evangelio de Marcos”; pero estas palabras también son sencillamente una forma natural de comenzar un libro como este. Keener Craig, “Marcos”, en Comentario del contexto cultural de la Biblia, Nuevo Testamento, trad. Nelda Bedford (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003): 130. Cp. Alonso José, “Marcos”, en La Sagrada Escrituras, Nuevo Testamento (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1973): 332-33.
[4] Orígenes, en Oden Thomas, Hall Christopher eds., La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia, El Evangelio Según San Marcos (Madrid: Editorial Ciudad Nueva, 2000): 47.
San Jerónimo expresa que el comienzo del Evangelio es el final de la ley: Acaba la ley y comienza el evangelio. San Jerónimo, Comentario al Evangelio de San Marcos, Biblioteca de Patrística, trad. Joaquín Torró (Madrid: Editorial Ciudad Nueva, 1995): 23.
[5] El término griego euvagge,lion (Mr. 1:1, 14, 15; 8:35; 10:29; 13:10; 14:9), significaba desde Homero la “propina dada al portador de buenas noticias”. En la época clásica, usado en plural, designaba los “sacrificios de acción de gracias por una buena noticia”. En la época helenística pasó a significar la “buena noticia misma”. La traducción griega del AT (LXX) usa este término sólo tres veces (2 S. 4:10; 18:22, 25), siempre en plural y con este último sentido.
“Aquí marcos utiliza este término para hablar de Jesucristo. Cuando Jesús proclama el evangelio su énfasis principal está en Dios como aquel que está a punto de establecer su reinado. Cuando sus seguidores –iglesia primitiva‑ proclaman el evangelio, su énfasis está más bien en Jesús como aquel que vino para establecer el Reino de Dios. De manera que evangelio de Jesucristo también tiene la connotación de de ser un mensaje acerca de Jesús, como traduce la Traducción en Lenguaje Actual.” Vena Osvaldo, Evangelio de Marcos: 15.
[6] Harrington dice que: “el término euvaggeli,ou no se refiere literalmente al género literario, sino, más bien al mensaje de salvación acontecida en Jesús.” Harrington Daniel, Evangelio según San Marcos, en Nuevo comentario bíblico San Jerónimo Nuevo Testamento, Raymond Brown, Joseph Fitzmyer, Roland Murphy eds. (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2004): 19.
[7] VIhsou/ Cristou Se usa como un genitivo de complemento directo: Acerca de Jesucristo. Turner, N., A Grammar of New Testament Greek (Edimburgo: T. & T. Clark, 1963): 211.
[8] Vena Osvaldo, Evangelio de Marcos: 15. Dood dice que “La relación en que Jesús se hallaba con el nuevo Israel fue definida en la Iglesia primitiva mediante el título tradicional de «Mesías», el «ungido», que se le atribuía. Para las gentes de habla griega se traducía literalmente como Khristos, Cristo; Pero por lo regular no era entendido así, sino que pronto fue tomado sencillamente como un nombre propio. Sin embargo, en los Evangelios tiene plena vida el término algo así como en su sentido original, y convendría conservar la voz hebraica como término que recuerde que «Cristo», o «Mesías», no es un nombre propio personal ni tampoco un término teológico, sino indicador de una función histórica.” Dood C. H., El fundador del cristianismo, trad. Alejandro Lator (Barcelona: Editorial Herder, 1977): 119. Cp. Marxen Willi, El evangelista Marcos, Estudio sobre la historia de la redacción del Evangelio, trad. Manuel Balasch (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1981): 124. Gnilka Joachim, El evangelio según San Marcos, Victor Martínez trad. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001) 1:49.
El evangelista designa frecuentemente a Jesús (81 veces) con este nombre personal. Marcos emplea sólo una vez el nombre “Jesucristo” (1:1); “Señor Jesús” aparece sólo en el final apócrifo (16:19), y “Cristo Jesús” nunca aparece. En 1:24; 10:47; 14:67 y 16:6 Marcos añade al nombre el adjetivo “Nazareno”. Todos estos detalles ponen de manifiesto el carácter primitivo del evangelio de Marcos, porque en él nada indica que el nombre de “Jesús” se utilice como nombre cúltico. Con mayor frecuencia aún, Marcos no aplica a Jesús ningún nombre, sino que usa el pronombre “él” o “a él”, dando por sentado que sus lectores conocen la persona a que se refiere. Taylor Vicent, Evangelio Según San Marcos (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1979): 133.
[9] Wrede William, The Messianic Secret, trad. Greig, J.C.G. (Cambridge: James Clarke, 1971). La insistencia de mantener silencio fueron órdenes no históricos sino añadidos de los evangelistas. La iglesia primitiva tuvo que enfrentarse con esta situación contradictoria. Tenía una tradición completamente no mesiánica sobre la vida de Jesús. El nunca pretendió ser el Mesías ni fue reconocido como tal en el ministerio terrenal. Sin embargo la iglesia primitiva llegó a creer que era el Mesías (un Mesías sobrenatural) gracias a la resurrección. La iglesia creyó en Jesús como Mesías sobrenatural, pero su tradición sobre él no era mesiánica. Wrede William, The Messianic Secret, en Ladd George Eldon, Teología del Nuevo Testamento, trad. José María Blanch (Barcelona: Editorial Clie, 2002): 235.
Bultmann comparte la idea de Wrede y expresa que: “Jesús actuó como Mesías pero su mesianidad debía permanecer oculta hasta su resurrección (Mc. 9:9). Les impone silencio a los demonios que lo reconocen; se manda a guardar silencio también después de otros milagros, así como después de la confesión mesiánica de Pedro (8:30) y después de la transfiguración (9:9). De igual manera sirve a la teoría del secreto mesiánico la no inteligencia de los discípulos: los discípulos reciben ciertamente revelación secreta pero no la entienden. Naturalmente que no se puede presentar sin contradicción se pone en su autentica significación, la teoría del secreto de W. Wrede, de manera que con derecho se ha caracterizado el evangelio de Marcos con la paradójica designación de libro de la Epifanía secreta (Dibelus). Bultmann Rudolf, Teología del Nuevo Testamento, trad. Victor Martínez (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001): 71-72.
[10] Kasper Walter, Jesús es el Cristo, trad. Severiano Talavero (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1978): 7. Esta cuestión sobre la persona y el significado de Jesús es «la» cuestión cristológica fundamental ya en el Nuevo Testamento y mucho más en el desarrollo dogmático de la iglesia antigua así como en la teología contemporánea.
Oscar Cullmann analiza la cuestión mesiánica de Jesús y expresa que: Se debe reconocer que el cristianismo primitivo no sólo adoptó la terminología relativa al mesías sino que, a la luz del cumplimiento de la historia de la salvación, aplicó también a Jesús ciertas visiones propias de la esperanza mesiánica judía, dándoles un sentido cristiano. Esto lo hizo de tres formas: 1. Jesús apareció sobre la tierra como hijo de David; 2. Jesús ejerce la realeza sobre la comunidad de fieles; 3. Jesús vendrá como Mesías al final de los tiempos. Desde el momento en que el término Cristo se empleó como nombre propio, cosa que sucedería sobre todo en el seno de las comunidades helenistas. Cullmann, Oscar, Cristología del Nuevo Testamento, trad. Xavier Pikaza (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1998): 197. Cp. George Eldon Ladd, Teología del Nuevo Testamento: 236. Jose Alonso, “Marcos”, en La Sagrada Escrituras, Nuevo Testamento: 327.
[11] Sergio Briglia, “Evangelio según san Marcos”, en Comentario bíblico Latinoamericano, Nuevo Testamento, (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2003): 402.
[12] Bruce Metzger, “Marcos”, en Un comentario textual al Nuevo Testamento griego, trad. Moisés Silva (New York: Sociedad Bíblica Unida, 2006): 62. Gnilka dice que la supresión de ui`ou/ qeou en algunos testimonios textuales se explica por la inusual caracterización del evangelio. Y precisamente esto es una prueba a favor de su originalidad. Joachim Gnilka, El evangelio según San Marcos: 50. Algunas versiones modernas, como la NVI, indican este hecho como una nota referente a la variación textual. El GNT las incluye entre paréntesis. A pesar de que hijo no lleva artículo, la expresión debe traducirse de forma definida como el Hijo de Dios TLA. Osvaldo Vena, Evangelio de Marcos: 16. Además véase el artificio literario que formaría el enunciado del libro (1:1) con su parte final (15:39).
[13] Harrington Daniel, Evangelio según San Marcos: 19.
[14] Taylor Vicent, Evangelio Según San Marcos: 135-36. Además agrega que: “La cristología de Marcos, es una cristología sublime tanto como pueda serlo la de cualquier otro auto del N. T. La cristología de Marcos quizá implique en última término la doctrina de la preexistencia, pero esta idea no aparece en ningún rincón del evangelio. Se ha afirmado con frecuencia que, según Marcos, Jesús se convierte en Hijo de Dios por adopción, pero esta opinión radica probablemente en una lectura superficial del evangelio. El evangelista cree más bien que Jesús es Hijo de Dios por naturaleza y que la voz divina en el bautismo le declara como tal. Marcos no presenta una teoría sobre la encarnación, pero según parece, está convencido de que Jesús es el Deus absconditus, el Dios escondido. Esta concepción no es docetista, pues la humanidad de Cristo es presentada como real. La concepción de Marcos expresa más bien la idea de que, detrás de una vida plenamente humana, se esconde en la divinidad, que se hace visible, sin embargo, en la personalidad, enseñanza y obras de Jesús para todos aquellos que tiene ojos para ver.”
Christian Duquoc dice que: Jesús es identificado como "hijo de Dios", no en virtud de un principio preestablecido, como si poseyéramos instintivamente la medida de lo que es divino, sino sobre el fundamento de su palabra (la promesa del reino de Dios), de su acción (los signos que anticipan ese reino), de su actitud (su libertad creadora), de su resurrección (su victoria sobre la muerte que ratifica su lucha profética). La palabra, la acción, la actitud, la resurrección se vincula, en su movimiento, con el movimiento suscitado por el Dios de Israel en la elección de Abrahán y en la alianza con Moisés. Jesús crea una actitud nueva ante ese Dios y su alianza; es un creador atrevido, ya que reinterpreta con su autoridad la ley que regula las relaciones con el Dios de la alianza, pero ese atrevimiento va unido a un respeto filial para con aquel que es el Padre y el creador de todos. La resurrección justifica la razón de su combate y de sus intuiciones: condenado como falso profeta y como blasfemo, es justificado por Dios. Declarado Señor, reconocido como hijo de Dios, que vive con la existencia misma de Dios, sigue siendo sin embargo lo que fue, ya que es en virtud de lo que fue como manifiesta que es Dios. Jesús es Dios de un modo particular —como hijo—, pero el ser Dios de esa manera no elimina lo que fue, Jesús de Nazaret. Al contrario, en lo que fue humana e históricamente es donde se nos manifiesta como "hijo", hasta tal punto que no podemos alcanzarle en su ser divino poniendo entre paréntesis u olvidando lo que fue. Duquoc Christian, Jesús hombre libre, trad. Alfonzo Ortiz (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1976): 114.
[15] Mateos Juan, Camacho Fernando, El evangelio de Marcos, análisis lingüístico y comentario exegético (Málaga: Ediciones El Almendro De Córdoba, 2003) 1:54.
Interesantemente Joachim Jeremías estudia el término en cuestión y dice que: En el mundo cristiano proveniente del paganismo, el título paij (qeoj) como calificativo de Jesús adquirió, la más tardar en el siglo II, la significación de «hijo de Dios». Lo cierto es que el cambio de significado de «siervo de Dios» en «hijo de Dios» se fue introduciendo y que no se produjo en todas partes al mismo tiempo. Con más firmeza se mantuvo el significado de «siervo de Dios» en las fórmulas litúrgicas, como muestra la Didajé. Con todo, no puede pasarse por alto que en paij (qeoj) siempre resuena un eco de vileza; por este motivo el título no pudo abrirse camino en la iglesia de los paganos a pesar del cambio de significado de «siervo de Dios» en «hijo de Dios». Joachim Jeremías, Abba, el mensaje central del Nuevo testamento, trad. Alfonzo Ortiz (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2005): 119-121. Para este autor la concepción divina de Jesús es tardía y es una composición de la comunidad pos pascuala.
[16] Cullmann Oscar, Cristología del Nuevo Testamento: 351.
[17] Cook Guillermo, Foulkes Ricardo Foulkes, “Marcos” en Comentario bíblico hispanoamericano (Miami: Editorial Caribe, 1993): 51. Cp. William Hendriksen, Evangelio según San Marcos, trad. Humberto Casanova (Grand Rapids: Libros Desafío, 2003): 42.
Xavier y Francisco De La Calle dicen que: El evangelio de Marcos es una narración eminentemente teológica, que pretende describir el paso de Dios por los hombres, desde una perspectiva cristiana. El interés teológico del evangelista no está ya en presentar la paradoja de un Jesús que oculte su dignidad mesiánica o que lucha contra las fuerzas del mal, sino en presentar todas las obras de Dios en el mundo. Pikaza Xavier, De La Calle Francisco, Teología de los evangelios de Jesús (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1974): 33.
George Eldon Ladd dice: Jesús era verdaderamente el Mesías y el Hijo de Dios; él era también el rey de Israel; él cumplió la esperanza del Antiguo Testamento; él reinterpretó el significado de la ley judía, y por consiguiente la cumplió; y él formó un círculo de discípulos judíos que estaban destinados a ser el núcleo de su iglesia, el verdadero pueblo de Dios, para quienes el Antiguo Testamento, cumplido en Jesús, poseía una validez permanente. De esta manera, aun cuando Israel había rechazado a su Mesías, y el estado judío sufrió el juicio de Dios en la destrucción del 70 d. de J.C., hay un elemento inescapable de continuidad entre Israel y la iglesia. Admitimos que todo esto es hipótesis, pero es una hipótesis que trata de hacer sentido histórico de los hechos, tanto externos como internos, que tenemos a nuestra disposición. Eldon Ladd George, Crítica del Nuevo Testamento, una perspectiva evangélica, trad. Moisés Chávez (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 1990): 107.
[18] Creemos en un Dios, Padre Todopoderoso, hacedor de todo lo visible e invisible, y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, Unigénito engendrado del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, que no hecho, consustancial (homoousios) al Padre, por quien todo fue hecho, lo que está en el cielo y lo que está en la tierra, quien por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó y se encarnó, se hizo hombre, padeció, y resucitó al tercer día, subió a los cielos, vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, y en el Espíritu Santo. Y a los que dicen: “alguna vez no existía” y “no existía antes de ser engendrado” y “fue hecho de la nada” o dicen que el Hijo de Dios es de diversa hupóstasis (sustancia) o usía (esencia), es creado o mudable o alterable, los anatematiza la iglesia católica y apostólica. Alan Perdomo, Credo de Nicea (Apuntes de la materia Historia de la Iglesia, Seminario Teológico Centroamericano, 2005): 20.
[19] David Suazo, Doctrina de la persona de Cristo (Apuntes de la materia Historia de las Doctrinas, Seminario Teológico Centroamericano, 2008): 14-15.
[20] Alan Perdomo, Eutico (Apuntes de la materia Historia de la Iglesia, Seminario Teológico Centroamericano, 2005): 22.
[21] Justo Gonzalez, Historia del cristianismo (Miami: Editorial Unilit, 1994): 298. Cp. Alan Perdomo, Credo de calcedonia (Apuntes de la materia Historia de la Iglesia, Seminario Teológico Centroamericano, 2005): 21.
[22] La seguridad que tenían los "víejos liberales", de que en estas fuentes literarias primarias, Marcos y Q, habían descubierto a un Jesús puramente "histórico", es decir, no sobrenatural, fue pronto sacudida desde dos direcciones diferentes. Por un lado, Albert Schweitzer estableció con claridad que el Jesús histórico no era un mero profeta ético que enseñaba a los hombres a amar a Dios y al prójimo. En el corazón del mensaje de Jesús estaba el anuncio de que la historia humana terminaría en una poderosa catástrofe cósmica, cuando él sería elevado al papel sobrenatural de un Hijo de Dios celestial, que vendría a la tierra procedente del cielo con nubes de gloria, para presidir el juicio de la humanidad. Ladd George Eldon, Crítica del Nuevo Testamento: 114.
[23] "El trabajo de los críticos de las formas fue diseñado para mostrar que el mensaje de Jesús, tal como está dado por los autores de los Sinópticos, en su mayor parte no e auténtico, sino que en sus varias etapas está mezclado con la fe de la comunidad cristiana primitiva. Ladd, Crítica del Nuevo Testamento: 115. Consultar este libro para ver más detalle en torno a la idea de Hijo de Dios.
[24] En ese artículo Rahner dice que aunque todo esfuerzo teológico termina con una formulación doctrinal exacta, toda formulación teológica debe ser también un comienzo, no sólo un final. Karl Rhaner, Calcedonia ¿final o comienzo? (Escritos de Teología, tomo I, Taurus, 1967): 167.
En términos cristológicos eso significa que el Credo de Calcedonia debe ser punto de partida para mayor reflexión cristológica. El credo no debe considerarse como algo final y absoluto que no pueda mejorarse. El nuevo enfoque de Rahner es un redescubrimiento de la humanidad de Cristo, la cual, según él, ha sido obscurecida por el enfoque ontológico de la cristología a partir del Concilio de Calcedonia. De manera que aquí comienza la propuesta de una cristología “desde abajo”.
[1] Marcos comienza el evangelio a su manera. Los restantes evangelistas escogieron forman distintas para comenzar, ya que iniciaron con un relato de la infancia de Jesús (Mt. y Lc.) o con un prólogo extenso (Lc. y Jn.).
[2] Nótese la forma del encabezado en Marcos: VArch. tou/ euvaggeli,ou VIhsou/ Cristou/ Îui`ou/ qeou/Ð (VArch. sin artículo) y compárese con Prov. 1:1 (paroimi,ai Salwmw/ntoj ui`ou/ Dauid) y Ecl. 1:1 (r`h,mata VEkklhsiastou/ ui`ou/ Dauid), en los LXX.
“Aunque VArch. no tiene artículo, es definido porque se usa como parte del título del libro.” Robertson A. T., A Grammar of New Testament Greek (Nashville: Broadman Press, 1934): 781.
Este término puede significar dependiendo de cuál sea su contexto: “Comienzo, principio, origen, fuente, fundamento, cimiento, punto de partida, primera causa, cumbre, autoridad, mando, poder, dominación, soberanía, imperio. Aparece también en 10:6 y 13. 8, 19. En todos estos casos parece tener un sentido temporal, lo cual es muy apropiado para comenzar una narración como la de este Evangelio. Vena Osvaldo, Evangelio de Marcos, Comentario para exégesis y traducción, eds. Edesio Sánchez, Esteban Voth (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2008): 14. Cp. Delling G., “Arch”, Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, eds. Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich, trad. Carlos Vargas (Grand Rapids: Libros Desafío, 2003): 86-88.
[3] Los lectores judíos con frecuencia formaban los títulos de los libros con sus primeras palabras, algunos estudiosos sugieren que el “Evangelio de Jesucristo” es el título del “Evangelio de Marcos”; pero estas palabras también son sencillamente una forma natural de comenzar un libro como este. Keener Craig, “Marcos”, en Comentario del contexto cultural de la Biblia, Nuevo Testamento, trad. Nelda Bedford (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003): 130. Cp. Alonso José, “Marcos”, en La Sagrada Escrituras, Nuevo Testamento (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1973): 332-33.
[4] Orígenes, en Oden Thomas, Hall Christopher eds., La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia, El Evangelio Según San Marcos (Madrid: Editorial Ciudad Nueva, 2000): 47.
San Jerónimo expresa que el comienzo del Evangelio es el final de la ley: Acaba la ley y comienza el evangelio. San Jerónimo, Comentario al Evangelio de San Marcos, Biblioteca de Patrística, trad. Joaquín Torró (Madrid: Editorial Ciudad Nueva, 1995): 23.
[5] El término griego euvagge,lion (Mr. 1:1, 14, 15; 8:35; 10:29; 13:10; 14:9), significaba desde Homero la “propina dada al portador de buenas noticias”. En la época clásica, usado en plural, designaba los “sacrificios de acción de gracias por una buena noticia”. En la época helenística pasó a significar la “buena noticia misma”. La traducción griega del AT (LXX) usa este término sólo tres veces (2 S. 4:10; 18:22, 25), siempre en plural y con este último sentido.
“Aquí marcos utiliza este término para hablar de Jesucristo. Cuando Jesús proclama el evangelio su énfasis principal está en Dios como aquel que está a punto de establecer su reinado. Cuando sus seguidores –iglesia primitiva‑ proclaman el evangelio, su énfasis está más bien en Jesús como aquel que vino para establecer el Reino de Dios. De manera que evangelio de Jesucristo también tiene la connotación de de ser un mensaje acerca de Jesús, como traduce la Traducción en Lenguaje Actual.” Vena Osvaldo, Evangelio de Marcos: 15.
[6] Harrington dice que: “el término euvaggeli,ou no se refiere literalmente al género literario, sino, más bien al mensaje de salvación acontecida en Jesús.” Harrington Daniel, Evangelio según San Marcos, en Nuevo comentario bíblico San Jerónimo Nuevo Testamento, Raymond Brown, Joseph Fitzmyer, Roland Murphy eds. (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2004): 19.
[7] VIhsou/ Cristou Se usa como un genitivo de complemento directo: Acerca de Jesucristo. Turner, N., A Grammar of New Testament Greek (Edimburgo: T. & T. Clark, 1963): 211.
[8] Vena Osvaldo, Evangelio de Marcos: 15. Dood dice que “La relación en que Jesús se hallaba con el nuevo Israel fue definida en la Iglesia primitiva mediante el título tradicional de «Mesías», el «ungido», que se le atribuía. Para las gentes de habla griega se traducía literalmente como Khristos, Cristo; Pero por lo regular no era entendido así, sino que pronto fue tomado sencillamente como un nombre propio. Sin embargo, en los Evangelios tiene plena vida el término algo así como en su sentido original, y convendría conservar la voz hebraica como término que recuerde que «Cristo», o «Mesías», no es un nombre propio personal ni tampoco un término teológico, sino indicador de una función histórica.” Dood C. H., El fundador del cristianismo, trad. Alejandro Lator (Barcelona: Editorial Herder, 1977): 119. Cp. Marxen Willi, El evangelista Marcos, Estudio sobre la historia de la redacción del Evangelio, trad. Manuel Balasch (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1981): 124. Gnilka Joachim, El evangelio según San Marcos, Victor Martínez trad. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001) 1:49.
El evangelista designa frecuentemente a Jesús (81 veces) con este nombre personal. Marcos emplea sólo una vez el nombre “Jesucristo” (1:1); “Señor Jesús” aparece sólo en el final apócrifo (16:19), y “Cristo Jesús” nunca aparece. En 1:24; 10:47; 14:67 y 16:6 Marcos añade al nombre el adjetivo “Nazareno”. Todos estos detalles ponen de manifiesto el carácter primitivo del evangelio de Marcos, porque en él nada indica que el nombre de “Jesús” se utilice como nombre cúltico. Con mayor frecuencia aún, Marcos no aplica a Jesús ningún nombre, sino que usa el pronombre “él” o “a él”, dando por sentado que sus lectores conocen la persona a que se refiere. Taylor Vicent, Evangelio Según San Marcos (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1979): 133.
[9] Wrede William, The Messianic Secret, trad. Greig, J.C.G. (Cambridge: James Clarke, 1971). La insistencia de mantener silencio fueron órdenes no históricos sino añadidos de los evangelistas. La iglesia primitiva tuvo que enfrentarse con esta situación contradictoria. Tenía una tradición completamente no mesiánica sobre la vida de Jesús. El nunca pretendió ser el Mesías ni fue reconocido como tal en el ministerio terrenal. Sin embargo la iglesia primitiva llegó a creer que era el Mesías (un Mesías sobrenatural) gracias a la resurrección. La iglesia creyó en Jesús como Mesías sobrenatural, pero su tradición sobre él no era mesiánica. Wrede William, The Messianic Secret, en Ladd George Eldon, Teología del Nuevo Testamento, trad. José María Blanch (Barcelona: Editorial Clie, 2002): 235.
Bultmann comparte la idea de Wrede y expresa que: “Jesús actuó como Mesías pero su mesianidad debía permanecer oculta hasta su resurrección (Mc. 9:9). Les impone silencio a los demonios que lo reconocen; se manda a guardar silencio también después de otros milagros, así como después de la confesión mesiánica de Pedro (8:30) y después de la transfiguración (9:9). De igual manera sirve a la teoría del secreto mesiánico la no inteligencia de los discípulos: los discípulos reciben ciertamente revelación secreta pero no la entienden. Naturalmente que no se puede presentar sin contradicción se pone en su autentica significación, la teoría del secreto de W. Wrede, de manera que con derecho se ha caracterizado el evangelio de Marcos con la paradójica designación de libro de la Epifanía secreta (Dibelus). Bultmann Rudolf, Teología del Nuevo Testamento, trad. Victor Martínez (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001): 71-72.
[10] Kasper Walter, Jesús es el Cristo, trad. Severiano Talavero (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1978): 7. Esta cuestión sobre la persona y el significado de Jesús es «la» cuestión cristológica fundamental ya en el Nuevo Testamento y mucho más en el desarrollo dogmático de la iglesia antigua así como en la teología contemporánea.
Oscar Cullmann analiza la cuestión mesiánica de Jesús y expresa que: Se debe reconocer que el cristianismo primitivo no sólo adoptó la terminología relativa al mesías sino que, a la luz del cumplimiento de la historia de la salvación, aplicó también a Jesús ciertas visiones propias de la esperanza mesiánica judía, dándoles un sentido cristiano. Esto lo hizo de tres formas: 1. Jesús apareció sobre la tierra como hijo de David; 2. Jesús ejerce la realeza sobre la comunidad de fieles; 3. Jesús vendrá como Mesías al final de los tiempos. Desde el momento en que el término Cristo se empleó como nombre propio, cosa que sucedería sobre todo en el seno de las comunidades helenistas. Cullmann, Oscar, Cristología del Nuevo Testamento, trad. Xavier Pikaza (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1998): 197. Cp. George Eldon Ladd, Teología del Nuevo Testamento: 236. Jose Alonso, “Marcos”, en La Sagrada Escrituras, Nuevo Testamento: 327.
[11] Sergio Briglia, “Evangelio según san Marcos”, en Comentario bíblico Latinoamericano, Nuevo Testamento, (Navarra: Editorial Verbo Divino, 2003): 402.
[12] Bruce Metzger, “Marcos”, en Un comentario textual al Nuevo Testamento griego, trad. Moisés Silva (New York: Sociedad Bíblica Unida, 2006): 62. Gnilka dice que la supresión de ui`ou/ qeou en algunos testimonios textuales se explica por la inusual caracterización del evangelio. Y precisamente esto es una prueba a favor de su originalidad. Joachim Gnilka, El evangelio según San Marcos: 50. Algunas versiones modernas, como la NVI, indican este hecho como una nota referente a la variación textual. El GNT las incluye entre paréntesis. A pesar de que hijo no lleva artículo, la expresión debe traducirse de forma definida como el Hijo de Dios TLA. Osvaldo Vena, Evangelio de Marcos: 16. Además véase el artificio literario que formaría el enunciado del libro (1:1) con su parte final (15:39).
[13] Harrington Daniel, Evangelio según San Marcos: 19.
[14] Taylor Vicent, Evangelio Según San Marcos: 135-36. Además agrega que: “La cristología de Marcos, es una cristología sublime tanto como pueda serlo la de cualquier otro auto del N. T. La cristología de Marcos quizá implique en última término la doctrina de la preexistencia, pero esta idea no aparece en ningún rincón del evangelio. Se ha afirmado con frecuencia que, según Marcos, Jesús se convierte en Hijo de Dios por adopción, pero esta opinión radica probablemente en una lectura superficial del evangelio. El evangelista cree más bien que Jesús es Hijo de Dios por naturaleza y que la voz divina en el bautismo le declara como tal. Marcos no presenta una teoría sobre la encarnación, pero según parece, está convencido de que Jesús es el Deus absconditus, el Dios escondido. Esta concepción no es docetista, pues la humanidad de Cristo es presentada como real. La concepción de Marcos expresa más bien la idea de que, detrás de una vida plenamente humana, se esconde en la divinidad, que se hace visible, sin embargo, en la personalidad, enseñanza y obras de Jesús para todos aquellos que tiene ojos para ver.”
Christian Duquoc dice que: Jesús es identificado como "hijo de Dios", no en virtud de un principio preestablecido, como si poseyéramos instintivamente la medida de lo que es divino, sino sobre el fundamento de su palabra (la promesa del reino de Dios), de su acción (los signos que anticipan ese reino), de su actitud (su libertad creadora), de su resurrección (su victoria sobre la muerte que ratifica su lucha profética). La palabra, la acción, la actitud, la resurrección se vincula, en su movimiento, con el movimiento suscitado por el Dios de Israel en la elección de Abrahán y en la alianza con Moisés. Jesús crea una actitud nueva ante ese Dios y su alianza; es un creador atrevido, ya que reinterpreta con su autoridad la ley que regula las relaciones con el Dios de la alianza, pero ese atrevimiento va unido a un respeto filial para con aquel que es el Padre y el creador de todos. La resurrección justifica la razón de su combate y de sus intuiciones: condenado como falso profeta y como blasfemo, es justificado por Dios. Declarado Señor, reconocido como hijo de Dios, que vive con la existencia misma de Dios, sigue siendo sin embargo lo que fue, ya que es en virtud de lo que fue como manifiesta que es Dios. Jesús es Dios de un modo particular —como hijo—, pero el ser Dios de esa manera no elimina lo que fue, Jesús de Nazaret. Al contrario, en lo que fue humana e históricamente es donde se nos manifiesta como "hijo", hasta tal punto que no podemos alcanzarle en su ser divino poniendo entre paréntesis u olvidando lo que fue. Duquoc Christian, Jesús hombre libre, trad. Alfonzo Ortiz (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1976): 114.
[15] Mateos Juan, Camacho Fernando, El evangelio de Marcos, análisis lingüístico y comentario exegético (Málaga: Ediciones El Almendro De Córdoba, 2003) 1:54.
Interesantemente Joachim Jeremías estudia el término en cuestión y dice que: En el mundo cristiano proveniente del paganismo, el título paij (qeoj) como calificativo de Jesús adquirió, la más tardar en el siglo II, la significación de «hijo de Dios». Lo cierto es que el cambio de significado de «siervo de Dios» en «hijo de Dios» se fue introduciendo y que no se produjo en todas partes al mismo tiempo. Con más firmeza se mantuvo el significado de «siervo de Dios» en las fórmulas litúrgicas, como muestra la Didajé. Con todo, no puede pasarse por alto que en paij (qeoj) siempre resuena un eco de vileza; por este motivo el título no pudo abrirse camino en la iglesia de los paganos a pesar del cambio de significado de «siervo de Dios» en «hijo de Dios». Joachim Jeremías, Abba, el mensaje central del Nuevo testamento, trad. Alfonzo Ortiz (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2005): 119-121. Para este autor la concepción divina de Jesús es tardía y es una composición de la comunidad pos pascuala.
[16] Cullmann Oscar, Cristología del Nuevo Testamento: 351.
[17] Cook Guillermo, Foulkes Ricardo Foulkes, “Marcos” en Comentario bíblico hispanoamericano (Miami: Editorial Caribe, 1993): 51. Cp. William Hendriksen, Evangelio según San Marcos, trad. Humberto Casanova (Grand Rapids: Libros Desafío, 2003): 42.
Xavier y Francisco De La Calle dicen que: El evangelio de Marcos es una narración eminentemente teológica, que pretende describir el paso de Dios por los hombres, desde una perspectiva cristiana. El interés teológico del evangelista no está ya en presentar la paradoja de un Jesús que oculte su dignidad mesiánica o que lucha contra las fuerzas del mal, sino en presentar todas las obras de Dios en el mundo. Pikaza Xavier, De La Calle Francisco, Teología de los evangelios de Jesús (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1974): 33.
George Eldon Ladd dice: Jesús era verdaderamente el Mesías y el Hijo de Dios; él era también el rey de Israel; él cumplió la esperanza del Antiguo Testamento; él reinterpretó el significado de la ley judía, y por consiguiente la cumplió; y él formó un círculo de discípulos judíos que estaban destinados a ser el núcleo de su iglesia, el verdadero pueblo de Dios, para quienes el Antiguo Testamento, cumplido en Jesús, poseía una validez permanente. De esta manera, aun cuando Israel había rechazado a su Mesías, y el estado judío sufrió el juicio de Dios en la destrucción del 70 d. de J.C., hay un elemento inescapable de continuidad entre Israel y la iglesia. Admitimos que todo esto es hipótesis, pero es una hipótesis que trata de hacer sentido histórico de los hechos, tanto externos como internos, que tenemos a nuestra disposición. Eldon Ladd George, Crítica del Nuevo Testamento, una perspectiva evangélica, trad. Moisés Chávez (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 1990): 107.
[18] Creemos en un Dios, Padre Todopoderoso, hacedor de todo lo visible e invisible, y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, Unigénito engendrado del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, que no hecho, consustancial (homoousios) al Padre, por quien todo fue hecho, lo que está en el cielo y lo que está en la tierra, quien por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó y se encarnó, se hizo hombre, padeció, y resucitó al tercer día, subió a los cielos, vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, y en el Espíritu Santo. Y a los que dicen: “alguna vez no existía” y “no existía antes de ser engendrado” y “fue hecho de la nada” o dicen que el Hijo de Dios es de diversa hupóstasis (sustancia) o usía (esencia), es creado o mudable o alterable, los anatematiza la iglesia católica y apostólica. Alan Perdomo, Credo de Nicea (Apuntes de la materia Historia de la Iglesia, Seminario Teológico Centroamericano, 2005): 20.
[19] David Suazo, Doctrina de la persona de Cristo (Apuntes de la materia Historia de las Doctrinas, Seminario Teológico Centroamericano, 2008): 14-15.
[20] Alan Perdomo, Eutico (Apuntes de la materia Historia de la Iglesia, Seminario Teológico Centroamericano, 2005): 22.
[21] Justo Gonzalez, Historia del cristianismo (Miami: Editorial Unilit, 1994): 298. Cp. Alan Perdomo, Credo de calcedonia (Apuntes de la materia Historia de la Iglesia, Seminario Teológico Centroamericano, 2005): 21.
[22] La seguridad que tenían los "víejos liberales", de que en estas fuentes literarias primarias, Marcos y Q, habían descubierto a un Jesús puramente "histórico", es decir, no sobrenatural, fue pronto sacudida desde dos direcciones diferentes. Por un lado, Albert Schweitzer estableció con claridad que el Jesús histórico no era un mero profeta ético que enseñaba a los hombres a amar a Dios y al prójimo. En el corazón del mensaje de Jesús estaba el anuncio de que la historia humana terminaría en una poderosa catástrofe cósmica, cuando él sería elevado al papel sobrenatural de un Hijo de Dios celestial, que vendría a la tierra procedente del cielo con nubes de gloria, para presidir el juicio de la humanidad. Ladd George Eldon, Crítica del Nuevo Testamento: 114.
[23] "El trabajo de los críticos de las formas fue diseñado para mostrar que el mensaje de Jesús, tal como está dado por los autores de los Sinópticos, en su mayor parte no e auténtico, sino que en sus varias etapas está mezclado con la fe de la comunidad cristiana primitiva. Ladd, Crítica del Nuevo Testamento: 115. Consultar este libro para ver más detalle en torno a la idea de Hijo de Dios.
[24] En ese artículo Rahner dice que aunque todo esfuerzo teológico termina con una formulación doctrinal exacta, toda formulación teológica debe ser también un comienzo, no sólo un final. Karl Rhaner, Calcedonia ¿final o comienzo? (Escritos de Teología, tomo I, Taurus, 1967): 167.
En términos cristológicos eso significa que el Credo de Calcedonia debe ser punto de partida para mayor reflexión cristológica. El credo no debe considerarse como algo final y absoluto que no pueda mejorarse. El nuevo enfoque de Rahner es un redescubrimiento de la humanidad de Cristo, la cual, según él, ha sido obscurecida por el enfoque ontológico de la cristología a partir del Concilio de Calcedonia. De manera que aquí comienza la propuesta de una cristología “desde abajo”.
CRISTOLOGÍA LAICA GRECO ROMANA: La Epístola apócrifa de los Hechos de Felipe, expone al cristianismo como continuación de la educación en los valores de la paideia griega (cultivo de sí). Que tenía como propósito educar a la juventud en la “virtud” (desarrollo de la espiritualidad mediante la práctica continua de ejercicios espirituales, a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma, para alcanzar la trascendencia humana) y la “sabiduría” (cuidado de la verdad, mediante el estudio de la filosofía, la física y la política, a efecto de alcanzar la sociedad perfecta). El educador utilizando el discurso filosófico, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo, ilustra lo que es la trascendencia humana y como alcanzarla. Y por su autentico valor propedéutico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el pensamiento de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar los fines últimos de la paideia griega siguiendo a Cristo. Meta que no se ha logrado debido a que la letrina moral del Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ El reto actual, es formular un cristianismo laico que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo, la pluralidad y el sincretismo, a fin de afrontar con éxito los retos de la modernidad. Es tiempo de rectificar retomando la paideia griega de Cristo (cristianismo grecorromano), separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su religión basura que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela. http://es.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DE-LAS-RAICES-CRISTIANAS-DE-EUROPA-LAICA
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